Deuteronomio Lección 7 capítulo 5

Deuteronomio

Lección 7, capítulo 5

Ahora hemos completado alrededor del 80% de la Torá y nosotros hemos absorbido una enorme cantidad de detalles. Al nosotros comenzar nuestro estudio de Deuteronomio capítulo 5 hoy, vamos a hacer una pausa de unos pocos minutos para meditar nuestros pensamientos y obtener algún tipo de perspectiva. Permítanme tomar unos minutos para mostrarle algunas de las premisas fundamentales de Deuteronomio, que se espera que nosotros tengamos en cuenta en todo momento al estudiar este gran libro y la Biblia en general.

En primer lugar, el contexto de Deuteronomio es que las leyes que son dadas a Israel (originalmente dadas en el Monte Sinaí y ahora repetidas y algo expuestas aquí en Moab) son de Jehová. Esta noción de un conjunto de leyes que provienen de Dios suena bastante simple y fácil para nosotros aceptar; pero al igual que el haber un Dios en existencia era un concepto totalmente nuevo para el mundo (y para Israel) también era igualmente revolucionario que un Dios (en lugar del rey de esa nación) estableciera las leyes y reglas que gobernaban a cualquier sociedad humana en particular. Hasta este punto en la historia siempre fue un REY humano cuya prerrogativa era declarar lo que era correcto e incorrecto, lo que era legal y lo que era criminal. Sin embargo, para Israel, el entendimiento común de la FUENTE de las leyes sociales cambiaría para siempre.

En segundo lugar, un contexto adicional de Deuteronomio es que aquellos a quienes Moisés está a punto de repetir estas leyes (leyes que comienzan con la primera serie de 10 leyes que titulamos los 10 mandamientos), estas personas paradas delante de él, no estaban presentes (excepto tal vez si eran niños pequeños en aquel momento) cuando la ley se dió por primera vez casi 40 años atrás, porque la primera generación del éxodo que había presenciado el asombro de todo, estaba ahora muerto y desaparecido y aparentemente no había pasado la enseñanza de la misma a lo largo como debieron haber hecho.

En tercer lugar, nosotros vamos a notar mientras avanzamos en los próximos capítulos algunas ligeras variaciones en cómo estas leyes deben ser vistas y aplicadas en este punto en el viaje de Israel versus cómo debían ser vistos y aplicados hace 40 años al comienzo de su viaje por el desierto. Esto se debe a que la era de vivir en carpas portátiles, comiendo el maná que había sido dado del cielo todos los días sin fallar, y moviéndose de oasis en oasis estaba esencialmente llegando a su fin. Por lo tanto, Moisés tuvo que explicar cómo Israel debía observar estas mismas leyes y mandamientos, ya que Israel estaba a punto de convertirse en un pueblo sedentario asentado y dejar de vivir como una población masiva de beduinos errantes.

El contexto de su existencia estaba cambiando para Israel, así que Moisés tuvo que re-estructurar algunas cosas; pero el re-estructurar en todo momento se mantuvo dentro de los límites de la ley como fue dada en el Monte Sinaí. Este es un gran principio que se ha perdido para nosotros.

Ha sido una práctica común dentro del cristianismo ignorar las circunstancias y el calendario y las normas culturales de la era bíblica, y más bien decir que las palabras de la Biblia tienen esta cualidad mística tal que los miles de versos y párrafos que abarca pueden ser quitados de su contexto histórico y hecho para permanecer en cualquier época.

Permítanme darles un breve ejemplo de lo que quiero decir: aquí nosotros estamos reunidos hoy en Florida, en los Estados Unidos, el bastión de la cultura occidental. Estamos en el año 2009; nuestra atención se centra en la polémica guerra de Irak, el interminable malestar que gira en torno a Israel, y una crisis financiera global que ha expulsado a millones de sus empleos y hogares. El fascismo islámico está tratando de reafirmarse a nivel mundial. Nuestra economía y nuestra seguridad nacional dominan todos nuestros pensamientos, y si uno es un fundamentalista cristiano su fe está bajo ataque, ahora usted es considerado una amenaza para los objetivos de nuestro gobierno, y es probable que esté seguro de que estamos en los últimos días de la historia humana y que lo que está sucediendo a nuestro alrededor no es más que la reproducción de eventos proféticos predeterminados e inalterables. Casi una mitad de nuestras iglesias ahora niegan la Deidad de Jesucristo; alrededor de un cuarto de las iglesias americanas creen en el matrimonio homosexual y en ordenar a los homosexuales como pastores y obispos. La violencia está aumentando en cada nivel de nuestra sociedad a niveles inaudito, y lo que habría sido considerado programas y pornografía clasificado X hace apenas 20 años, ahora son una tarifa común en la televisión de horario estelar.

Nuestra sociedad estadounidense principalmente habla inglés, pero cada vez más el español se ha convertido en un segundo idioma común; algunos quieren que el español se convierta en el lenguaje aceptable ALTERNO oficialmente sancionado de los Estados Unidos, mientras que otros insisten vehementemente que el inglés permanezca como nuestra única lengua nacional común y socavar eso sería socavar nuestro tejido social. Nuestra nación se divide uniformemente entre la gente políticamente liberal y políticamente conservadora, pero el terreno medio ha desaparecido.

Este es el contexto histórico en el que vivimos. Este es el contexto del cual se desarrolla todo nuestro diálogo cotidiano. Este contexto es único para nuestro tiempo; el mismo no ha existido antes, y el mismo cambiará a medida que el tiempo avance, en lo que no conocemos.

El punto es, que cuando nuestro Presidente da un discurso, o un nuevo libro se escribe sobre algún acontecimiento o tema importante de nuestra era, o un predicador nos habla sobre cómo aplicar las Escrituras a nuestras vidas, si usted es un americano que vive en la Florida en el año 2009, todo lo que acabo de decir sobre cuales nuestras circunstancias actuales son, es el contexto dado para ese discurso, o libro o sermón. El orador o autor no necesita reiterar todas estas circunstancias que definen nuestra era porque es de conocimiento común.

Pero si uno está viviendo en Inglaterra, o Turquía, o México, o Rusia el contexto es muy diferente y cuando un líder en cualquiera de esos lugares habla lo hace en un contexto relativo a su cultura y circunstancias actuales. Nuestro contexto estadounidense no sólo es en gran medida irrelevante para ellos, ni siquiera es comprensible para sus mentes A MENOS que sean educados, familiarizados y actualizados sobre los valores, el lenguaje, la historia y los intereses estadounidenses.

Esto no es nada diferente con la Biblia. Es por eso que paso tanto tiempo en la clase de la Torá recordando esa realidad y pintando una imagen (a medida que vamos) de la geografía, la evolución del lenguaje, lo que la gente estaba pensando y de que se preocupaban, lo que ciertas palabras y frases significaban para ellos, lo que los problemas principales y retos de los tiempos eran, lo que fue tomado por conocimiento común indiscutido y lo que era completamente desconocido para ellos todavía.

Pero tal y como es con nosotros hoy en día, la sociedad en los días de la Biblia (en cualquier momento dado en el tiempo) era cualquier cosa menos uniforme y monolítica; todo el mundo NO era lo mismo ni todos vivían bajo las mismas circunstancias. Por lo tanto (por ejemplo) en el Nuevo Testamento nosotros tendremos a Pablo hablando a los gentiles paganos en una de las ciudades romanas nuevas y progresivas usando términos e ilustraciones con las que ellos estaban familiarizados. Él hablaría con los gentiles en griego, el idioma que ellos usaban. Cuando él se aventuró de nuevo a las Tierras Santas, él le hablaba a la cultura única de los judíos y de la sociedad judía enteramente diferente (incalculablemente separada del mundo romano) en el contexto de su entendimiento que incluso variaba de Galilea a Samaria a Judea; por lo que hablaría a los diversos grupos judíos sobre temas y en términos que les eran de interés en hebreo y en arameo, el idioma de los judíos que vivían dentro de la Tierra Santa. Si Pablo hubiera hablado con los romanos usando términos culturales y religiosos judíos, ellos hubiesen estado sin idea alguna de lo que él estaba hablando (y probablemente también ofendidos). Si hubiera hablado con los judíos en términos culturales romanos, los judíos habrían dado la espalda y se hubieran alejado o, como nosotros leímos que sucedió, no sólo en algunas ocasiones, lo sacaban fuera de la ciudad.

Usted ve el mundo ahora (y nunca lo ha sido) no ha consistido de personas genéricas viviendo en sociedades genéricas bajo circunstancias genéricas hablando una sola lengua genérica. Más bien, nosotros SOLO podemos obtener cualquier información significativa de los textos bíblicos (Antiguo Testamento o Nuevo), ya sea de Pablo, o de Jesús, o de Moisés, cuando lo tomamos todo dentro del contexto histórico y cultural que ocurrió y luego (en el sentido ordinario se refería a ese tiempo) re-aplicado a nuestras nuevas circunstancias globales, nacionales y locales. Por lo tanto, dado que Deuteronomio 5 es principalmente una reafirmación de los 10 mandamientos originales (como fueron dados 40 años atrás), tengamos en cuenta que ha pasado mucho tiempo, una generación entera ha muerto, y el contexto sustancialmente diferente de cuando fue primero declarado:

Es alrededor de 1300 A.C. que Abraham había muerto por alrededor de 500 años. Moisés está a días de su muerte y un nuevo líder ha sido preparado para reemplazarlo. Él está parado en una colina en Moab dirigiéndose a la generación de jóvenes guerreros que están ansiosos y a punto de participar en la Guerra Santa contra Canaán. La ley está bien establecida y se ha practicado, ahora, por 40 años. El Sacerdocio está funcionando plenamente, el Tabernáculo del Desierto es el lugar de residencia reconocido de Dios en la tierra, y Josué ha sido introducido como el sucesor de Moisés.

Israel es actualmente una nación racialmente mixta de alrededor de 3 millones de personas que consisten en hebreos de sangre completa, extranjeros de varias razas que se han unido oficialmente a Israel, mestizos (el resultado del matrimonio entre estos extranjeros), y de esclavos no hebreos. Miles de extranjeros acampan en las afueras del enorme campamento israelita porque estos extranjeros eligen ser amigos de Israel, pero no unirse a ellos como parte de una nación hebrea. Moisés está hablando a TODAS estas personas, no sólo a algunos, a pesar de que aquellos que realmente están escuchando su voz no son más que los representantes de la gente: los ancianos tribales y caciques.

Con esto de trasfondo vamos a leer Deuteronomio capítulo 5.

LEER DEUTERONOMIO CAPÍTULO 5

En este capítulo encontramos que Moisés está reestableciendo la base para afirmar que él es el único Mediador entre Dios e Israel; es decir, él está diciendo sin rodeos que “estas son las reglas que yo, Moisés, les proclamo a ustedes” (en el versículo 1), pero luego continúa aclarando que él está repitiéndole a ellos lo que el Señor le dijo y lo que muchos de ellos escucharon desde los cielos como niños, una voz aterradora y estruendosa. Moisés también está reestableciendo una base (a esta nueva generación) por qué Jehová es, y debe ser, el Dios de Israel y que su lealtad debe ser solo para Jehová. Y la razón por la que Israel debe obedecer y adorar a Jehová se declara en el primer mandamiento que es el versículo 6: “Yo soy YHWH tu Dios que te sacó de la tierra de Egipto…..”

Les recuerdo que si bien se convirtió en la norma a lo largo de los siglos ignorar el primer mandamiento original (yo soy YHWH tu Dios) y tomar el segundo mandamiento y separarlo y hacer 2 mandamientos del mismo para que haya la apariencia de 10 y no de 9 mandamientos, este es un error significativo que ha tenido mucho que ver con la inclinación histórica del cristianismo para desheredar al pueblo judío de su legítimo lugar como la gente favorecida de Dios. También ha conducido a una actitud tan arrogante de la Iglesia hacia Israel que las mismos personas a quienes se le confió la Palabra de Dios, los hebreos, ahora se sienten totalmente alienados de su propio Mesías judío. Ellos han sido plenamente convencidos por los cristianos que si creen en Yeshua que equivaldría a aceptar una religión gentil, validando la posición de la iglesia de que los judíos han sido ahora rechazados por el Señor y reemplazados por los gentiles, y por lo tanto estarían dando la espalda a su posición especial dada a ellos como su pueblo separado.

Por lo tanto, dice Moisés, la razón por la que Israel debe mirar a Jehová y a Jehová solo, es porque es Jehová (y no algún otro Dios) el que rescató a Israel de Egipto a través de señales y maravillas nunca antes vistas. Además, ahora se ha establecido que es una locura inclinarse ante otros dioses porque realmente ni siquiera existen. Ellos son dioses falsos no en el sentido de que Jehová es un mejor Dios, sino más bien en el sentido de que son solo invenciones de las inclinaciones insensatas y malvadas de los hombres que tan fácilmente aceptan espíritus elementales y una miríada de objetos creados como dioses o cosas para ser venerados.

Nosotros estudiamos los llamados 10 mandamientos detalladamente cuando examinamos Éxodo 20 hace bastante tiempo atrás, así que no vamos a entrar en detalles ahora, ya que esos mismos mandamientos no son sino reiterados aquí en Deuteronomio 5. En su lugar, sólo resaltaré los puntos principales o indicaré lugares donde la redacción de Deuteronomio 5 difiere un poco de Éxodo 20.

Desde un punto de vista panorámico nosotros vemos que los 10 Mandamientos (los 10 principios rectores de las 603 Leyes que le siguen) se dividen en 2 grupos: los primeros 4 mandamientos hablan de las obligaciones del hombre con Dios, y los restante 6 de las relaciones entre nuestros semejantes. Por favor, tenga en cuenta algo que espero que se haya convertido, o se esté volviendo, aparente: EN NINGUNA PARTE de los 10 mandamientos (o en cualquier parte de la Ley en lo que respecta) el tema de la salvación (como lo pensamos hoy en día) aparece. La ley simplemente no lo trata PORQUE nunca fue su propósito o función principal. Y, a pesar de lo que le puedan haber dicho, los hebreos NO buscaban en la ley la salvación porque no estaba allí y ellos no pensaban que estaba allí. Así que cuando vemos a Pablo explicando que la ley NO era capaz de salvar, simplemente él estaba diciéndole a sus oyentes gentiles no iniciados que NO fueran a buscar la Ley como una alternativa para hacer lo que SOLO el Mesías podía hacer. Puesto que Cristo era judío, y era solamente dentro de la religión y de los convenios de los judíos que el advenimiento de un Mesías tenía significado alguno, entonces era la suposición natural de los gentiles convertidos imitar lo que los judíos hacían: obedecer los rituales exteriores de la Ley. El problema es que Pablo sabía que (si no se les enseñaba lo contrario) los gentiles pensarían equivocadamente que eran esos actos y comportamientos los que les trajeron su Salvación. Y cuando Pablo estaba diciendo cosas similares a los judíos, él simplemente estaba diciendo a estos hebreos que si bien la obediencia a la Ley era buena e importante, el Mesías estaba haciendo algo que la obediencia a la Ley nunca podría hacer.

NO es que en el NT tenemos a Pablo, ni a Jesús, ni a ningún otro escritor diciendo que los cristianos deben ser del antinonismo (palabra que significa anti-ley). Más bien, es que deberían tomar ventaja del Ministerio de Cristo para la Salvación en lugar de asumir erróneamente que tenían una opción B, que era obedecer una serie de reglas y leyes para lograr lo mismo.

Mira: cuando nosotros conocemos a Cristo nosotros no paramos de comer comida. Nosotros no paramos de aprender las Escrituras.

Comer comida no nos trae la Salvación, pero eso no hace que comer sea algo malo. Aprender las escrituras no nos gana la salvación, pero estudiar la palabra no es anticuado e innecesario una vez que hayamos aceptado la salvación. Más bien, cada uno de estos actos tiene un propósito continuo; comemos porque nuestro cuerpo físico requiere nutrición física. Leemos la Escritura de modo que una vez que hayamos sido redimidos por la fe en Yeshua, demos a nuestra mente y alma el alimento espiritual, y para que sepamos cuál es nuestra respuesta esperada a la gracia y el favor de Dios hacía nosotros. Cristo dice que Él es el Pan de Vida: pero nadie tomaría seriamente eso para significar que como Personas Salvas ya no necesitamos comer comida. Él también dice que la Torá será escrita en nuestros corazones; pero eso de ninguna manera quiere decir que debemos dejar de aprender de los caminos de Dios de su Palabra escrita. De la misma manera en que nosotros, por fe, aceptamos a Yeshua como nuestro Salvador, ahora no nos viramos y nos oponemos a las mismas reglas y ordenanzas que el Señor estableció para demostrar Su carácter y para instruirnos sobre cómo vivir la vida redimida.

El segundo mandamiento es reafirmado en los versículos 8-10; y deja claro que Israel NO debe intentar establecer una relación con ningún otro Dios. Eso es bastante directo y no voy a comentar más sobre eso. Lo que YO QUIERO señalar es la naturaleza de la relación del Pacto de Moisés entre Dios y el hombre. Hablé la semana pasada sobre esta falsa dicotomía no-bíblica que se ha establecido en el cristianismo moderno que exige que veamos el AT como el establecimiento de un código legal, y el NT como la introducción de la gracia en el mundo. Parte integral a esto es el punto de vista típico que el Antiguo Testamento fue establecido como un dictador/rey que daba órdenes impersonales que debían ser obedecidas o de lo contrario; y alternadamente que el NT es todo acerca de una relación entre Dios y el hombre que no establece ninguna obligación sobre nosotros, los salvos.

Nosotros todos hemos escuchado a los pastores decir correctamente que el cristianismo no es una religión, sino que una relación. Bueno, exactamente eso mismo era cierto desde el principio. Es un axioma bíblico fundamental que los convenios entre Dios y el hombre están basados en la relación. Por lo tanto, nosotros obtenemos la fórmula de la relación en frases del AT como “ Y os tomaré por pueblo mío, y yo seré vuestro Dios” (Éxodo 6:7). O en Lev. 26:12, “Yo seré tu Dios y tú serás mi pueblo”. Note la ecuación: Dios dice que esto es lo que yo seré para ustedes, y consecuentemente esto es lo que USTEDES serán para mí. Y que aunque Dios ofrece esta perspectiva de una relación armoniosa, queda de uno aceptarla o rechazarla. ESA es la definición misma de una relación y tiene la misma base que nuestros votos de matrimonio humanos (que siempre fueron destinados a ser una ilustración física y visible de nuestra relación espiritual e invisible con el Señor). Observe que en una ceremonia de matrimonio la pregunta que se le hace a la novia, “¿tomarás a este hombre para ser tu esposo”, y para el novio, “tomarás a esta mujer como esposa?” Ambas partes deben acordar entrar libremente en esta relación. En el caso de que Dios establezca que Israel será Su pueblo y a cambio Él será su Dios, y en el caso del matrimonio humano, ambas partes DEBEN estar de acuerdo, ambas partes tienen obligaciones, y ambas partes tienen legitimación legal.

Si el Señor sólo dijera: “Yo seré tu Dios” y a Israel no se le da ninguna opción en el asunto, entonces la toma y daca falta y por lo tanto no hay ninguna relación sino servidumbre. Si en una ceremonia de matrimonio el hombre declara: “serás mi esposa”, pero a la mujer no se le preguntó si quería casarse con este hombre, entonces no hay ninguna relación sino subyugación.

El tercer mandamiento es que el nombre del Señor no debe ser mal utilizado. Este puede ser el mandamiento peor caracterizado de los 10. Este mandamiento es primordialmente sobre una cosa: no invocar el nombre de Dios como garantía en un juramento que es falso o uno que usted no tiene ninguna intención de guardar. Esta idea moderna de la mala pronunciación accidental de su nombre formal (YHWH) como el punto de este mandamiento; o que debemos abstenernos de decir Su santo nombre no tiene ningún fundamento en las Escrituras. El Talmud deja claro que la prohibición que los judíos eventualmente adoptaron (comenzando alrededor de 300 A.C.) de NO pronunciar el santo nombre YHWH no tuvo NADA que ver con este 3er mandamiento. Más bien, llegó a considerarse una cuestión de reverencia propia. Hay varias razones indicadas en el Talmud, y también en escritos por Philo y Josephus, en cuanto a porqué vino ser considerado irreverente decir el nombre formal de Dios y mientras que no hay una sola razón definitiva indicada, en general tenía que ver con una costumbre del Oriente Medio que decía que no era respetuoso para un hijo o hija pronunciar los nombres de sus padres. Por extensión la misma fue llevada al nombre del Señor porque el Señor fue reconocido como Abba, el Padre celestial de los hebreos. Permítanme decir enfáticamente: lo que estoy diciendo NO es mi opinión, es simplemente historia registrada en documentos judíos para cualquier persona que tenga el tiempo o el interés de encontrar y leer por sí mismos.

En tiempos de antigüedad, la invocación de votos y juramentos eran acontecimientos comunes; por definición, un voto o juramento implicaba el uso del nombre de un dios u otro. Si no se invocaba el nombre de un dios, entonces no HABÍA juramento o voto que le atara legalmente. La intención primordial de este 3er mandamiento es que el nombre del Señor no sea invocado descuidadamente o frívolamente al hacer votos y juramentos. Y en los libros posteriores del AT y las escrituras aún posteriores del NT, el consejo que se da es mejor no hacer votos y juramentos (siempre que sea posible) porque SI una persona invoca el nombre de Jehová en un voto o un juramento, el Señor espera que los términos sean completados independientemente del contenido o la intención. Una de las historias más infames de la Biblia es acerca de un hombre llamado Jefté que hizo de su propia hija un sacrificio de holocausto debido a un voto apresurado que había hecho a Jehová, sin esperar este horror como resultado. De hecho: fue un voto por el cual Jefté se acercó al Señor Y estableció los términos; Ciertamente, el Señor no lo pidió, ni Él condona, la vida humana como sacrificio.

El cuarto mandamiento es observar el Día de Reposo. Yo creo que he discutido lo suficiente este asunto, así que no voy a profundizar. Tenga en cuenta que el Shabat es el nombre propio de un día específico. De hecho, en cualquier buena traducción, la redacción es “observar el Día de Reposo”. Mientras que esto es aceptable, todavía pierde la marca un poco porque literalmente lee, “Observe el Shabat”.

El punto es que el Shabat no es solo un día, sino que es un día específico que el Señor ha ordenado como santo. Dos cosas: se define bíblicamente como el séptimo día de la semana, no el último día de cualquier período de 7 días de NUESTRA elección. En ninguna parte de las Escrituras lo hace cualquier otro día. Además es la SANTIDAD del día lo que es clave. El Señor ha establecido este día en particular, aparte de todos los demás, y lo hizo santo. Pregunta: ¿quién hace algo sagrado? ¿Puedes TU declarar que algo es sagrado? ¿Puedes TU tomar algo ordinario y por el “poder que se te confiere” hacerlo santo? ¿Qué hay de su pastor; puede hacer algo común en algo santo? Claro que no. Hacer algo…..cualquier cosa….mentiras santas únicamente dentro de la providencia de Dios.

Nosotros no podemos elegir cualquier día que deseemos y luego por nuestra propia autoridad declararlo santo. El sábado es MUCHO MÁS que un día de descanso. Si fuera simplemente un día de reposo físico, entonces ciertamente no tendría el carácter sagrado que YHWH le ha dado. Por el contrario, cada vez que tomamos un día libre de trabajo…. por la razón que sea…… no hace ese día un día de reposo. El mundo pagano tenía días libre, y el gobierno normalmente controlaba el día que podría ser. Tenían días para celebrar el invierno y solsticios de verano; tenían días para celebrar la inauguración de un nuevo rey; tenían días para celebrar y adorar a sus numerosos dioses; tenían días libres para celebrar el final de la temporada de cosecha. Eran días de descanso, pero no eran EL DÍA DE REPOSO. El día de reposo es una observancia semanal del milagro de la Creación.

Mira, se cita correctamente que Jesús dijo que el Día de Reposo fue hecho para el hombre, no el hombre para el Día de Reposo. Pero el punto no es que el único PROPÓSITO del Día de Reposo era que el hombre pudiera tomarse un día libre de trabajo, el mismo era para que el hombre pudiera disfrutar y refrescar su relación con Dios. El tiempo libre fue de hecho útil para el hombre y el animal para rejuvenecerse físicamente, pero sobre todo era para que el hombre pudiera recordar lo que el Señor ha hecho por él al redimirlo y al crear todo alrededor del hombre que nos sostiene. El que nosotros descansemos no hace algo por Dios; el que nosotros reflexionemos sobre él y le obedezcamos observando el día que él ha quitado de los días comunes de la semana y lo ha separado y bendecido como especial, es lo que honra a Dios.

Nosotros ahora hemos repasado los mandamientos (1 a 4) que tienen que ver con la expectativa de Dios de que nosotros (como Sus adoradores) reconozcamos Su nombre, Su naturaleza, Su identidad y Su día santo. Con el mandamiento número 5 hay un cambio de lo que el Señor exige de relaciones orientadas entre humanos; y éstas cubrirán específicamente la obligación de los niños a sus padres, y cómo uno debe honrar y proteger la vida, la persona, la propiedad y la reputación de nuestros vecinos y de la sociedad en general. Podríamos decir razonablemente que estas son reglas humanitarias establecidas por el Señor.

El quinto mandamiento entonces es para describir nuestra relación correcta con los seres humanos más importantes de nuestra vida, nuestros padres.

Al igual que en Levítico 19, donde los sacerdotes son amonestados a venerar a sus padres, los 10 mandamientos lo hace un deber no sólo para la clase sacerdotal sino para todos los que deseen ser parte de Israel para reconocer que entre las relaciones humanas las obligaciones a los padres reinan supremo. Curiosamente, este mandamiento se utiliza generalmente para obtener la atención de los niños en edad escolar cuando se trata de ser obediente a sus madres y padres, pero eso no es lo que se veía durante las diversas épocas bíblicas. Más bien, esto es más acerca de cómo los hijos adultos debían cuidar a sus padres cuando lo necesitaban y acerca de cómo los hijos adultos debían seguir mostrándolo respeto para con los ancianos. Es interesante que este tema es tan importante en la lista de Dios que en Levítico 19:3 Él esencialmente pone el mostrar respeto adecuado a los padres como una obligación social humana en el mismo nivel que la observación de Shabat es nuestra obligación a Dios. Porque ese versículo dice: “ Cada uno de vosotros ha de reverenciar[a] a su madre y a su padre. Y guardaréis mis días de reposo; Yo soy YHWH tu Dios”. Los padres terrenales y el padre celestial deben ser honrados y obedecidos.

Otra nota interesante es que muy a menudo en las Escrituras la frase usada para denotar los padres de uno es “tu madre y padre”, poniendo la palabra “madre” primero. No es que la intención sea nunca poner a la madre por encima del padre; más bien es poner a la madre y al padre igual en lo que era una sociedad dominada por los hombres. Puesto que Dios no valora un sexo por encima del otro, tampoco debe un niño poner las necesidades de un padre por encima del otro. Las mismas son iguales ante los ojos del Señor y por lo tanto deben ser iguales en los ojos del niño. Los rabinos estaban plenamente de acuerdo con esta opinión y mucho de esto está escrito en el Talmud a este efecto.

También es interesante notar que de todos los 10 mandamientos, éste concerniente a la instrucción de honrar a los padres es el ÚNICO que promete una recompensa para todos los que la obedecen; dice que al hacerlo, la vida se prolongará en la tierra y que uno “hará bien” o mejor, “tendrá bienestar”.

Los mandamientos sexto, séptimo, octavo y noveno son muy breves y todos están contenidos en un versículo. El sexto mandamiento es que uno no debe ratsach. Ratsach es la palabra en hebreo para asesinato. La misma NO significa matar. Uno no iría a cazar, por ejemplo, y ratsach (asesinato) un ciervo. El propósito de este mandamiento es muy limitado en su alcance y significa específicamente que un hombre no debe matar INJUSTAMENTE a otro ser humano. Las ejecuciones jurídicas NO concierne este mandamiento. La muerte en batalla no concierne este mandamiento. Incluso el homicidio involuntario (en el sentido de que no hay intención de matar a alguien, ni es la muerte el resultado de una negligencia grave) no concierne a este mandamiento. La palabra clave es “injusta”. Y por cierto, el castigo legal mediante la ejecución de una persona que ha cometido un homicidio injusto es ESPERADO y EXIGIDO por el Señor.

El séptimo mandamiento es que uno no debe cometer adulterio. El adulterio bíblico significa las relaciones sexuales de común acuerdo entre una persona casada y otra persona fuera de ese matrimonio. También podría significar una esposa tomando el lado de un hombre en contra su marido en un desacuerdo serio.

TODAS las sociedades del Oriente Medio de esta época generalmente veían las relaciones extra-matrimoniales como una cosa muy mala y la mayoría de estas mismas sociedades castigaban gravemente al perpetrador, generalmente con la muerte. En realidad, una ley similar al séptimo mandamiento era bastante usual y habitual entre la mayoría de las sociedades en esta época.

El octavo mandamiento es que uno no debe robar. Esto significa exactamente lo mismo a la forma en que lo pensamos hoy en día; no debemos tomar algo de alguien que no nos pertenece legítimamente. Algunos rabinos dijeron que este mandamiento incluía el secuestro (la toma ilícita de un ser humano) aunque eso es un poco exagerado. Más bien esto se trata de propiedad personal y la prohibición contra alguien que tiene su propiedad injustamente tomada de ellos.

El noveno mandamiento es que uno no debe dar falso testimonio en contra de otro. En nuestro vocabulario moderno esto se refiere al perjurio. Generalmente esto NO significa evitar decir una “mentira” en una conversación. Más bien, esto es más acerca de hacer una acusación falsa, de hacer mal contra de alguien que podría conducir a una sanción penal, y se trata de no decir la verdad en un tribunal de justicia que podría o bien exonerar a los culpables o condenar a los inocentes.

Ahora el décimo mandamiento es algo único porque mientras que todos los demás hablan de acciones concretas y comportamientos externos, éste dice que una persona no debe “codiciar” algo que le pertenece a otra persona; así que esto tiene que ver con el ESTADO MENTAL. Codiciar significa tener diseños secretos para hacer algo tuyo al que no tienes derecho alguno. Por lo que ciertamente tal estado mental podría eventualmente ser manifestado en una acción para adquirir erróneamente lo que está siendo codiciado, pero ese NO es el punto de este mandamiento.

La primera cosa que uno no debe codiciar es la esposa de su vecino; eso es que uno no debe mirar con lujuria a la mujer casada y quererla para sí. La siguiente cosa que no debes ansiar o planear para adquirir erróneamente es la casa de tu vecino. Esto NO significa su lugar de residencia: la tienda o cabaña o edificio donde uno vive. Casa, según es usada aquí, es en el sentido de “familiares”, las personas que forman su familia extendida. Anteriormente he compartido con ustedes que el modo de operación común de la mayoría de las épocas bíblicas para un clan o una tribu aumentar su poder y riqueza era la toma a la fuerza de personas, a menudo familias enteras. Tuvimos un ejemplo directo de esto cuando los hijos de Jacob hicieron exactamente lo mismo cuando permanecieron un tiempo en Siquem, y tomaron a la gente en retribución por la violación de la hija de Jacob, Dina. Esto aumentó dramáticamente el tamaño de la tribu de Jacob porque los israelitas adquirieron familias enteras de personas.

La reiteración de los 10 mandamientos está ahora completada y Moisés le recuerda al pueblo que fueron ESTAS 10 leyes las que la gente escuchó directamente de Dios, con sus propios oídos. Las 603 leyes que vinieron después fueron dadas a Moisés y luego él se las pasó a la gente.

Moisés también recuerda a la gente que Dios estaba dispuesto (y Moisés habría estado perfectamente feliz) a continuar dando Su Torá directamente a ellos con Su propia voz divina para que todos lo escucharan, pero su temor a la impresionante presencia del Señor los llevó a suplicarle a Moisés que le pidiera a Dios que PARARA de hablar y en su lugar Moisés se comportara como su Mediador.

Los siguientes par de versículos, 26 y 27, añaden una información interesante; dicen que Jehová realmente elogia a Israel por su actitud de preferir a Moisés a recibir la Ley, a su posición en la presencia de Dios y a escuchar las Leyes del Señor. Esto es importante porque el Señor no vio a Israel como débil o supersticioso o indigno de oír Su voz; más bien, él vio su petición de obtener las leyes a través de Moisés como la respuesta APROPIADA a su genialidad y un acuerdo con Dios de que Moisés era Su Mediador autorizado. Israel había obtenido un temor y una reverencia saludables por Jehová y mientras lo conservaran y obedecieran los mandamientos de la Torá, entonces ” les iría bien a ellos y a sus hijos, para siempre”.

Hay un par de principios fundamentales de Dios contenidos en esa declaración más bien inocua: primero, el Señor bendecirá grandemente a aquellos que determinen mostrarle el respeto adecuado y lo sigan en obediencia. Segundo, es que el hombre SÍ tiene una opción; el Señor no va a obligar a nadie a obedecer o a ser forzado a servirle a Él. En términos generales, el Señor NO controla a un hombre como una marioneta, ni la mente de un hombre ni las acciones de un hombre.

Puesto que en el versículo 27 la gente quería que Moisés recibiera el resto de la Torá en vez de ellos, Jehová le dijo a Moisés que dejara ir de regreso a la gente a sus tiendas. Entiende que ellos NO fueron despedidos excepto que ellos pidieron que los dejaran ir. Tampoco ellos no fueron puestos bajo algún tipo de arresto domiciliario; NO se les ordenó ir y quedarse en sus tiendas mientras Moisés recibió la ley. Más bien, las personas simplemente se les permitían regresar a sus moradas desérticas y no permanecer y oír las palabras de Dios. Y, por supuesto, junto con la instrucción para que el pueblo fuera despedido, a Moisés se le dijo que permaneciera donde estaba para que el Señor pudiera terminar lo que Él comenzó.

Esta porción del discurso de Moisés para la gente termina con el punto principal de todo este sermón: esto es lo que debe ser aprendido (y esperemos que no se repita) de lo que sucedió en el Monte Sinaí, y luego todas las desventuras que ocurrieron después lo que causó la muerte de decenas de miles de Hebreos, y la misma es que la Torá que Moisés está en proceso de enseñar a esta nueva generación de israelitas debe ser seguida y obedecida, o esta nueva generación puede esperar consecuencias similares a las que recibieron sus padres.

La próxima semana comenzaremos el capítulo 6.

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