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Hechos Lección 42 Capítulos 18 y 19

EL LIBRO DE HECHOS

Lección 42, Capítulos 18 y 19

Hemos estado siguiendo los viajes misioneros de Pablo, a donde él está llevando las Buenas Nuevas a las muchas naciones extranjeras del Imperio Romano (comenzando con las muchas comunidades judías), que el Mesías que los judíos habían estado esperando ha llegado. Él invariablemente comienza presentándose en una ciudad y yendo a la sinagoga local para hablar. Pero estas Buenas Nuevas no fueron tan buenas para muchos judíos de la diáspora, porque tenía poca semejanza con las enseñanzas de su liderazgo religioso judío sobre la naturaleza y el propósito de un Mesías. Lo que era más difícil de comprender, tal vez, era la deidad de Yeshua. No es de extrañar que muchos gentiles temerosos de Dios que asistieron a algunas de estas sinagogas estuvieran más receptivos al Evangelio de Yeshua, porque no estaban tan adoctrinados a las tradiciones judías sobre la naturaleza esperada del Mesías como lo estaban los judíos.

La perspectiva tradicional era que el Mesías sería más como lo era el rey David; incluso, tal vez, una reencarnación de una especie del rey David mismo. Este Mesías sería un líder guerrero que impulsaría a los judíos a una rebelión exitosa en contra de Roma, liberaría a la nación judía de sus ocupantes, instalaría al Mesías Judío como el nuevo rey Davídico de un nuevo y expandido reino israelita, y esencialmente reemplazaría al Imperio Romano como la potencia mundial.

Esta fue una época en la que la sinagoga (no el Templo) era la fuente de la instrucción religiosa judía, y la supervisión de la observancia y el comportamiento apropiados fue realizada por los líderes de la sinagoga que tomaron la señal de los fariseos. El Templo era considerado por muchos judíos comunes y corrientes ser en el mejor de los casos la autoridad cuestionable, y (como con los Esenios) en el peor de los casos corrupto e ilegítimo; por lo que los sacerdotes simplemente estaban presentes y eran tolerados debido a las funciones rituales y ceremoniales de la Torá que ellos, y sólo ellos, podían realizar. Si los judíos comunes y corrientes se negaron a cooperar con los sacerdotes y reconocer su autoridad, entonces se encontraban incapaces de cumplir con las Leyes de Moisés, independientemente de lo mucho que hubieran considerado el sacerdocio con desprecio. 

Sin embargo, los judíos de Judea y galilea tenían una estrecha conexión con el Templo, a pesar de que también daban su lealtad a las diversas sinagogas. Pero los judíos de la diáspora tenían mucho menos que ver con el Templo, ya que sólo los más capaces tenían el medio o la motivación para hacer el largo, costoso y a veces arriesgado viaje a Jerusalén desde cualquier suelo extranjero que vivieran para ser obedientes a la Torá y participar en las diversas fiestas bíblicas. Ciertamente, era completamente poco práctico para ellos ir al Templo para ofrecer sacrificios para expiar sus pecados a medida que surgieron las ocasiones. Así, una verdadera corriente de profetas y maestros itinerantes salió de Jerusalén y se dirigió a las muchas sinagogas de la diáspora, donde generalmente fueron bien recibidos y vistos como representantes que venían de la “base de origen”. Pablo y sus discípulos fueron vistos como uno de esos muchos maestros itinerantes, por lo que conseguir una audiencia no era algo difícil. 

En la lección pasada terminamos cuando, Pablo estaba a punto de salir de Corinto después de que surgiera una gran cantidad de problemas debido al mensaje de salvación, al él tener la intención de regresar a la Tierra Santa.  Él tomaría un barco para llegar allí; pero antes de irse, en el puerto de Cencrea le cortaron el pelo para cumplir con los requisitos rituales de un voto que había hecho. No sabemos nada sobre la naturaleza o el propósito de este voto o cuándo lo hizo por primera vez.  Hechos 18:18 informa sobre este asunto con poco comentario, como si los lectores de Lucas deberían entender completamente las razones para que le cortaran el pelo a Pablo como parte de un cumplimiento de votos. Ciertamente desearía que Lucas nos hubiera dicho más, porque a través de los siglos los cristianos gentiles han aceptado algunas enseñanzas muy dudosas de los primeros Padres de la Iglesia sobre lo que Pablo hizo y por qué lo hizo. Y aunque no es universal, el consenso es disculparse por ello y tratar de barrerlo bajo la alfombra siendo un poco embarazoso. Permítanme explicar citando una carta escrita por el primer Padre de la Iglesia Jerónimo de mediados del siglo IV D.C.

“Concedido que allí él (Pablo) hizo lo que él NO quería hacer, por medio del miedo obligado de los judíos: ¿por qué él dejó crecer su cabello como consecuencia de un voto y después lo cortó en Cencrea en obediencia a la ley? Porque los nazarenos que juramentaron a Dios, estaban acostumbrados a hacer esto de acuerdo con los mandamientos de Moisés”.

Así que, Jerónimo dice que Pablo no hizo esto por su propia voluntad; a él lo obligaron por miedo a los judíos y sólo lo hizo para satisfacer una costumbre judía para que él no se encontrara de mala manera con la población judía local. Más tarde, el Padre de la Iglesia Venerable Bede tuvo un tipo diferente de racionalización por la que Pablo llevó a cabo este ritual de voto. En su comentario sobre el Libro de los Hechos Bede escribió lo siguiente:

“Pablo hizo estas cosas (realizó el ritual del voto de corte de pelo) NO porque él había olvidado lo que él, junto con los otros apóstoles, habían establecido en Jerusalén en cuanto a la abolición de la Ley, sino para que aquellos entre los judíos que habían llegado a creer no se escandalizaran, por lo que jugó el papel de un judío mismo para ganarse a los judíos”.

Ahora yo podría leer esto en cualquier iglesia del mundo y ver a personas afirmando con sus cabezas y tal vez hasta aplaudiendo; pero mi esperanza es que te des cuenta de lo antisemita, anti-Escritura, y simplemente erróneo que es tal proceso de pensamiento. Bede afirma que Pablo realmente hizo este ritual de voto de corte de pelo a pesar de que sabía que la Ley había sido abolida en el Concilio de Jerusalén (en Hechos 15). Pero aún más, Bede sugiere que Pablo fingió seguir siendo judío (simplemente jugó un papel) con el fin de ganar la aprobación de los judíos para que escucharan el Evangelio de él. Es decir, Bede afirmó (como lo hicieron la mayor parte de la Iglesia en ese momento) que Santiago y el Consejo de Jerusalén abolieron la Ley de Moisés para los Creyentes (judío o gentil), aunque no exista tal declaración o implicación en las Escrituras. Pero aún más, vemos que el punto de vista de la Iglesia se había endurecido muy pronto, de tal manera que ser creyente en Cristo significaba que, si uno había nacido judío, uno tenía que convertirse a un gentil y abandonar completamente su antigua identidad judía. Así, los Padres de la Iglesia sintieron que en algún lugar del camino, Pablo había renunciado a su herencia judía y se había convertido en gentil. El ritual de corte de pelo era simplemente una artimaña que le permitía seguir jugando un papel: fingir seguir siendo judío.

Y Pablo hizo eso para engañar a sus semejantes judíos (para su propio beneficio) para que escucharan lo que tenía que decir acerca de la salvación en Yeshua, abandonaran su judaísmo y se convirtieran en cristianos gentiles.

Espero que estés tan horrorizado como yo. Pero amigos, esta mentalidad bien documentada de muchos de los influyentes Padres de la Iglesia de antigüedad (todos gentiles, por supuesto) es la fuente de lo que la mayoría de los cristianos todavía creen hasta el día de hoy y estos pensamientos están consagrados en algunas de las doctrinas más fundamentales del cristianismo. Es la metodología clásica de interpretación bíblica de comenzar con una doctrina decidida hace mucho tiempo por un consejo gentil de la Iglesia, y luego trabajar hacia atrás para torcer los pasajes de las Escrituras para que se ajusten a su doctrina. Así que, aquí en Hechos 18:18 las creencias registradas de estos dos Padres de la Iglesia altamente respetados implican que Pablo ya no es realmente judío; sin embargo, él quiere que los judíos locales piensen que todavía lo es por lo que él lleva a cabo este corte ceremonial de pelo como parte de un voto, pero él no es sincero al respecto. Es simplemente parte de un plan de enganche y engaño para que los judíos locales puedan encontrarlo confiable como uno de ellos. ¡Y cuando bajen la guardia, él puede abalanzarse sobre ellos con el Evangelio de Cristo! (Increíble. ¡No puedes inventar esto!)

Vamos a volver a leer una pequeña parte de Hechos 18 para comenzar nuestra lección hoy.

LEER HECHOS CAPÍTULO 18:19 – hasta el final

Así que, Pablo llegó a Efeso y se quedó allí brevemente. La única razón por la que estaba incluso en Efeso es porque esa era la ruta del barco en el que estaba; primero se detendría en Efeso y luego continuaría hacia Cesarea Maritima, la principal ciudad portuaria para la Tierra Santa y el lugar de destino de Pablo.

Lo primero en su agenda a su llegada fue ir a Jerusalén y reportarse con la comunidad de creyente de allí, ya que esa era la sede de los del Camino. Un par de cosas: primero, mientras que la versión en inglés CJB inserta la palabra “Jerusalén”, en realidad la misma no está allí. El texto se limita a decir que primero Pablo “subió” para saludar a la comunidad (en la mayoría de las Biblias comunidad se traduce como Iglesia). Luego, después de subir, bajó; hasta Antioquía. Estos términos “subir” y “descender” son meras expresiones judías comunes. “Subir”, siempre se refería a ir a Jerusalén. Por lo tanto, en contraste con el “subir” de Jerusalén, cualquier otro lugar que uno podría ir sería “descender”. El mismo es realmente una expresión de veneración y estatus del lugar. Jerusalén no era de ninguna manera la elevación geográfica más alta incluso en la Tierra Santa; pero era el lugar más alto desde una perspectiva de estatus, y desde una perspectiva religiosa. Por lo tanto, todos los demás lugares del mundo (incluso el Monte Everest) serían considerados como siendo “abajo” de Jerusalén.

En segundo lugar, en el versículo 22, donde solemos encontrar la palabra Iglesia en las Biblias en español (pero en la versión en inglés de la CJB es comunidad mesiánica) la palabra griega es ekklesia. Ekklesia es una palabra griega común y genérica que significa asamblea o comunidad (cualquier tipo de asamblea o comunidad). La misma no lleva consigo ninguna connotación religiosa.

 Sin embargo, la mayoría de las Biblias modernas sustituyen la palabra Iglesia por ekklesia con el fin de darnos la imagen mental de ir a un lugar con vidrieras, un campanario, bancos y un grupo de gentiles “cristianos” que se reúnen allí para alabar a Jesús. Aunque de hecho fueron los creyentes en Yeshua los que Pablo fue a ver, todos ellos eran judíos; y todos continuaron practicando sus costumbres judías. Ellos continuaron reuniéndose en sus sinagogas y siguieron su liturgia judía estándar; sin vidrieras, sin campanarios, y sin bancos.

Antioquía era donde se encontraba la sinagoga que había estado patrocinando sus viajes misioneros. Se nos dice que Pablo visitó allí durante algún tiempo y luego partió para visitar de nuevo a varios de los creyentes que había establecido en la región de Frigia.

El versículo 24 cambia el tema y a nosotros se nos presenta a un creyente llamado Apolos; él había venido a Efeso para enseñar. Efeso era similar a Londres; el mismo era un centro comercial y bancario. Era autogobernado y fue probablemente la tercera ciudad más grande del Imperio Romano después de Roma y Alejandría, Egipto. Por lo que, si uno quería una oportunidad de conectarse con un gran número de judíos y /o gentiles en poco tiempo, Efeso era el lugar.

Señalé en lecciones anteriores, que, si bien Pablo era un emisario especial encargado personalmente por el resucitado Yeshua para llevar las Buenas Nuevas tanto a los judíos como a los gentiles, él no era el único creyente que hacía esto. Pablo fue el apóstol judío más importante; pero él no estaba a cargo de todos los esfuerzos para evangelizar.  Muchos otros se tomaron sobre sí mismos (claramente sin duda alguna bajo la dirección del Espíritu Santo) para contar a la gente en tierras extranjeras acerca de los caminos del Dios de Israel. Pero Apolos no era de Jerusalén; era un judío de la diáspora que vivía en el centro judío más grande fuera de la Tierra Santa en ese momento: Alejandría, Egipto.

La historia conoce a Alejandría (llamada así por Alejandro Magno) como una ciudad cosmopolita de diversas culturas. Una de sus instituciones más famosas fue su biblioteca sin igual. La ciudad se sentó en la encrucijada del comercio y por lo tanto fue un lugar próspero y rico que atrajo a personas de todo el imperio. Muchos judíos famosos vivían en Alejandría, incluyendo el intelectual Filon. Un cofre de tesoro del pensamiento judío fue creado y almacenado en Alejandría; el sistema educativo era insuperable. Así que no es sorprendente que alguien de las capacidades de Apolos venga de allí.

Sin embargo, la marca más popular del judaísmo practicada en Alejandría era bastante progresista y en línea con el helenismo que Roma quería como el tipo de cultura universal en su imperio. Por consiguiente, la filosofía judía más que el estudio de la Torá fue el resultado. Sin embargo, algunas de las mejores y más brillantes mentes judías acudieron allí para argumentar sus puntos de vista con otros intelectuales judíos. Pero fue también en Alejandría donde se creó la primera traducción griega de la Biblia hebrea, 3 siglos antes. Esta es la Biblia que hoy conocemos como la Septuaginta y fue lo que la mayoría de los judíos de esa época usaban como su Biblia.

Apolos es (no debe sorprendernos) descrito como un orador elocuente que fue muy estudiado en el Tanak: el Antiguo Testamento, la Biblia Hebrea. Lo que aprendemos acerca de lo que Apolos sabía y creía y enseñaba puede ser un poco confuso.

 Por un lado, se nos dice que es un gran erudito bíblico, que había sido informado sobre el camino del Señor, y que enseñó con precisión hechos sobre Yeshua. Pero luego se nos lanza una bola curva; el versículo 25 dice que, aun así, sólo sabía acerca de la inmersión de Yochanan (Juan el Bautista). Apolos era tan buen orador que fue invitado a hablar en sinagogas y los amigos de Pablo, Aquila y Priscila, que todavía estaban en Efeso, fueron a escucharlo hablar y enseñar. Pero rápidamente se dieron cuenta de que había mucho que Apolos no sabía acerca de Cristo, así que se comprometieron a enseñarle. La implicación es que el brillante Apolos era lo suficientemente humilde como para acoger el conocimiento de Aquila y Priscila sobre Yeshua. Hay mucho de qué hablar aquí.

En este momento de la historia (alrededor del 52 D.C.) había muchas ramificaciones del judaísmo mesiánico en existencia. Del más que sabemos era el que era dirigido por Santiago y Pedro en Jerusalén; pero había varios más. No todas esas ramificaciones miraban a Santiago y Pedro como sus autoridades religiosas. Algunos creyentes (sin duda, incluyendo Apolo) eran tan inteligentes y educados que no sentían la necesidad de tener un mentor o que se les diera permiso oficial para enseñar sobre Yeshua y el Evangelio. Por lo tanto, no todos creían las mismas cosas y, por lo tanto, no todos enseñaban las mismas doctrinas. Estudiaron por su cuenta y trataron de iluminar a los demás por su cuenta. Así que es casi imposible saber con certeza exactamente qué es lo que Apolos estaba enseñando sobre Yeshua. Lo que es sorprendente, sin embargo, es que cuando se le preguntó sobre el bautismo dijo que sólo sabía acerca del bautismo de Juan y no sabía nada de estar inmerso en Yeshua. ¿Qué significa “el bautismo de Juan”? En realidad, hemos tratado con esto antes, pero vamos a repasar.

Juan el Bautista predicó el arrepentimiento de los pecados; y así cuando se bautizó fue por el arrepentimiento de los pecados. Esa es una cuestión completamente diferente a la salvación en Cristo. Juan no bautizó para la salvación en Cristo, y por lo tanto uno no recibió el Espíritu Santo en el bautismo de Juan (por supuesto Juan estaba bautizando antes de que el evento de Pentecostés ocurriera después de la muerte y resurrección de Yeshua). Sin embargo, lo que Juan enseñó fue que antes de que uno pudiera ser salvo, uno primero tenía que arrepentirse de los pecados; por lo tanto, el de Juan fue una especie de bautismo preliminar para el de Cristo. Entonces, ¿qué es el bautismo en Cristo? La Biblia nos dice que esta inmersión es un renacimiento completo desde una perspectiva espiritual. Así que la secuencia es: el arrepentimiento primero, el renacimiento segundo. Aparentemente Apolos sabía mucho sobre Yeshua. Estaba bien impregnado de información sobre Yeshua (que habría llegado principalmente de boca en boca) y podía comunicarlo a ellos. Y aunque él se había arrepentido por sus pecados (el bautismo de Juan) no había aceptado a Yeshua en la forma en que normalmente lo pensamos (y aparentemente no sabía lo suficiente como para darse cuenta de que este era un paso vital). Por lo tanto, él no podría haber recibido el Espíritu Santo.

Esto nos muestra algo importante: una persona no creyente puede ser un maestro bíblico bastante eficaz. Puedo dar fe de esto porque muchos comentaristas bíblicos modernos que he leído….muy buenos…no sólo no son cristianos, ni siquiera creen en Dios. Esto va tanto para los eruditos bíblicos judíos como para los gentiles. Por lo general, son historiadores altamente educados y/o brillantes estudiosos del lenguaje.

Pero para ellos la Biblia es meramente literatura creada humanamente y se han convertido en expertos en la Biblia como un camino profesional; pero no como fuente de verdad o como un Libro Santo divino. Apolos, por otro lado, era un hombre espiritual; creía en el Dios de Israel y creía en la Biblia Hebrea (el Tanakh) como verdad. También parecía creer algunas cosas sobre Yeshua que para nosotros no está del todo claro. Aparentemente Aquila y Priscila enseñaron a Apolos las creencias y doctrinas de los Del Camino, la ramificación con sede en Jerusalén del judaísmo mesiánico. Según todos los informes, parece haberlo aceptado. Recuerden: no había tal cosa como un Nuevo Testamento para que Apolos estudiara; y no habría un Nuevo Testamento por otros 150 años. Con el tiempo (pero aún no), algunas de las cartas de Pablo comenzarían a ser compartidas entre los creyentes y un par de relatos evangélicos también comenzarían a circular, informalmente. Pero un número de otras cartas de enseñanza y Evangelios escritos por otros autores que los que están en nuestras Biblias también ganaron terreno. Así que lo que Apolo había aprendido, y aprendería, acerca de Yeshua habría venido de escuchar a los demás. Quiénes eran los otros antes de Aquila y Priscila no lo sabemos.

No quiero sonar demasiado filosófico; sin embargo, hay millones de cristianos que tienen algunos hechos y conocimiento sobre Jesús; pero ¿qué es lo que ellos creen que saben acerca de Él? ¿Qué es lo que realmente creen en Él? ¿Qué es lo que sentían que les estaba pasando cuando estaban inmersos…… si alguna vez estuvieron inmersos?  ¿Y si estuvieron inmersos, inmersos en qué? ¿Estamos realmente salvos ante los ojos de Dios si el Jesucristo en el que creemos no se parece en nada al de la Biblia, o lo que realmente Él enseñó (como se registra en el Nuevo Testamento) no son las doctrinas que se nos ha dicho que son lo que Él nos manda o no son los valores por los que debemos vivir? Mi deseo seria poder tener las respuestas para ustedes. Pero no puede haber mejor ejemplo de este enigma que Apolos; nos queda reflexionar si este buen hombre era realmente salvo antes de conocer a Aquila y Priscila. ¿O fue sólo después cuando se llenaron los espacios en blanco vitales de su fe en Dios? El conocimiento es, de hecho, la clave, pero debe ser el conocimiento correcto. Y la confianza en Yeshua es la puerta; pero debe estar en el verdadero Yeshua, no en el de nuestras imaginaciones personales o en la que preferimos.

Claramente Apolos era un evangelista motivado; y uno dotado también. Así que después de una cantidad de tiempo no revelada, él viajó a Acaya para hablar y enseñar. Aparentemente había adquirido suficiente conocimiento, y ahora estaba lo suficientemente de acuerdo con las doctrinas de los Del Camino, por lo que cartas de recomendación fueron enviadas en su nombre a los creyentes en Acaya para darle la bienvenida. Cuando llegó, él debatió sin temor a los judíos incrédulos, en público, y utilizó las Escrituras (en lugar de “razonar” con ellos) para demostrar la verdad de lo que estaba enseñando: que Yeshua de Nazaret es en verdad el Mesías del que hablaba el Tanak.

Continuemos con Hechos capítulo 19.

LEER HECHOS CAPÍTULO 19

En el versículo 1 aprendemos que Apolos estaba en Corinto al mismo tiempo que Pablo había llegado a Efeso. Esta fue la segunda vez de Pablo en Efeso. Aparentemente él va donde algunos creyentes allí y les pregunta si habían recibido el Espíritu Santo cuando llegaron a creer. Ellos dijeron, “No”. De hecho, ni siquiera habían oído hablar del Espíritu Santo.

Así que lo que estamos aprendiendo es que aparentemente a través de un creyente u otro, muchos judíos y gentiles habían aprendido acerca de Yeshua, y creían lo que escuchaban. Y, al igual que Apolos, incluso habían sido bautizados; pero habían sido bautizados en el bautismo de Juan: un bautismo de arrepentimiento de pecados. Y de hecho Pablo está de acuerdo con eso, pero dice que debe haber también otro bautismo.

Uno de los temas de los tiempos del Nuevo Testamento era, que la inmersión se había convertido en una especie de norma social que tendía a identificar a una persona con un maestro, filósofo o incluso un partido religioso en particular. Por consiguiente, oiremos de Pablo hablando de personas que se bautizan en su nombre, así como escuchamos lo mismo de Juan el Bautista y, por supuesto, de Yeshua. De hecho, ser bautizado en las enseñanzas o maneras de alguien u otro era común y no llevaba el significado religioso específico que pensamos en ello hoy en día. Joseph Shulam llama a esto un culto a la personalidad; no muy diferente de los jóvenes que seguirán a ciertas estrellas de rock dondequiera que vayan porque están tan cautivados con ellos. Y entonces era bastante habitual que después de estar inmerso en un cierto maestro, eventualmente llegaría otro maestro que hiciera cosquillas a las orejas de estas personas y cambiaría la lealtad al estar inmerso (literal y figurativamente) en las formas de este nuevo maestro. Así que, la práctica de la inmersión se había manchado un poco en su razón y propósito.

Por consiguiente, nosotros vemos una razón por la que Pablo incluso pensaría preguntar en qué (o más en línea con los tiempos, en QUIÉN) estos creyentes profesos en Efeso habían estado inmersos. Esos discípulos le dijeron que era en la inmersión de Juan. Pero una segunda razón para su investigación es que sin duda Pablo sintió que estos creyentes no tenían más que la comprensión más vaga de su fe en Yeshua. Pablo nunca parece cuestionar si aceptaron correctamente de una base histórica y factual que Yeshua era el Mesías; pero para Pablo, tampoco había señales de que ninguno de estos discípulos llevara la evidencia de haber recibido el espíritu. Sin duda Pablo había encontrado esto antes; por lo que conocía los síntomas, así como qué preguntas hacer, y cómo responder.

Ahora debemos ser honestos al señalar que después de sumergir a estos discípulos (que parecían no dar protesta) en la inmersión de Yeshua, Pablo entonces puso sus manos sobre ellos y es al poner sus manos recibieron el Espíritu Santo, dice el texto. Ha sido un largo debate dentro de varias denominaciones en cuanto a si fue la inmersión o la imposición de manos que el Espíritu Santo vino sobre estos hombres. Aún más comenzaron a hablar en lenguas; y para mí es el hablar en lenguas… y no la bienvenida del Espíritu Santo… que tenemos que estar mirando. Hablar en lenguas es algo que parece haber ocurrido cada vez que uno de los apóstoles estuvo directamente involucrado con alguien que llegaba a la fe (lo vimos en el caso de Cornelio y Pedro, por ejemplo). Sin embargo, Pablo implica claramente que es el estar inmersos en el nombre de Yeshua lo que trae al Espíritu Santo. La inmersión y la imposición de manos son dos cosas diferentes que se hacen para diferentes propósitos. Por lo tanto, es difícil saber qué hacer con esto, aparte de que puede ser un privilegio especial que el Señor bendijo a estos apóstoles, para hacer que los discípulos presentes hablaran en lenguas. Después de todo; cuando el Espíritu Santo llegó a Pentecostés, Pedro estuvo presente y no hubo ninguna inmersión en absoluto. Aun así, los discípulos comenzaron a hablar en lenguas.

Así que, creo que es erróneo inventar una fórmula doctrinal rígida o exigir una cierta secuencia basada en lo que hemos leído hasta este punto sobre la venida del Espíritu Santo, la inmersión, la imposición de manos y el hablar en lenguas. Pero una cosa está clara: la inmersión en agua en nombre de Yeshua es un mandamiento del Nuevo Testamento para los creyentes; esta no es una opción. Y recibir el Espíritu Santo es el signo de nuestra aceptación en el Reino; sin embargo, hemos visto casos en los que el Espíritu Santo vino antes de la inmersión y otros casos en los que vino después de la inmersión. Hemos visto casos de los nuevos creyentes hablando en lenguas; y otras veces cuando no sucede (o al menos, no se menciona).

Pablo previamente había hecho una breve visita a la sinagoga de Efeso cuando se dirigía de Corinto a la Tierra Santa y les prometió que, si el Espíritu Santo lo guiaba de regreso, vendría a enseñarles más. Después de haber completado su negocio en casa, hizo el viaje por tierra de 1500 millas de regreso a Efeso para cumplir su promesa. Pablo enseñó allí durante 3 meses, aparentemente sin interferencias. Pero como siempre sucedió, con el tiempo aquellos que simplemente no podían llegar a aceptar la enseñanza de Pablo sobre Yeshua y la salvación, se volvieron en contra de él y comenzaron los problemas. Aquellos en la sinagoga de Efeso que habían endurecido sus corazones y se habían vuelto firmes en su oposición al Evangelio comenzaron, por supuesto, a hablar no sólo en contra de Pablo, sino también en contra de los Del Camino. Esta vez, en respuesta, Pablo hizo algo interesante: tomó a los discípulos que habían llegado a creer y se fue con ellos de la sinagoga y comenzó a predicar y enseñar en un lugar completamente nuevo: la sala de Tiranno (o como se dice en la versión CJB, en la yeshiva de Tiranno). Lo que vemos aquí es lo que hoy podríamos llamar una división de la iglesia. Sin embargo, cuando vemos esto desde la perspectiva de Dios, esto se remonta a uno de los primeros Principios de Dios que les enseñé: el principio de División, Elección y Separación.

A veces el Señor determina dividirnos en grupos, elegir al grupo que elegimos seguirlo para un cierto propósito divino, y separarlos (nosotros) de todos los demás. Puedo decirles por experiencia que por difícil y desgarrador que sea, a veces no hay otra opción que dejar una congregación de la que habían sido parte y volver a otro lugar. Tal vez sucede porque has aprendido demasiado para seguir identificándote con un grupo que sabes que es obstinadamente de mente equivocada y ya no está en armonía con Yeshua. En otras ocasiones no se trata tanto del bien y del mal como de seguir el plan del Señor para su vida.  Lamentablemente, también puede ser sobre las cosas más mezquinas o egoístas, y la división y la separación no reflejan nada más que el fracaso humano. Nunca es deseable estar dividido en medio de la congregación independientemente de la razón, e invariablemente causa sentimientos fuertes duraderos entre los hermanos. Sin embargo, cuando se hace por las razones correctas, y parece ser dirigida por Dios, ¿qué debemos hacer? Dos veces hemos visto a Pablo hacer esto: la primera vez que se separó de su compañero de viaje Desauroso (sobre su sobrino Juan Marcos), y ahora no sólo abandona esta sinagoga en malos términos, sino que lleva consigo a los que se adhieren a lo que Pablo está enseñando. Una cosa es desaparecer; pero la ira sólo aumenta cuando te llevas a la gente contigo.

Partamos hoy con este pensamiento. Lo que Pablo hizo al salir de la sinagoga y llevar discípulos con él fue radical y generalmente fue considerado una ofensa grave en contra de la Halajá: la ley judía.  Sin duda la palabra se corrió alrededor de las comunidades judías de la diáspora y así de aquí en adelante no encontramos a Pablo yendo a muchas más sinagogas (algunos dicen que nunca más predicó en las sinagogas, pero me parece tan altamente improbable). Este incidente habría tenido mucho que ver con lo que leeremos en Hechos capítulo 21 sobre Pablo yendo a Jerusalén y consultando con Santiago, con uno de los principales problemas, es que Pablo estaba siendo calumniado entre las comunidades judías con la acusación de que estaba hablando en contra de la Ley. Así que Santiago haría que Pablo diera una demostración pública de su continua lealtad a la Ley de Moisés.

Continuaremos con Hechos capítulo 19 la próxima vez.