Deuteronomio Lección 32 Capítulos 23 y 24

Deuteronomio

Lección 32 – Capítulos 23 y 24

 

Terminaremos Deuteronomio 23 hoy y pasaremos al capítulo 24. Los últimos versículos del capítulo 23 que nosotros vimos fueron el 17 y 18, el asunto de las prostitutas que trabajaban para un templo pagano supuestamente como una profesión santa simplemente porque beneficiaba a quienes controlaban ese templo. En el mismo contexto que la prostitución fue una introducción al concepto de no recibir dinero de ganancias ilícitas y dárselo a Dios como ofrenda porque nunca la reconocería ni lo aceptaría. Y la razón de esto, es que lo que una persona está haciendo realmente con tal acto es presentar al Señor algo que es producto del adulterio y esperar que lo declare como algo bueno, sólo porque se le está dando con buenas (aunque equivocadas) intenciones.

Continuemos con Deuteronomio 23 en el versículo 20. Comenzaremos por releer esta breve sección.

Volvamos a Leer DEUTERONOMIO 23:19 – hasta el final.

Esta siguiente ley es parte de esa familia de mandamientos que yo llame como las leyes de la “verdadera religión” (en el mismo sentido de que el hermano de Yeshua, Santiago, definió la “verdadera religión”). La verdadera religión significa tomar el espíritu de la Ley, agregar una generosa ayuda de misericordia y amor, y ponerla en práctica con la guía del Espíritu Santo. Esta ley en particular tiene que ver con hacer un préstamo a alguien; y la regla es que si el prestatario es un hermano (un israelita, lo que significa un ciudadano completo de Israel) entonces los intereses no deben ser cobrados. Sin embargo, para un extranjero (la Biblia Completa Judía dice el “extranjero”) el cobrar intereses es aceptable.

La palabra que se traduce como extranjero o extraño (dependiendo de su versión bíblica) es nokri. Y un nokri es la clasificación de extranjero que no tiene vínculos con Israel, no se identifica con Israel, y en general no tiene ninguna lealtad a Israel que no sea expresar alguna medida de gratitud por que se le permita vivir en paz junto a Israel en la tierra por una razón u otra. Por lo general, se considera que esta ley se refiere a los comerciantes ambulantes que están pasando por tierras lejanas, o a los comerciantes extranjeros que han establecido un negocio en Israel porque pueden ganarse la vida allí. Por lo tanto, para prestar dinero o alimentos o generalmente cualquier cosa de valor para este tipo de persona tenía que ver con una propuesta de negocio en lugar de la premisa subyacente para un hebreo prestando a otro hebreo. Y esa premisa es, que el prestatario hebreo era una persona pobre que estaba en una situación precaria y su salud y bienestar estaban en peligro si no recibía una mano amiga.

Particularmente en los días de Moisés y Josué no hay evidencia de que se hubiera establecido un sistema de préstamo de dinero (es decir, plata u oro) en Israel; más bien era generalmente alimento en forma de grano o producto el que se prestaba. Los prestamistas de dinero ciertamente se habían establecido en otras partes de la región y el préstamo de dinero a los pobres, con fines de lucro, era común y muy caro para el prestatario.

Los registros de las culturas mesopotámica muestran que el interés del 25% en el préstamo de plata y el 50% en el préstamo de grano era la norma. Ese interés simplemente sirvió para hacer más pobres a los pobres y a los ricos más ricos. Estos nokri que vivían en Israel, sin duda, provenían de naciones donde PODÍAN pedir dinero prestado si querían, pero a tasas de interés horrendas. El Señor dice que Israel no está obligado a subsidiar a estos empresarios extranjeros prestándoles lo que desean sin intereses. Pero Israel ESTÁ obligado a prestar a los hebreos pobres sin interés (y también al extranjero genuinamente pobre que vive entre ellos) porque es una obligación entre los israelitas no beneficiarse de la desgracia de otro.

Es muy triste hoy mirar estas leyes y pensar a nosotros mismos lo horrible que es que las compañías de préstamos hacen tales fortunas prestando dinero a los ciudadanos promedio. Las compañías de tarjetas de crédito cobran un 20% de interés y más, y las empresas de préstamos de títulos de automóviles y casas de empeño cobrarán aún más intereses que eso, y casi siempre es a los socialmente desfavorecidos en nuestra sociedad. Pero tenemos que tener cuidado de no igualar manzanas y naranjas. Demasiado, especialmente en Estados Unidos, hay quienes son etiquetados como “pobres” porque han sido terriblemente tontos con su dinero, o con su crédito, o tienen prisa y no quieren esperar algo para que hagan un trato tonto. O tal vez se niegan a trabajar o a obtener la educación disponible para todos para permitirles conseguir un trabajo decente. También tenemos a esas personas que se complacen demasiado con el alcohol o las drogas y luego pierden todo y tendemos a aglutinar a los “pobres” y desfavorecidos. Por lo general, la Biblia no lo haría ya que la responsabilidad personal y el cargar las consecuencias de las decisiones y acciones de uno mismo es algo que está en el centro de la vida, basada en las Escrituras. Encontramos numerosas leyes y proverbios a lo largo de la Palabra (Nuevo Testamento también), que someten a los hijos borrachos y sin valor de los padres a la ejecución; y los perezosos e insensatos de sufrir su propio destino a pesar de que es desgarrador presenciarlo.

La definición de Dios sobre la pobreza es que tal vez a través de problemas de salud, o debido a que ha sido oprimido intencionalmente por la sociedad, o debido a que no hay trabajo disponible, o debido a una muerte y destrucción imprevista que haya sucedido, o cualquier otra condición por la cual la persona no es responsable de ser incapaz de mantenerse a sí mismos o a sus familias. La pobreza no se define como el uso excesivo de su crédito y luego tener su casa embargada, por lo que ahora tiene que vivir en un pequeño apartamento de alquiler. La pobreza no es tomar un autobús para trabajar porque no tienes un coche (aunque tomar el autobús puede llevar mucho tiempo y puede ser inconveniente). La pobreza significa que no tienes suficiente para comer o no tienes techo sobre la cabeza, o no tienes un abrigo caliente para usar cuando hace frío. En la época bíblica, las mujeres y los niños, especialmente las viudas y los huérfanos, podían encontrarse en situaciones que amenazaban la vida porque no podían cuidarse a sí mismos debido a la forma en que la sociedad operaba tradicionalmente. Los discapacitados y los enfermos también cayeron en esta categoría, al igual que los extranjeros que vinieron a Israel para escapar de la esclavitud de sus amos.

Dios dice que TODO Israel debe ayudar a estas personas y asegurarse de que tienen suficiente para sobrevivir; de lo contrario, clamarán a Él debido a la falta de misericordia mostrada por el pueblo de Dios (y así quebrantar los mandamientos de la Torá del humanismo); y aquellos que le dieron la espalda a los más vulnerables de la sociedad estarán cometiendo pecado en contra del Señor y habrá consecuencias.

Esencialmente esto se trata de una ley sobre la responsabilidad social y la equidad inherente. Yeshua tuvo mucho que decir sobre este tema.

La próxima ley se afirma en los versículos 21 –23 y abre un tema verdaderamente fascinante alrededor del cual se han formado muchas doctrinas del judaísmo y el cristianismo; es el tema de hacer votos a Jehová. Esta ley establece que CUANDO haces un voto (lo que significa que haces una promesa de algún tipo al Señor e invocas Su nombre como certeza) uno tiene que a) cumplir esa promesa, y b) realizarla a tiempo. El NO mantener ese voto en sí mismo es un pecado, independientemente de la naturaleza de ese voto o cómo las circunstancias podrían haber cambiado radicalmente desde que hiciste el voto, (incluso circunstancias que nunca podrías razonablemente haber imaginado).

Puesto que parece que prácticamente todos los capítulos de la Biblia tratan con personas que hacen o rompen votos de un tipo u otro, vamos a examinar esto un poco más profundo para que podamos entender esta costumbre antigua de hacer votos a un dios.

Es bueno en nuestra era actual, recordar que en tiempos pasados la existencia de dioses y diosas (y también otros seres espirituales) era tan universalmente aceptado y creído como la necesidad de un humano respirar aire y beber agua si quería vivir. Es sólo desde el período de la Ilustración a principios de 1700 que ciertos filósofos como Kant, y Voltaire, y Hume desafiaron esa creencia universal y dijeron que sólo los ignorantes aceptaron esa tontería supersticiosa que hay un dios todopoderoso invisible, o que había ángeles o seres espirituales, ya que esta premisa no era científicamente verificable. Por consiguiente, nosotros tenemos el nacimiento del ateísmo y del humanismo secular hace apenas 300 años atrás.

Mi punto es que antes del proceso de hacer votos a los dioses del 1700 era algo muy habitual como comer una comida. Esto no era diferente para los israelitas que, para el resto del mundo, excepto por una cosa: se dice de las deidades paganas que ellos QUIEREN que sus seguidores hagan esos votos y promesas, pero el Señor Dios de Israel dice NO hagan votos y promesas a Él. ¿Por qué esos templos paganos con sus sacerdotes paganos respaldaron con entusiasmo la realización de votos? Porque hacer votos significaba traer un regalo a ese dios. Al final y a la postre, por supuesto, ese regalo terminaba en las manos de los sacerdotes del templo. Esto no era nada diferente en Israel, porque cuando una persona hacía un voto el mismo requería un sacrificio y una ofrenda para comenzarlo y completarlo, y muchas de esas ofrendas fueron dadas al sacerdocio.

En Israel los propósitos para hacer un voto variaban ampliamente. En general, un voto era una petición al Señor para Su ayuda. Tal vez una persona quería desesperadamente que algo sucediera (o NO sucediera); o tal vez necesitaban alivio de los problemas. Puede que hayan buscado la victoria en la batalla o la curación una enfermedad. El que hizo el voto habitualmente prometía hacer algo por el Señor si reconocía su necesidad o deseo.

El pago u ofrenda al Señor era generalmente algo de valor; en el caso de un voto nazareo, sin embargo, la oferta inicial era a menudo abstenerse de algo que traía placer personal (como el vino).

En el mundo pagano los votos fueron diseñados básicamente como sobornos. Se esperaba que el adorador estuviera literalmente comprando el favor de algún dios o diosa en particular por medio de su ofrenda de voto. Jehová dice que no necesita comida, ni bebida, y que ya es el dueño de todo lo que existe, por lo que ofrecerle algún tipo de dinero u objeto valioso a cambio de Su acción no tiene ningún valor para Él. Además, Él es soberano y Su voluntad no se puede comprar. Sin embargo, eso todavía no impidió que una parte significativa de la población hebrea lo intentara. Y los resultados fueron a menudo terribles.

Aunque el Señor no promueve los votos, el Señor tampoco dice que hay algo malo o pecaminoso con el mismo. Así que en el versículo 22 dice que, si uno elige NO hacer jamás un voto a Jehová, esto NO es pecado. Cristo va tan lejos como para decir que es mucho mejor hacer de su sí, un sí y de su no, un no y evitar todo el proceso de hacer votos para empezar. ¿por qué? Porque como dice en el siguiente versículo 23 (y parafraseo): “LO QUE me prometiste, lo llevarás a cabo…….o si no”.

Como puedes ver, son las consecuencias involuntarias de hacer una promesa al Señor las que son el problema. No podemos ver un segundo en el futuro, así que ¿cómo podemos estar seguros de que podemos seguir adelante con algo que prometemos hacer (o no hacer) que podría ser semanas o meses en la fabricación, o involucrar a otra persona, o ser algo sobre lo que tenemos poco control? Tal vez la consecuencia más trágica en toda la Biblia de tener la mejor de las intenciones de hacer un voto, pero de experimentar la consecuencia más horrible de lo involuntario es la historia de Jefté, que quería que el Señor lo bendijera en la batalla y así prometió que, si el Señor ganaba la victoria por él, él le ofrecería como ofrenda quemada lo primero que saliera por la puerta de su casa cuando regresara de su campaña militar. Naturalmente, esperando que fuera algún tipo de animal que lo saludara, quedó devastado cuando su única hija irrumpió con entusiasmo por la puerta para correr hacia él. Como la batalla había sido efectivamente ganada, él siguió piadosamente con su voto. Hay muchas lecciones de esta historia en las que no entraremos hoy; sólo sé que Jefté siguió adelante porque él entendió completamente que esta ley de Deuteronomio 23 no tiene excepciones. Las únicas dos cosas que quiero mencionar por ahora acerca de lo que podemos aprender de este episodio es que 1) Dios no quería ni pedir ni aceptar el sacrificio humano de la hija de Jefté, y 2) Dios tampoco requirió un voto de Jefté para proporcionar la victoria que él esperaba.

Estoy seguro de que si él pudiera hablar desde su tumba el consejo de Jefté a todos nosotros sería que (aparte de sus votos de boda) no hagan ninguno porque hacerlo es muy peligroso no sólo para usted, sino para otros que pueden verse afectados por su voto.

El mandamiento final de este capítulo ocurre en los versículos 24 y 25 y se refiere al derecho a comer de los cultivos de un vecino. Y la regla es que una persona puede pellizcar algunas cabezas de grano y comerlas, o arrancar algunas uvas y comerlas para satisfacer su hambre inmediata. Pero no pueden pedir una bolsa para llevar. No pueden venir a llenar una cesta, ni tomar una hoz y cosecharla y llevársela.

Realmente no se trataba de alimentar a los pobres porque para los pobres ya se habían establecido las leyes de la recolección. Y de hecho, los pobres no se limitaron a comer sólo lo que podían consumir en el acto. Más bien esta ley en particular es para los viajeros. Era perfectamente permisible en tiempos de antigüedad caminar por el campo de alguien en un viaje. No necesariamente en todos los sitios donde se viajaba había un camino o una carretera bien definida por donde caminar. A veces era necesario simplemente salir en una dirección general; y como los campos estaban disponibles por todas partes hubiera sido demasiado arduo caminar alrededor de los bordes de los campos para llegar a su destino. Además, no había paradas de descanso y albergues en el camino y como la mayoría de la gente común viajaba a pie no quería llevar grandes cargas. Así que al pasar por un campo o un viñedo y tener hambre, la ley les permitía comer los productos de ese campo o vid de una manera limitada.

Obtenemos una imagen interesante de esta situación exacta en el Nuevo Testamento en Mateo 12 cuando Yeshua y sus discípulos entraron en una disputa con algunos fariseos sobre comer y arrancar algunos de los granos de un campo por el que habían estado caminando (de acuerdo con esta ley de viajeros en Deuteronomio 23). Pero la cuestión no se trataba de robar o aprovecharse de un agricultor; más bien fue que esto sucedió en un sábado y por lo tanto Yeshua fue acusado de profanar el Día de Reposo. Sin duda esto se debió a que había caminado MÁS la distancia permitida en un sábado (según lo definido por los fariseos) con el fin de haber estado en el campo fuera de la ciudad y él estaba recogiendo” grano para comer, por lo que, esto también se consideraba trabajo de acuerdo con algunas Tradiciones. Yeshua no parecía pensar que las leyes que Él le dio a Moisés 1300 años atrás antes, debía ser revocadas por la última serie de doctrinas hechas por el hombre que el judaísmo había inventado.

Vamos a continuar con Deuteronomio capítulo 24.

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Es interesante que, aunque leemos a menudo en la Torá y la Biblia sobre de un hombre hebreo dándole a su esposa una orden de divorcio (un get en hebreo), de hecho no hay leyes directas y definitivas de divorcio en la Torá. En otras palabras, si bien encontramos leyes sobre el matrimonio e incluso el volver a casarse, nosotros no encontramos procedimientos o reglas sobre cómo o por qué el divorcio se llevó a cabo. Aparentemente, dado que el divorcio era habitual y común en el Medio Oriente, los hebreos generalmente lo daban por sentado; y las razones del divorcio y los procedimientos que también siguieron eran simplemente costumbres de toda la vida. Por lo que de toda la vida y de conocimiento común era el protocolo del divorcio que la explicación del mismo no está escrito en la Biblia. Sólo obtenemos pistas y pedazos en los Salmos, los Profetas, y en Proverbios y en algunas de las historias narrativas bíblicas.

Lo otro que reconocemos al instante, es que tan común como era el divorcio en la era de Moisés, también lo fue el volverse a casar. Por lo tanto, al igual que con el hacer los votos el único conjunto real de reglas que el Señor da sobre un voto, es que si usted hace uno, usted debe guardarlo o sino es pecado, por lo que el Señor dice que SI te divorcias hay algunas prohibiciones sobre el casarse nuevamente.

No hay ninguna ley escrita per se que diga que no puedes divorciarte, y aun así el Señor deja claro que el matrimonio iba a ser para toda la vida.

La prohibición que concierne al volverse a casar que encontramos en los primeros versículos del capítulo 24 es que, si un hombre decide divorciarse de su esposa, y luego ella va y se casa con otro hombre; y luego su nuevo marido muere o él también se divorcia de esta mujer, ella no puede volver a casarse con su marido original. Hace unos 800 años atrás el Rambam (Maimónides) dijo que creía que la razón de esta ley era detener lo que era esencialmente un esquema de intercambio de esposas desenfrenado por el cual un hombre se casaba y se divorciaba de su esposa, tomaba otra para un encuentro amoroso a corto plazo, volvía a casarse con su primera esposa y luego repetía este proceso con bastante frecuencia con otras mujeres. La idea era que al casarse legalmente y divorciarse y casarse de nuevo y divorciarse de nuevo, la persona estaría cumpliendo con sus deseos sexuales con diferentes mujeres porque técnicamente estaba casado con cada mujer…… incluso si era sólo por unos días. Por lo tanto, no estaría violando las leyes del adulterio al tener relaciones sexuales fuera de su matrimonio o fuera del matrimonio. Como he dicho, parece que ya sean judíos o cristianos siempre están en la búsqueda de un buen tecnicismo legal. Pero seamos claros: el Señor NO aprueba el divorcio.

LBLA Malaquías 2:16 16 Porque yo detesto el divorcio[w] —dice el Señor, Dios de Israel— y al que cubre de iniquidad su vestidura —dice el Señor de los ejércitos—. Prestad atención, pues, a vuestro espíritu y no seáis desleales.

Ahora la razón indicada aquí en Deuteronomio para que al primer esposo no se le permita volver a casarse con la ex esposa de la que se había divorciado DESPUÉS de que se había vuelto a casar y divorciarse, se afirma en el versículo 4: dice que ahora está profanada. Por lo tanto, si ese primer esposo hiciera tal cosa como volver a casarse con una ex esposa en estas circunstancias, el traería esa profanación sobre la tierra de Israel y la tierra está demasiado santificada como para permitirlo.

Ahora permítanme señalar una cosa antes de seguir adelante: donde dice en el versículo 1 que la razón por la que el hombre se divorcia de su esposa es porque (dependiendo de su traducción) encuentra algo desagradable de ella, o él la odia, o ella le disgusta, esto no es un intento de crear una lista exhaustiva de razones divinamente aceptables para que un hombre se divorcie de su esposa. Esto es simplemente una generalidad explicando que obviamente el hombre ya no la quiere por la razón que sea. Y tampoco está diciendo que está bien ante los ojos de Dios que un hombre realmente no tenga que tener una buena razón para divorciarse. Esta ley era lo suficientemente vaga como para que encontremos a Pablo comentando lo que él cree que es la única buena razón para el divorcio e incluso todo esto es muy desagradable y feo en el mejor de los casos. Es instructivo que la Biblia considera el divorcio primordialmente como un fracaso del matrimonio. Es decir, si bien el matrimonio es una institución, el divorcio NO es una institución la misma es, sino una unión inapropiadamente rota.

LBLA 1 Corintios 7:15 Sin embargo, si el que no es creyente se separa, que se separe; en tales casos el hermano o la hermana no están obligados[g], sino que Dios nos[h] ha llamado para vivir en paz.

Jesús también tuvo unas palabras directas sobre este tema:

LBLA Mateo 19:9 9 “Y yo os digo que cualquiera que se divorcie de su mujer, salvo por inmoralidad sexual, y se case con otra, comete adulterio”.

Recuerden que en la época Bíblica los hombres eran los que se divorciaban. Así que no estire este significado para decir que mientras un hombre puede divorciarse de su esposa por su adulterio, una mujer no puede divorciarse de un hombre por el suyo.

Ahora tome nota de esto: al menos de acuerdo con la ley de Deuteronomio 23 NO hay objeción a que un hombre se divorcie de su esposa (y técnicamente viceversa) y luego ellos volver a casarse. La prohibición en contra de volverse a casar es SOLAMENTE en lo que respecta a un compañero que se casa con otra persona en el intermedio.

A partir del versículo 5 comenzamos a alejarnos del tema que ha sido el contexto de los dos últimos capítulos: el séptimo mandamiento que prohíbe el adulterio. Ahora entramos en una sección que se centra más en cuestiones humanitarias. Y el primer reglamento es que un hombre que acaba de casarse puede ser diferido del servicio militar durante un año. La razón declarada es traer felicidad a su esposa.

Ahora las versiones varían un poco, pero literalmente lo que esto dice en el versículo 5 es: “cuando un hombre toma una nueva esposa……” Son las palabras “nueva esposa” las que son clave porque esto no se aplica a volverse a casar. Es decir, esto sólo se aplica a una esposa con la que un hombre nunca antes ha estado casado, por lo tanto, es “nueva”.

En la superficie esto parece una cosa muy buena de hacer (dando a un nuevo esposo y esposa un año para estar juntos y disfrutar de la compañía del otro antes de que tenga que salir a la guerra). Pero la “felicidad” que el hombre trae a su nueva esposa tiene mucho más que ver con que ella quede embarazada Y dar a luz que simplemente el placer y la emoción típicos de los recién casados (aunque dar tiempo para eso es parte del propósito de esta ley). Hoy en día está de moda (y suele ser el consejo de los padres) que una pareja recién casada posponga tener hijos hasta que se hayan instalado en su vida de casados y hayan tenido una cantidad suficiente de tiempo como “una pareja”. Pero en la era bíblica era la mayor esperanza que en su noche de bodas la nueva esposa quedara embarazada (y si no entonces, tan pronto como sea absolutamente posible). Tener hijos (y con suerte un hijo) era todo para una nueva familia; y especialmente en el caso en que un hombre pronto se vaya a luchar en la batalla con la posibilidad real de que pueda morir. Tener un hijo significaba que la esencia de la vida del hombre y la línea de sangre continuarían; y para la esposa significaba que no tendría que soportar la vergüenza de haber estado casada pero no haber tenido hijos. Recuerden: para los hebreos, el deber primordial que tenían en la Alianza de Abraham era ser fructífero (reproducirse). Para un hombre o una mujer el no procrear era un fracaso en cumplir con ese pacto y era un asunto muy serio lo que trajo gran vergüenza pública.

Las siguientes leyes contenidas en los versículos 6 y 7 son mucho más amplias de lo que podría parecer en una lectura casual. Estas leyes tienen que ver con el respeto a la vida. El primero se refiere a lo que sucede cuando una persona presta a una persona muy pobre algo de dinero o comida, y quiere algún tipo de garantía (colateral) para su préstamo.

Y el ejemplo dado es que el prestamista no puede tomar la piedra de molino superior del prestatario como garantía.

Un molino de grano era una herramienta esencial en todas las familias del Medio Oriente. Estos dispositivos, aunque primitivos, eran caros y difíciles de hacer. Se transmitían de generación en generación y era común que se utilizara un molino de grano durante cientos de años antes de que se necesitara uno nuevo. Consistía en dos partes llamadas piedra de molino superior e inferior. La parte inferior era una pesada superficie plana de piedra donde el grano estaba puesto, y la parte superior era la parte más pequeña que una persona sostenía en su mano. La piedra de molino superior se utilizó para aplastar el grano contra la parte inferior. Si la piedra de molino superior se tomaba o se perdía, entonces el molino de grano era esencialmente inútil.

El grano se molía diariamente en harina. El tomarles el molino de una familia era negarles un medio de sustento; negar a una familia un medio de sustento era negarles la vida. Y este es exactamente el punto de esta ley; y también de la siguiente que trata con el secuestro.

 

El principio es, uno que a veces se empuja a la retaguardia en nuestra sociedad capitalista orientada a la riqueza y el siguiente es este: no importa cuál sea la situación, es moralmente reprobable tomar de una persona los únicos medios que tienen para ganarse la vida, especialmente cuando se trata simplemente de garantizar o cumplir con un préstamo.

Por lo que se deduce que una persona no debe robar otra vida (que es lo que el secuestro equivale a). El secuestro bíblico se refiere a tomar a alguien con el propósito de esclavizarlo para su uso personal o venderlo a otro con fines de lucro. Por lo general, se entendía que el maltrato también estaba involucrado; tratar a la víctima más como un animal o un esclavo. La pena por hacer esto es de esperar: una vida por una vida, la ejecución del criminal. Cuando consideramos lo que esto significa, tenemos que tener en cuenta la forma en que la sociedad operaba en ese momento. En la batalla era perfectamente habitual que los vencedores tomaran a la gente y los usaran como esclavos. Esto no se consideraba un secuestro, sino más bien el botín de la guerra. Además, especialmente entre Israel, era habitual que las mujeres y los niños fueran asimilados a la sociedad israelí en lugar de ser vistos como “la propiedad” de algún individuo en particular. Hemos visto en leyes anteriores que el maltrato de esclavos y sirvientes, extranjeros o hebreos, está prohibido. Un buen ejemplo de esto fue el incidente de Siquem cuando Leví y Simeón masacraron a todos los hombres adultos, y las mujeres y los niños de la ciudad fueron tomados “como esclavos”. Básicamente esto significaba que se añadieron por la fuerza a la población de Israel, pero al mismo tiempo no se consideraba infrahumanos o personas para usar sin misericordia para mano de obra barata.

Si bien la ley del secuestro no necesariamente se refería SOLO a los posibles ciudadanos israelitas como las víctimas, la forma en que se expresa en el versículo 7 significa que este era el punto de esta regulación en particular.

Quiero terminar la lección de esta semana haciendo un punto que espero poder explicar lo suficientemente bien, porque las próximas leyes en particular son excelentes ejemplos de lo que estoy a punto de decirles.

Además, cuando finalmente podemos interiorizar la increíble existencia y la naturaleza de los patrones en la Palabra de Dios, entonces finalmente estamos en posición de entender Su Palabra más plenamente, y también podemos desenredar mejor las profecías que todos anhelamos (y tal vez con temor) esperar a ser cumplido en un futuro próximo.

He dicho muchas veces que la Ley de Moisés no sólo es real y tangible; es al mismo tiempo un tipo y una sombra de las cosas por venir. No es uno u otro; la Ley es ambas. Es una dualidad que existe y funciona en al menos dos niveles simultáneamente. En algunos casos, esas sombras “cosas por venir” ya han sucedido como resultado del advenimiento del Mesías Yeshua. Por otra parte, las leyes dadas por medio de Moisés en el monte Sinaí no eran parábolas, ni refranes, ni eran ideales imposibles y, por lo tanto, no había una seria expectativa por parte de Jehová de que serían obedecidas.

LBLA Deuteronomio 30:10 “ 10 si obedeces a la voz del Señor tu Dios, guardando sus mandamientos y sus estatutos que están escritos en este libro de la ley, y si te vuelves al[j] Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma. 11 Este mandamiento que yo te ordeno hoy no es muy difícil para ti, ni está fuera de tu alcance.

Dios tenía la intención de que se siguieran todas estas reglas y regulaciones de la Ley de la Torá: Él no le dio a Moisés “Las 10 Sugerencias” y luego continuó con las 603 “directrices” más. Y sin embargo, sabemos que detrás de todas estas leyes había principios fundamentales por un lado, y por otro las leyes y los mandamientos eran un medio para demostrar estos principios e ideales subyacentes que eventualmente se llevarían a una última realización por el Mesías. No es de extrañar que la gente durante siglos y siglos haya luchado con la conexión entre la Ley y Cristo.

Los llevé aquí para decirles que el patrón de demostrar los principios de Dios incrustándolos en las muchas narrativas bíblicas e historias de cualquier período de tiempo que hayan tenido lugar, sólo para que esos mismos principios se entiendan mejor y luego aplicados más ampliamente en las historias que tuvieron lugar en generaciones posteriores, no se limita sólo al dar la Ley que más tarde se realizó en la vida de Jesucristo. Por lo tanto, al mirar más de cerca vemos que los principios incrustados en la historia de la Creación fueron expuestos en las maravillosas historias de los Patriarcas. Los principios incorporados en las historias de los patriarcas se ampliaron y se hicieron aún más visibles en la entrega de la Ley. Los principios establecidos en la Ley fueron llevados a otro nivel de intención y operación con la venida de Yeshua, ya que explicó más detalladamente el espíritu con el que debían ser obedecidos. Y los principios actuados en la vida de Jesús, y de los que se habla en Sus parábolas, se harán aún más refinados y se harán más realidad a medida que Él reine y gobierne en el Reino del Milenio.

Así que todos estos principios de Dios conectan perfectamente a pesar de los miles de años de progresión en la historia de la humanidad, y los increíbles cambios y variaciones dentro de las sociedades humanas, veremos los mismos principios exactos empleados en la perfección del Reino del Milenio que hicimos en la Historia de la Creación. Y esto se debe a que estos principios de Dios de las Escrituras son inmutables; nunca cambian. Incluso siguen siendo los mismos, ya sea aplicados en el Cielo o en la Tierra, o incluso en la Nueva Tierra que ha de venir.

Cuando nosotros leemos las fascinantes historias de la Torá que tuvieron lugar en la era de los Patriarcas (Abraham, Isaac y Jacob), esos principios básicos de Dios subyacentes (que francamente no siempre son tan fáciles de sacar e identificar) en realidad están preparando el escenario para muchas leyes y mandamientos que Moisés dará en una fecha posterior sobre el Monte Sinaí al pueblo de Israel. Al leer y aprender acerca de la Ley (como estamos en Deuteronomio) vale la pena tomar algunas de estas leyes, volver al libro del Génesis, y luego ver los principios expresados en estas leyes aparecen y se reproducen dentro de estas historias y ver cómo todo se conecta. Los principios que nunca antes habíamos reconocido en estas primeras historias bíblicas de repente y claramente nos aparecen.

Muchos eruditos bíblicos del siglo XX y XXI se han vuelto tan agudamente conscientes de estas conexiones imposiblemente perfectas y perfectamente entrelazadas que sólo pueden concluir que todo fue fabricado y tejido juntos después del hecho por algunos editores ingeniosos. Ahora es la posición de muchos académicos modernos que (por ejemplo) los libros de Éxodo y Deuteronomio tuvieron que ser escritos ANTES del libro del Génesis (o que Génesis tuvo modificaciones importantes en una fecha posterior). Y que la razón por la que estos editores anónimos perpetraron esta farsa fue para que las Leyes del Monte Sinaí aparecieran (en sus principios subyacentes) en las historias sobre Abraham, Isaac y Jacob que habían ocurrido cientos de años antes. Ellos dibujan esta suposición porque mientras su intelecto es grande, su fe es pequeña; simplemente no pueden aceptar que los principios de Dios pudieran estar presentes tan temprano en la Biblia y luego permanecer completamente inalterados, consistentes e incluso creciendo en su profundidad a medida que pasaban los siglos, a través del libro del Apocalipsis.

Amados hermanos, si realmente quieren saber lo que Dios va a hacer en el futuro, miren los patrones del pasado. Si alguien te dice que una profecía bíblica aún incumplida debe suceder de una manera que deshace los principios anteriores de Dios en favor de los nuevos, sé escéptico.

La semana que viene tomaremos un par de estas leyes de Deuteronomio 24 y regresaremos en el tiempo para ver la base de estas leyes aparecer en la historia de los Patriarcas.

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