Deuteronomio Lección 4 Capítulos 2, 3, y 4

Deuteronomio

Lección 4 Capítulos 2, 3, y 4

Continuamos esta semana en Deuteronomio capítulo 2. Y comenzaremos con la instrucción del versículo 24 que instruye a Israel a comenzar la ocupación de la tierra de Canaán; o puesto de otra manera para tirar la primera descarga a la Guerra Santa de Jehová. Volvamos a leer desde el versículo 24 hasta el final del capítulo 2.

VOLVAMOS A LEER DEUTERONOMIO CAPÍTULO 2:24 – hasta el final

El comienzo de la guerra es interesante ya que refleja en gran medida lo que sucedió con Faraón en Egipto. Al rey de Hesbón se le ofreció la paz. Todo lo que tenía que hacer era dejar que Israel marchara por su tierra para ir en camino hacia Canaán. Hesbón estaba en el lado ESTE del río Jordán y como tal NO era parte de la tierra reservada para Israel. Por lo tanto, por voluntad general de Dios no había necesidad de conquistar a estas personas. Sin embargo el rey Sehón rechazó la oferta de paz y atacó a Israel. El resultado fue la aniquilación de los amorreos.

El versículo 30 explica que el Señor endureció la voluntad del rey Sehón; y esto fue igual a como el Señor había hecho con el Faraón del éxodo. El efecto de endurecer la voluntad de Sehón es que Dios ha marcado a Sehón para destrucción (el dado ha sido echado). El NT deja claro que en algún momento (generalmente antes de la muerte) una persona que insiste en resistir la provisión de Dios para redención (a discreción de Dios) será permanentemente dejada en su estado malvado; el Señor ya no estará detrás de esa persona. Ya sea que el Señor endurezca el corazón, o sencillamente abandone a la persona a la perdición eterna, esto es sólo una cuestión de semántica porque ya no hay esperanza.

Ahora permítanme comenzar esta semana con otro de los grandes principios bíblicos que provienen de estos versículos. Y ese principio es que aun cuando podemos hablar del “libre albedrío” que el Señor ha dado a los hombres, ese libre albedrío tiene límites.

Antes de abundar en esto, permítanme también señalar otro medio para mostrarles la diferencia entre la verdadera Guerra Santa Bíblica y la yihad de los musulmanes (discutimos esto a profundidad la semana pasada), y que los juicios de Dios contra Faraón y Egipto son en realidad un tipo de Guerra Santa. Fue una guerra iniciada POR el Señor, no iniciada por los hombres en el nombre del Señor. Fue una guerra que el Señor luchó como un guerrero (hablando figurativamente), y el resultado fue determinado no por generales y soldados humanos sino por las acciones del Señor.

Y, a pesar de que el Señor ordenó que los “soldados de Israel” (por así decirlo) fueran a despojar a Egipto de todo el oro y la plata, la inmensa mayor parte de ese oro y plata se utilizaría para construir el Tabernáculo del Desierto y todos los instrumentos rituales necesarios. Así que la ley de Herem (el cual es un ocupante central de la Guerra Santa) jugó un papel (repasa la lección de las últimas semanas si no recuerdas la ley de Herem), por la cual en general los despojos de la guerra fueron al Señor mismo y no debían ser para el beneficio material personal para del pueblo.

Ahora, en cuanto a nuestro Principio Bíblico, concerniente a los límites del libre

albedrío de la humanidad. Nos gustaría decir que Dios nunca interfiere con el libre albedrío de los hombres; bueno, creo que eso es un poco simplista. De hecho nos dicen en varias ocasiones que Jehová endureció el corazón del Faraón, y aquí en Deuteronomio que el Señor endureció el corazón del rey Sehón. En términos hebreos de antigüedad debemos entender que el significado del término “corazón” es completamente diferente al significado que le hemos asignado hoy en día.

El corazón en tiempos de antigüedad (INCLUYENDO a los tiempos del Nuevo Testamento) no tenía nada que ver con ser un lugar donde el espíritu habitaba o donde residía nuestra voluntad. El corazón tampoco era un lugar de donde venía la emoción. Se creía que el corazón era el asiento del intelecto, consciente e inconsciente. Sólo piense en la palabra “cerebro”; los ancestros pensaron en el corazón casi precisamente de la misma manera que hoy pensamos del cerebro. El cerebro es el lugar de nuestra mente. Es donde viven nuestros instintos. Es donde hacemos decisiones bien pensadas y es también de donde provienen nuestras reacciones de reflejo.

Fue solo el imperio romano subsiguiente Helenista (mucho después de la época de Jesús y de Pablo) quien comenzó a transformar la concepción del corazón en un lugar de amor y de la emoción eróticas. Anteriormente en casi todas las sociedades, al hígado y los riñones se les refería como los asientos de emociones positivas y negativas. Fueron sólo estos helenistas posteriores quienes transformaron el concepto de amor de una forma de acción misericordiosa y benévola, a una emoción. No te estoy dando una opinión; Esto es un hecho literario e histórico bien documentado que la iglesia ha optado por ignorar durante siglos.

Por lo tanto si quieres dejar de estar confundido sobre lo que CUALQUIER parte de la Biblia está diciendo cuando se refiere al corazón, simplemente sustitúyelo por la palabra “mente”.

Ahora, en lo que respecta al libre albedrío; el libre albedrío es la versión humana de la soberanía de Dios. El libre albedrío es el monto total de soberanía sobre nuestras propias vidas que el Señor ha entregado a los hombres; La soberanía divina de Dios está sobre todas las cosas y, por lo tanto, el libre albedrío de los hombres siempre está sujeto (e inferior) a Su voluntad.

Una de las lecciones principales que se pueden extraer de la experiencia de Jonás es que el terreno del libre albedrío del hombre no es realmente lo que parece; hay límites que el Señor ha puesto en marcha. Por ejemplo, fue la voluntad de Jonás huir de la presencia de Jehová. Pero el descubrió que Dios está presente en todas partes y que no hay escapatoria. Negar la soberanía de Jehová, incluso hasta Su existencia, no es un remedio.

Hay fuerzas conscientes e inconscientes que abundan dentro de los hombres que son frustrantemente misteriosas; Pablo escribe acerca sobre estas fuerzas de esta manera: “…… Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo la ley de que el mal está presente en mí.

22 Porque en el hombre interior me deleito con la ley de Dios, 23 pero veo otra ley en los miembros de mi cuerpo que hace guerra contra la ley de mi mente, y me hace prisionero de la ley del pecado que está en mis miembros”. (Romanos 7)

Pablo está hablando, al menos en parte, de nuestro libre albedrío y de cómo parece tan susceptible a la influencia de otras fuerzas. Y de hecho eso es lo que vemos cuando leemos que el Señor endurece las voluntades de los hombres EN CONTRA del Señor, con el propósito de exigir la justicia del Señor y los propósitos del Señor usando a estos mismos hombres.

El Faraón del éxodo no era estúpido. Después de casi toda la destrucción de Egipto y la invencibilidad evidente del Dios de los hebreos, él AUN trató de hacer batalla con el Señor y la misma resultó en la aniquilación del ejército de Faraón y en la pérdida del estatus de clase mundial para Egipto y para el Faraón. El rey Sehón de Hesbón sabía muy bien que su ejército no era rival para Israel. Olvídate de cualquier elemento espiritual; El ejército israelí superó a Sehón probablemente cien a uno. El rey Sehón sabía muy bien que era un suicidio enfrentarse a Israel; sin embargo, en alguna combinación inescrutable de Jehová indagando en la mente inconsciente del rey, combinada con el propio orgullo obstinado del rey, el rey hizo exactamente lo que Jehová determinó que Él quería que hiciera.

Los griegos reconocieron muy bien este fenómeno y escribieron extensamente sobre esto en su literatura Clásica. El tema era que de alguna manera la historia se desplegaba de una manera que parece tan llena de serendipia (descubrimiento afortunado, valioso e inesperado) cuando estaba ocurriendo, pero en retrospectiva hay un destino obviamente predeterminado que se está tomando lugar. Pero, ¿pre-determinado por quién? ¿A qué conclusión pre-ordenada se dirige la historia? Y al final, la historia no es más que Dios que trabajando dentro de la vida de los hombres, y de alguna manera en sintonía con la elaboración de la voluntad de los hombres. Y, todo está trabajando hacia un fin que Él fijó hace eones (periodo de tiempo indefinido) de piedra atrás. Así que a pesar de las declaraciones floreadas y las filosofías que nos hacen cosquilla en los oídos y las doctrinas religiosas que los hombres han creado sobre cómo funciona el libre albedrío, nuestras voluntades propias no son enteramente libres ni tampoco son bien entendida.

Vamos a movernos al capítulo 3.

LEER DEUTERONOMIO CAPÍTULO 3

El primer 1/3 más o menos de Deuteronomio 3 es básicamente una repetición de los recuentos de números 21 de la victoria sobre Og y lo que sucedió inmediatamente después.

Permítanme recordarle la razón de lo que parece ser sencillamente una repetición de los acontecimientos: en este momento Moisés está hablando con la nueva generación de hebreos, la segunda generación del éxodo.

La generación anterior, la primera generación del éxodo (todos los cuales habían sido testigos oculares de las 10 plagas y habían celebrado la primera Pascua y caminado por la abertura en el mar rojo) ahora estaba muerta y se había ido como un pre-requisito para que Israel se le permitiera entrar y poseer la tierra prometida. La mayoría de la generación a la que Moisés se está dirigiendo en Deuteronomio está recibiendo una lección de historia, ya que habían nacido después de la mayoría de los grandes acontecimientos de los que hablaba O eran niños pequeños cuando estas cosas ocurrieron y realmente no comprendían la importancia de todo lo que había sucedido.

Esta es la razón por la que aun cuando las historias de Éxodo, Levítico y Números son esencialmente las mismas que las que se están siendo re-contadas en Deuteronomio, algunos de los detalles, el punto de énfasis, y la presentación es un poco diferente porque las circunstancias son ahora diferentes. Uno no se dirige a las personas que están en medio de un evento actual de la misma manera que uno cuenta esas mismas historias a una generación más tarde como una historia pasada.

Y Moisés dice que Israel había marchado hacia el norte, se encuentra con el Rey Og de Basán y lo derrota. Basán era un área del Trans-Jordania al ESTE del Río Jordán y ligeramente al norte y noreste de lo que eventualmente se llamaría Galilea. Esta zona era muy fértil, contenía agostadero y estaba bien boscosa. Había 60 pueblos en Basán (sin duda un número redondeado), todas de las cuales eran ciudades amuralladas o pueblos fortificados, junto con un número no revelado (pero más grande) de pequeñas aldeas sin protección, todos los cuales fueron tomados a la fuerza por Israel. Una ciudad amurallada indicaba la presencia de un número considerable de personas y un alto grado de urbanización; para que hubiese varias de estas comunidades amuralladas significaba la existencia de un gobierno robusto y una buena planificación. Para su era esto no era un territorio primitivo o desorganizado de tribus como las tribus de los Beduinos; las ciudades de Basán tenían rejas y bisagras metálicas, caminos, ejércitos permanentes y leyes bien definidas y un gobierno sofisticado.

Comenzando en el versículo 8 se obtiene un resumen de todo el territorio (en el lado este del río Jordán) incautado por Israel, y comienza tan lejos como el norte del Monte Hermón (y esa zona es todavía conocida por el mismo nombre hasta el día de hoy, así que sabemos exactamente dónde está). Date cuenta que Deuteronomio dice que el Monte Hermón TAMBIÉN fue llamado Hermon, Sirion (en la lengua Sidoniana), y Senir por los amorreos. Yo he afirmado en numerosas ocasiones que tenemos que observar cuidadosamente en la Biblia porque a medida que pasamos a través de las páginas de la historia vamos a ver el mismo lugar llamado por un sinnúmero de nombres diferentes debido a) cambios de nombre actuales, y b) el nombre se registra a menudo de acuerdo a cómo fue llamado por los varios idiomas diferentes.

El área conquistada mencionada en el versículo 10 como “meseta” significa la meseta moabita que eventualmente se convirtió en el territorio de Rubén, y fue allí donde nació el homónimo del libro de Ruth.

Ahora recordemos nuestra discusión de la semana pasada sobre una clasificación de personas llamadas Repfaítas, donde se nos dice que el Rey Og era en realidad el último del remanente de los Refaítas (al menos en su región).

Los Refaítas eran la versión del Nefilin post-diluvio, una raza maléfica y generalmente de hombres grandes. ¡De hecho, el versículo 11 habla de una cama de hierro del Rey Og (que reside en lo que se conoce como el actual Aman, Jordania) que es 13-14 pies de largo y 6 pies de ancho! Y claro que, una buena cama es siempre más grande de lo que una persona necesita, pero esto solo indica lo alto que era el Rey Og. Tenemos registros egipcios completamente independientes de esa misma época que TAMBIÉN hacen mención de la enorme cama de este rey, y el asombroso hallazgo de varios restos esqueléticos de hombres en la región de Basán quienes median unos 9 pies de altura.

Luego Moisés recuerda cómo él accedió a dar gran parte del área del Reino de Sehón a la tribu Israelita de Gad, y otras partes de la misma a un grupo de clanes que representaban aproximadamente 1/2 de la población de la tribu de Manasés (ellos habían determinado que NO querían entrar a la tierra de Canaán prefiriendo en cambio los agostadores enormes de Sehón porque ellos tenían enormes manadas de cabras y ovejas como su economía principal).

Como modo de explicación adicional, esta misma sección dice que el distrito conocido como Argob fue asignado a Jair hijo de Manasés, y el distrito conocido como Galaad fue asignado a otro hijo de Manasés llamado Maquir. En este momento tanto Jair como Maquir NO eran hombres específicos, los mismos eran los clanes que eran los descendientes de estos 2 hombres. Jair y Maquir eran los dos clanes dominantes de Manasés que decidieron preferir a Trans-Jordánia en vez de la tierra de Canaán. Los otros clanes de Manasés decidieron cruzar el Jordán junto con las otras tribus de Israel. Este es probablemente un buen momento para mencionar que el término “hijo” (como en Jair hijo de Manasés) en hebreo es Ben. Así que en hebreo el significado es que esta tierra fue dada a Ya’ir Ben Manasés (hijo de Jair de Manasés). En este contexto, la palabra hijo no siempre se utiliza de la manera que típicamente pensamos del mismo. En la Biblia el término “Ben” (hijo) a menudo se refiere a un nieto o puede generalmente referirse a cualquier miembro masculino de cierto clan. Sólo ocasionalmente la palabra hijo se puede referir a un hijo varón como Salomón hijo de David.

A modo de descripción adicional de la tierra que fue conquistada por Israel, el versículo 17 dice que tomaron la región comenzando en Cineret y continuando hasta el Mar Muerto. Para aquellos de ustedes que han hecho peregrinación a Israel, tal vez reconozcan el nombre “Cineret”. Es un nombre alterno (y mucho más antiguo) para el Mar de Galilea, todavía en uso hasta el día de hoy.

Luego Moisés le recuerda a la gente que la condición para permitirle a Rubén, Gad, y a los 2 clanes de Manasés los derechos a estos territorios conquistados en Trans-Jordania, era que enviaran un gran contingente de sus tropas especiales con las otras tribus israelita para ayudar a conquistar la Tierra Prometida. Sus mujeres, niños y ganado podían permanecer atrás (junto con un ejército considerable para la defensa de la patria), pero estas tropas especiales no podían volver hasta que el trabajo de capturar a Canaán fuese terminado.

Muchos años más tarde encontramos esto registrado en el libro de Josué: LBLA Josué 22:1 Entonces Josué llamó a los rubenitas, a los gaditas y a la media tribu de Manasés, y les dijo: Habéis guardado todo lo que Moisés, siervo del Señor, os mandó, y habéis escuchado mi voz en todo lo que os mandé. Hasta el día de hoy no habéis abandonado a vuestros hermanos durante este largo tiempo, sino que habéis cuidado de guardar el mandamiento del Señor vuestro Dios. Y ahora, el Señor vuestro Dios ha dado descanso a vuestros hermanos, como El les había dicho; volved, pues, e id a vuestras tiendas, a la tierra de vuestra posesión que Moisés, siervo del Señor, os dio al otro lado del Jordán.

Así que, ciertamente, estas tribus cumplieron con su obligación y Josué eventualmente les permitió regresar a sus hogares en la orilla oriental del Río Jordán.

Permítanme señalar un principio que está un poco oculto en este asunto de las 2 1/2 tribus que envían tropas a sus hermanos: en toda consideración Israel debía actuar como grupo o congregación. Ellos debían trabajar juntos por una causa común, bajo el liderazgo de Jehová. Este principio de Dios es central para todos aquellos que piensan de sí mismo como pueblo de Dios ya sea que se refiera a los israelitas físicos o a aquellos llamados la iglesia que han sido unidos espiritualmente a Israel.

En los versículos 23-26 comienza una súplica apasionada por Moisés a Dios para cambiar su mente en la dura decisión que se había hecho algún tiempo atrás. Recordemos que el Señor había juzgado a Moisés de manera similar a como él había juzgado la primera generación del éxodo; a ellos NO se les permitiría entrar en la Tierra Prometida. A Moisés se le había dado al menos la oportunidad de poder dirigir a Israel a la conquista de la región del Trans-Jordanía y también se le permitió ver la Tierra Prometida desde lejos.

Aquí, Moisés UNA VEZ MÁS dice que fue debido al pueblo de Israel (queriendo decir el liderazgo en general) que él pecó de tal manera que se le prohibió entrar a la Tierra de Canaán. Su argumento es que Israel provocó a que él se comportarse de manera precipitada. Pero este argumento cayó en oídos sordos: el Señor dice, “¡suficiente! ¡Nunca más me hables de este asunto! (palabras muy poderosas y definitivas de la irritación divina del Señor con Moisés por tratar de persuadirlo para que altere su justa decisión en el asunto de la rebelión de Moisés). La justicia de la situación es que al igual que los que pecaron en el desierto fueron condenados a morir en el Desierto, así mismo tuvo que ser para Moisés. A Moisés no se le pudo dar una exoneración especial, aun cuando se le había asignado una posición de alto rango POR DIOS como su mediador terrenal para Israel, Moisés seguía siendo un hombre imperfecto que pecó como otros hombres. Ni siquiera el mediador de Dios podía ser salvo del castigo que se declaró hace tanto tiempo atrás, durante el tiempo de Adán y Eva; todos los hombres experimentarían su castigo.

Ciertamente hay paralelos entre Moisés él Mediador y Yeshua Él Mediador en este aspecto, pero también hay diferencias. Yeshua era un hombre (aunque Él era también Dios) y por lo tanto la muerte para Jesús era tan inevitable como lo era para Moisés.

Sin embargo, la afirmación de que Moisés murió “a causa de la gente” NO significaba que Moisés murió EN LUGAR DE la gente, o por su bien; Moisés NO era un sustituto de la expiación como lo era Yeshua. NI tampoco Yeshua murió como resultado de ser un hombre pecador o imperfecto, como fue con Moisés. Moisés murió porque, como todos los hombres, pecó; Jesucristo murió porque, a diferencia de cualquier otro hombre, Él estaba sin pecado.

No debemos pasar por alto el principio de Dios expresado en la relación entre el líder y aquellos que son dirigidos; porque ellos (y nosotros) estamos inextricablemente unidos. Es primordial en la economía de Dios que un líder siempre haga lo que está bien ante los ojos del Señor, independientemente de lo que otros hombres PUEDAN querer que se haga. Las consecuencias de estar firmes con el Señor son legendarias; la recompensa por la lealtad inquebrantable a Jehová es a menudo el martirio de una forma u otra. Es muy rara la vez que los líderes elegidos por Dios sean admirados por el mundo. De hecho, si un hombre es aplaudido y admirado por el mundo, es inevitable que él sea una persona no dirigida por Dios. El lema de una persona que decide aceptar la oferta de Jehová para ser un líder de su rebaño es: “Haz lo que es justo y Santo, y que suceda lo que tenga que suceder”; más fácil decirlo que hacerlo como Moisés (y todos los líderes en servicio a Dios) pronto se darán cuenta. Sin embargo, según es expresado aquí en Deuteronomio, los requisitos del Señor para Sus líderes no son negociables, al igual que lo son el castigo por el pecado y la rebelión.

Así que este capítulo termina de una manera agridulce con Moisés diciendo, “la razón por la que no puedo dirigirlos hacía la tierra prometida es por mis fracasos personales. Soy un pecador y la muerte es mi recompensa”. Por lo tanto, dice Moisés, Josué es ahora tu líder designado (designado por Dios) y él es quien debe repartir la Tierra de Canaán entre las tribus.

Por cierto: a Josué no se le dio toda la autoridad de Moisés, sino que más bien él se convirtió en la cabeza del ejército israelí. Josué NO se convirtió en un Mediador sustituto de Moisés, ni tampoco él debía ser un líder a quien el sumo sacerdote debía estar en deuda. Israel no tendría otro Mediador en el orden de Moisés por casi 1300 años, y ese Mediador no sería otro que Dios Mismo en la forma de Yeshua de Nazaret.

Comencemos ahora, con el capítulo 4.

Me gustaría establecer el tono de Deuteronomio 4 antes de que nosotros lo leamos. Por lo tanto, me gustaría dirigirme a ustedes con esta pregunta: si supieran con certeza que su tiempo en la tierra está llegando a su fin en cuestión de días o semanas, ¿qué es lo que les gustaría decirle a los que han amado, educado, y cuidado? ¿Qué te ha enseñado la vida que es tan valioso que en el tiempo limitado que te queda, deseas desesperadamente dar a conocer aquellos que van a continuar después de tu muerte para que lo tengan en su corazón, y con suerte lo lleven a cabo? Ese es el contexto de Deuteronomio 4. Moisés está, literalmente, suplicándole a la generación que le sucederá que continúen con la buena obra que el Señor ha comenzado; pero que no hagan los mismos errores que él y sus padres hicieron.

Leamos juntos los versículos de apertura del capítulo 4 de Deuteronomio.

LEER DEUTERONOMIO 4:1 – 4

Moisés comienza exhortando al pueblo a obedecer las Leyes de Dios y luego explica POR QUÉ deben obedecer las leyes de Dios. Y curiosamente la explicación de Moisés gira en torno a una lección de historia. Moisés dice que las experiencias recientes de la historia de Israel que validan y establecen en contexto las razones y los propósitos para que el Señor dicte estas reglas y mandamientos por las que Israel debe vivir. En otras palabras, las leyes de Moisés no son abstractas, las mismas no son idealistas e inalcanzables, y no fueron establecidas en un vacío. Las leyes fueron, por supuesto, dadas en términos culturales de esa época, en un idioma específico (hebreo), en un momento particular de la historia, y luego la aplicación de estas leyes se demostró en una serie de contextos y circunstancias. De hecho, algunas de las leyes ni siquiera debían observarse hasta que entraran en Canaán porque esas leyes en particular giraban en torno a la agricultura (algo en lo que los israelitas no podían participar mientras vivían en tiendas de campaña en el Desierto).

En el versículo 1, Moisés dice que ellos deben obedecer todas las leyes dadas en el Monte Sinaí, “para que puedan vivir…” Moisés dice que la vida misma (al menos para el pueblo de Dios) depende de la obediencia al Señor, y la obediencia fue demostrada por el cumplimiento de sus mandamientos. Israel (en general) tomó el consejo de Moisés tan literalmente como lo dijo. En Proverbios 19:16 encontramos al rey Salomón decir: “ El que guarda el mandamiento guarda su alma, más el que menosprecia sus caminos morirá.” Los hebreos creyeron firmemente que caminar en los caminos del Señor no sólo trajo Shalom (bienestar en todos los aspectos), sino que esto extendía su vida al máximo periodo de vigencia; por el contrario la rebelión trajo calamidad y una muerte física antes de lo normal. Moisés está suplicando a Israel que sea obediente POR SU PROPIO BIEN.

En un contexto histórico hubo varios casos registrados durante la jornada por el desierto cuando la rebelión trajo la muerte al pueblo de Dios bajo la mano de Dios. De hecho, cuando consideramos que sólo habían pasado 38 años desde la negativa de Israel a entrar en la Tierra Prometida (cuando Dios decretó que ningún hombre de edad responsable se le permitiría vivir lo suficiente para entrar en Canaán); y que la edad de la rendición de cuentas comenzó a los 20 años de edad, eso significa que nadie mayor de 58 o 59 años de edad estaba viviendo ahora entre los israelitas cuando comenzaron su conquista. La rebelión trajo muerte instantánea para algunos, la muerte prolongada para otros, y una muerte normal para la mayor parte de la población. Los hebreos de esa era típicamente vivían bien hasta los 70 años. Les digo que Moisés no estaba haciendo una declaración súper espiritualizada sobre solamente el valor Celestial de ser obediente a Jehová; él le estaba recordando a la gente que su propia historia reciente les mostró la evidencia de que la obediencia a Jehová es vida y la rebelión es muerte. Así que escoge la obediencia.

También quisiera señalar una minúscula palabra o frase en el primer verso; y dependiendo de su traducción dirá, “escucha”, o “presta atención”, u “observa”.

La palabra hebrea que se está traduciendo es Shema. Aquellos de ustedes que han estudiado por un tiempo las raíces hebreas deben reconocer esa palabra, ya que incluso se ha convertido en un nombre Tradicional para un mandamiento en Deuteronomio 6. También se conoce como “escucha O Israel”.

Este es el punto: en nuestro español moderno nosotros hacemos poca distinción entre las palabras “escucha” y “presta atención”. Nosotros pensamos que prestar atención es sólo una forma antigua y muy formal de decir escucha en español. Esto no es verdad. Shema es una instrucción para HACER algo. Es un llamado a la acción. Así que en nuestro vocabulario moderno “escuchar y obedecer” u “observar” capta mejor el sentido de la palabra Shemá o su equivalente en español presta atención. En la época medieval prestar atención específicamente significaba actuar en lo que te están diciendo.

Así como he explicado en lecciones anteriores, cuando nuestras Biblias dicen “creer en Dios”, nosotros debemos tachar mentalmente la palabra “creer” e insertar en su lugar “confiar” con el fin de alinear el sentido bíblico de la misma con el vocabulario del siglo XXI, así mismo es cuando nos topamos con las palabras “escucha “o “presta atención” nosotros deberíamos tachar mentalmente esas palabras y reemplazarlas con” escuchar y obedecer “u “observar”. Eso es porque al igual que “creer” se ha convertido en una palabra bastante débil la cual indica una aceptación intelectual pasiva de algo, así mismo “escuchar y prestar atención” han llegado a ser palabras que sólo significan que nuestros oídos percibieron algunos sonidos y nosotros los comprendemos intelectualmente. Esto no es en absoluto, o nunca fue, el sentido de la palabra Shema. La misma significa que escuchamos y Hacemos. Nosotros debemos ACTUAR sobre lo que nosotros escuchamos.

Por lo tanto, permítanme recitar el Shema para ustedes con el sentido en que siempre fue su significado (y el sentido en que los hebreos lo entendieron) y vamos a ver si el cambio de que una pequeña palabra de escuchar a obedecer nos pone de repente nos da una nueva luz:

LBLA Deuteronomio 6:4 “¡OBEDECE, O Israel! el Señor es nuestro Dios, el Señor uno es. Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu fuerza.

Además permítanme recordarles dos cosas: donde está la palabra Señor, en hebreo es en realidad YHWH. Y donde se usa la palabra corazón, no se pensaba del corazón (en esa época) como el lugar donde residen nuestras emociones. Más bien el corazón era el equivalente de cerebro. El corazón era el lugar donde residía nuestro intelecto. En nuestro vocabulario moderno debemos cruzar la palabra corazón cada vez que lo vemos en la Biblia (AT o NT) e insertar la palabra mente.

Déjenme leer este principio básico de Dios llamado el Shema para ustedes una vez más, y luego concluiremos. Y recuerden, Yeshua dice que el Shema es el principio de Dios MÁS fundamental de todos ellos; las 10 Palabras (10 Mandamientos) se basan en el Shema, al igual que todas las leyes 613. Por lo que es importante que nosotros obtengamos el sentido más verdadero posible de lo que Dios nos está comunicando. LBLA Deuteronomio 6:4 “¡OBEDECE, O Israel! Jehová es nuestro Dios, Jehová uno es. Amarás a Jehová tú Dios con toda tu mente, con toda tu alma y con toda tu fuerza.

Esto lo pone en una perspectiva un poco diferente, ¿verdad? ¿Ve usted la fuerza y la pasión de esta afirmación y la capacidad de hacer de esa afirmación? Este es un decreto real que no debe ser ignorado. El requisito es que nosotros entendamos quién es Dios intelectualmente y ENTONCES dejemos que caiga sobre nuestras almas también, y entonces actuemos sobre este entendimiento con cada fibra de nuestro ser físico y espiritual. ESCUCHAR o PRESTAR ATENCION son palabras bíblicas poderosas, no pasivas. Y nosotros encontraremos esas mismas palabras, con el mismo significado e intención, también en el Nuevo Testamento.

Continuaremos con el sermón elocuente y apasionado de Moisés la próxima semana.

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