Deuteronomio Lección 13 Capítulos 10 y 11

Deuteronomio

Lección 13, Capítulos 10 y 11

La semana pasada terminamos en medio de nuestro estudio de Deuteronomio capítulo 10 discutiendo esta pregunta retórica pero poderosa que Moisés le hizo mientras se encontraba en la cima de Moab dirigiéndose al pueblo escogido: “Y ahora, oh Israel, ¿qué exige YHWH tu Dios de ti?”

Y Moisés contesta su propia pregunta con esta instrucción: el redimido de Dios debe venerar a YHWH, andar en sus caminos, amarlo, servirle y obedecer (o guardar) sus leyes y mandamientos. Reverenciar, andar, amar, servir y obedecer. Y así yo les preguntó una pregunta retórica mía propia (y créeme, esta es una pregunta cargada): ¿acaso solo deseas que se te conceda tu salvación y luego tú continuas a través de tu vida, sin preocupaciones, hecho con las cosas de Dios y creyendo que tus pecados están cubiertos de todos modos, así que, por qué preocuparte por eso? Es decir, ¿realmente crees que una vez que confías en Yeshua nuestro Mesías no tienes absolutamente ninguna obligación hacia Él y no habrá consecuencias para tus decisiones y acciones (o inacciones)? ¿Has decidido que tú puedes separar completamente tu conocimiento de lo que Él ha hecho por ti de tu adoración a Él y de la forma en que vives el resto de tu vida? Permítanme decir sin vacilación o duda alguna: esa misma implicación precisa está abundantemente dentro de la iglesia moderna (especialmente moderna evangélica) e incluso pone en duda si cualquier forma de obediencia de los creyentes a la palabra escrita es realmente legalismo, y por lo tanto una cosa mala. Y yo hablo, hoy, en firme oposición a semejante doctrina impía, cuya base no es más que un deseo de distanciar la Torá hebrea de la iglesia de los gentiles y de hacer que la vida de un cristiano parezca como si desde el momento de nuestra salvación, nosotros hemos ganado el derecho de retirarnos del deber de hacer más que simplemente existir al esperar el cielo. Moisés dice, ‘ redimido de Israel, tienes cosas que hacer’. El cristianismo moderno dice, ‘ redimido de Cristo, renuncia ahora y guarda tu energía’.

Nosotros discutimos esto bastante a fondo la última vez, así que no lo repetiremos; pero puedes estar seguro de que no descansaré hasta que haya hecho todo lo posible para persuadirte de que SÍ tienes obligaciones con el Señor y que simplemente sentir amor hacia Él no será suficiente como respuesta adecuada a Su incomparable don de redención. Se ha convertido una doctrina bastante estándar en algunas denominaciones que Dios busca de nosotros sólo un sentimiento de amor en nuestro corazón y que hacer mucho de cualquier cosa que no sea disfrutar de nosotros mismos en compañía de otros cristianos, y tal vez asistir a un culto de adoración ocasionalmente , en realmente un negativo. Les recuerdo: aquí en Deuteronomio Dios está dando todas estas instrucciones a un pueblo que Él ya redimió. Y este es el patrón de Dios que fluye naturalmente a nuestra era como lo hacen todos sus patrones. PRIMERO somos redimidos, y sólo ENTONCES Él nos da Sus mandamientos e instrucciones. Sus mandamientos e instrucciones NO son para aquellos que no están ya redimidos (salvos en jerga cristiana). Una vez más: sus mandamientos e instrucciones (lo que la iglesia llama “la Ley”) no son para el propósito de la redención.

La redención es un regalo gratuito, dado para quien a Dios elija darlo; y SIEMPRE ha sido un regalo gratuito incluso en la época de Moisés. Las leyes de Dios son con el propósito de instruir a las personas redimidas en CÓMO vivir la vida redimida.

Además, el Señor demanda que hay una manera en la que se le muestre amor a Él. Una de las preguntas estándar que un consejero matrimonial le preguntará a un esposo y a una esposa es: ¿Cómo quieres que te muestren amor? La mayoría de los hombres luchan con esa pregunta (a menudo ni siquiera entienden lo que eso significa), pero la mayoría de las mujeres instantáneamente tienen una respuesta. Y los consejeros matrimoniales que conozco dicen que el centro de los problemas dentro del matrimonio es un cónyuge que no está dispuesto a mostrar amor a su pareja de maneras que el compañero pueda reconocer y aceptar como amor genuino.

La Biblia nos da una generalización sobre este tema del amor dentro del matrimonio humano: dice que las mujeres deben respetar a sus maridos, y los esposos deben mostrar amor a sus esposas. La palabra de Dios explica que una esposa que se somete a su esposo es como ella le muestra respeto a él, que es lo que equivale al amor para un hombre. Alternativamente, un esposo muestra a su esposa el amor que ella busca poniéndola por encima de sí mismo, demostrando que daría su propia vida para proteger la suya si fuera necesario, y siendo amable y gentil y consciente de sus necesidades y preocupaciones. Una vez más, esto es, por supuesto, una generalidad, pero creo que no he sabido de una pareja casada que no esté de acuerdo con esa premisa básica.

Por supuesto, como individuos cada uno tiene cosas específicas que nos indican “amor”. Para las mujeres a menudo es simplemente su marido diciendo, “te amo”, verbalmente, regularmente. Para otros podría ser un recuerdo sorpresa como un montón de flores y un regalo inesperado. Para un hombre puede ser su esposa arreglando las comidas para él que ella sabe que son sus favoritas; o haciendo un buen trabajo criando a sus hijos y cuidando su hogar; o buscando regularmente su consejo (o incluso permiso) en asuntos que ni siquiera él cree necesariamente que debe ser el que decide.

Pero aquí está la cosa: para la mujer que anhela escuchar “te amo”, pero tiene un marido que simplemente no puede o no lo dice, ella no está siendo amada de una manera que ella entiende como amor. Y aunque eso ciertamente no significa que el matrimonio va fracasar, la relación igualmente como ciertamente no será tan satisfactoria como podría ser o tiene como intención que sea. Así mismo sucede en nuestra relación con Dios. Él nos ha dicho inequívocamente en términos muy sencillos CÓMO quiere que se le muestre amor. Él dice que para Él el amor comienza con la obediencia a Sus leyes y mandamientos. Él dice que para reverenciarlo, y para andar en los caminos que Él ha ordenado, y para servirle fielmente, y para obedecerle a Él debemos mostrarlo que lo amamos en la manera en que Él quiere ser amado. ¿Acaso podemos NO reverenciarlo, andar en sus caminos, servirle, y NO ser obediente a Él y aún amarlo hasta cierto grado? Tal vez de nuestro lado de la ecuación, pero no de la Suya. ¿Qué tipo de relación es esa que tenemos con el Señor si insistimos en que lo amamos, pero Él dice que no?

Vamos a volver a leer los últimos versículos del capítulo 10 de Deuteronomio.

VOLVAMOS A LEER DEUTERONOMIO 10:12 – hasta el final

Después de explicar lo que Dios requiere de Su pueblo redimido, se hace una extraña declaración en el versículo 16 que encontraremos repetida en intervalos regulares en el resto del Antiguo Testamento y en varios lugares claves del Nuevo Testamento. La misma es que el Señor quiere corazones circuncidados más de lo que quiere los prepucios circuncidados. Recuerda: tachar la palabra “corazón” (debido a lo que significa “corazón” en nuestro lingo del siglo 21) y en su lugar inserta la palabra “mente” porque eso es lo que “corazón” significaba para las personas de la era bíblica. Por lo que esto está diciendo “circuncida nuestra voluntad, pensamientos y procesos mentales”.

La ilustración es que para circuncidar el prepucio de tu corazón significa eliminar la cubierta protectora (hasta impenetrable) sobre tu mente y decisiones que impide que Dios entre. Significa dejar de ser terco y por consiguiente bloquear la Palabra de Dios de que eche raíces en tus pensamientos. Pero esto también es un dualismo; que además de lo que acabo de explicar que ilustra, también está explicando que mientras que la circuncisión de la carne es el signo ordenado por Dios del Pacto de Abraham para ser usado por todos los varones hebreos, un corazón circuncidado (una mente circuncidada) debe ser el compañero espiritual interior de esa operación de la carne exterior. Pablo dice lo mismo unos 1400 años después de que Moisés lo dijo por primera vez. De hecho, Pablo dice que una circuncisión carnal SIN el cambio de mente que debe acompañarlo, y nos lleva hacia la armonía con Dios, es eternamente inútil. Además que desde el advenimiento del Mesías, uno no NECESITA una circuncisión de la carne para demostrar o lograr una circuncisión del corazón. Por lo tanto, en el estilo típico hebreo, un pareado literario se escribe porque las siguientes palabras son “así que no seas un pueblo con cuello rígido”. El cuello rígido simplemente significa obstinado e insensible. Eso es lo que Moisés le dice a Israel que al permitir que tu corazón sea circuncidado por el Espíritu Santo, ya no serás una persona de cabeza dura. Por lo tanto, pueblo de Dios, NO seas una nación de gente obstinada porque has rechazado la circuncisión de tu mente por el Señor.

Necesito que escuchen esto, por favor: tu fe en Cristo no necesariamente equivale a un corazón circuncidado. Tu redención (lo que significa que tienes fe en que Yeshua murió por tus pecados) no significa que tengas el cambio de mente que sólo puede venir por medio de un acto de Dios, por medio del Espíritu Santo, haciendo que tu mente responda a Él. Escuchen este pasaje del libro de Hechos:

CJB Hechos 8:14 14 Cuando los apóstoles que estaban en Jerusalén oyeron que Samaria había recibido la palabra de Dios, les enviaron a Pedro y a Juan, 15 quienes descendieron y oraron por ellos para que recibieran el Espíritu Santo, 16 pues todavía no había descendido sobre ninguno de ellos; sólo habían sido bautizados en el nombre del Señor Jesús. 17 Entonces les imponían las manos, y recibían el Espíritu Santo.

Los israelitas eran un pueblo redimido en el instante de la Pascua en Egipto. PERO ellos no habían recibido las leyes y los mandamientos de Dios y aún no tenían corazones circuncidados que hicieran que sus mentes respondieran a Él. Por consiguiente ellos hicieron grandes pecados en el desierto con miles de ellos muriendo y Dios determinando más de una vez exterminarlos a todos (salvos solo por el arbitraje de Moisés en nombre de ellos con Dios). Como creyentes, de hecho somos redimidos en el momento en que tenemos la fe más sencilla de que Jesús es el Señor. Sin embargo, de la misma manera que los israelitas necesitaban mentes circuncidadas traídas por un acto de Dios (para que fueran capaces de ser obedientes a Él), también nosotros lo necesitamos.

Moisés continúa con su argumento en cuanto a por qué Israel debe ser obediente y prestar atención a Jehová y el argumento es que Dios es el más grande de todos los seres. Él usa palabras que fueron bien entendidas para esa época: Señor de los señores, Dios de los dioses. Este lenguaje suena como un reconocimiento de múltiples dioses (con un solo dios, YHWH, mayor que los otros dioses) a pesar de que en realidad es una declaración de monoteísmo. Pero el lenguaje común del día, dentro de la comprensión común del día, es lo que se necesita y se utiliza para probar un punto y ese es el sentido aquí. Pero Jehová es un Dios único que no toma sobornos (costumbre para esos tiempos), y Su justicia insiste en que las viudas y los huérfanos israelitas sean atendidos con ternura por la sociedad israelita. Aún más Dios ama a los que ni siquiera son parte de Israel; y por lo tanto el extranjero, el extranjero residente que vive en Israel (el GER en hebreo), también se le debe proporcionar comida y ropa si ellos no tienen medios para obtenerla debido a la pobreza o las circunstancias. Debido a que Dios no se deja influenciar (no está impresionado con los aristócratas) Él quiere justicia igualitaria para todos. Por lo tanto, como representantes terrenales del Señor, Israel debe amar al GER para así demostrarles a ellos que el Dios de Israel ama al ger.

Todo esto debe sonar bastante familiar para nosotros, ya que estos son (por supuesto) exactamente los mismos principios que Jesús enseñó. Y también explica por qué el Señor hizo un camino para que los no hebreos (gentiles) fueran redimidos; Él ama a toda la humanidad no sólo a los nacidos de una cierta tribu o nación. Sin embargo, es de hecho sólo por medio de pactos divinos hechos con un cierto pueblo (el pueblo engendrado por Jacob) que los extranjeros pueden ser redimidos; ellos (nosotros) no tenemos un pacto gentil separado o un Mesías europeo propio, aparte de Israel.

Vamos a continuar con el capítulo 11.

LEER DEUTERONOMIO CAPÍTULO 11 completo

Hasta ahora, en el sermón de Deuteronomio, Moisés ha estado cubriendo los principios generales y subyacentes (fundamentales) de la Ley, en vez de las ordenanzas específicas. Él ha revisado la historia de Israel, la elección de gracia de Dios para ellos como su pueblo de separado, lo que les sucedió en el desierto y cómo el Señor los cuidó, y cuál sería su actitud respecto a la proposición que se les ha dado. Es decir, Jehová le ha hecho a Israel una oferta que Israel sin duda puede rechazar. Él ha ofrecido ser su Dios, y a su vez ellos serán su pueblo. Él se ha ofrecido a establecer una relación especial y única y una unión con Israel sólo si ellos lo quieren.

Y la forma en que deben mostrar a Dios que ellos la quieren es ratificando este nuevo pacto que se ha hecho en el Monte Sinaí por medio de a) acuerdo corporativamente, y b) siguiendo diligentemente sus términos.

Mira; a veces nos hemos perdido un punto bastante significativo sobre la aceptación por parte de Israel de este pacto de Moisés; NO es que si Israel lo acepta ellos reciben las bendiciones de ese pacto, y si lo rechazan, reciben las maldiciones contenidas en el pacto. Es que SI eligen NO aceptar el pacto, si deciden rechazar la oferta de amistad con Dios, entonces que así sea; Israel es simplemente arrojado de nuevo al grupo genérico de naciones que forma todas las personas de la tierra (el grupo del que fueron tomados en primer lugar), y serán mirados como no mejor o peor o diferente que cualquiera de los demás. No serán elegibles para recibir las bendiciones especiales contenidas en la Ley, ni serán sometidas a maldiciones especiales de la Ley más que cualquier otro de los millones de personas en el planeta tierra. El acuerdo es que SI aceptan el pacto, SI entran en una relación especial de pacto con Jehová, ENTONCES ellos estarán sujetos a sus bendiciones y sus maldiciones. Las bendiciones provienen de seguir los términos del pacto (siguiendo las leyes) y las maldiciones provienen de violar los términos del pacto (quebrantar sus leyes). Sin embargo, estas bendiciones Y maldiciones sólo se aplican a aquellos con quienes Dios ha hecho el pacto; el mismo no es para otros. Por ejemplo, la aceptación de Israel del pacto en el Monte Sinaí no pone a la Mesopotamia pagana y gentil bajo las maldiciones de la Ley. Les digo esto por dos razones: 1) porque es un concepto erróneo común que aquellos que no están bajo el pacto, por lo tanto, sufren las maldiciones de la Ley y los que ESTÁN bajo ella reciben automáticamente las bendiciones de la Ley y 2) porque esto ayuda a consolidar aún más la razón que Pablo explicó (particularmente en su carta a la iglesia en Roma) profundamente que los gentiles son injertados EN Israel (lo que significa en Israel (es decir, en los pactos de Israel con Dios) cuando llegan a la fe en Yeshua. Si no nos injertan en los pactos de Israel, entonces no tenemos derecho a participar de sus términos. Pero los cristianos gentiles recuerden esto: el Pacto tiene términos. Y cuando tú y yo aceptamos a Jesús, aceptamos TODOS los términos del Pacto, no sólo los que preferimos.

Recuerdan la semana pasada que leímos ese capítulo fundamental en Jeremías 31, en el cual se explica que el Señor va a crear un Nuevo Pacto (este es uno que más tarde se llamará el Nuevo Pacto bajo Cristo); PERO recordemos con quién se estaba creando el pacto y entre quien:

LBLA Jeremías 31:31 “31 He aquí, vienen días —declara el Señor— en que haré con la casa de Israel y con la casa de Judá un nuevo pacto,

Entre el Señor y la casa de Judá y la casa de Israel tenía que haber un nuevo pacto; esencialmente entre exactamente la misma gente que se había establecido el Pacto de Moisés. Por lo tanto, la cuestión para los gentiles es cómo obtener acceso a las maravillosas provisiones de esa provisión que los cristianos llaman “el Nuevo Pacto” que pertenece exclusivamente a Israel y a todos los que se unan a Israel.

Y la respuesta a ese asunto es que la fe en el Mesías judío, Yeshua de Nazaret, nos trae al redil. Ese es el único billete de entrada permitido y necesario para unirse a la redención proporcionada por los pactos de Israel.

El versículo 1 del capítulo 11 se abre con la regla básica fundamental para Israel, que es TAMBIÉN la actitud con la que Israel ha de entrar en la relación de pacto con Dios: ¡amarlo! Observen que inmediatamente al decir “amarlo”, se establece lo que eso significa: obedecer siempre sus leyes, reglas y mandamientos.

Ahora hay un cambio sutil pero importante en el tema que se está lidiando en Deuteronomio 11 frente al capítulo 10. En el capítulo 10, el asunto es aceptación o el rechazo de la relación del pacto con Dios; ¿acaso Israel decide entrar en el Pacto que se le ofrece o no? En el capítulo 11 el asunto es que una vez que se acepta ese pacto, la próxima decisión para Israel (tanto corporativamente como individualmente) es la obediencia o desobediencia para los términos del pacto y cuáles son las consecuencias para ambos. Yo quiero que la diferencia esté bien marcada en sus mentes así que permítanme ilustrarla. Si quieres comprar una casa y encuentras una que te guste, se redacta un contrato. Usted mira ese contrato, ves cuáles son las provisiones y términos que el vendedor exige, y tomas una decisión en cuanto a si usted quiere entrar en ese contrato o no. Si usted decide “no”, entonces no hay nada ganado o perdido, excepto tal vez un poco de tiempo. Usted no tiene ninguna obligación y no hay sanciones en ese momento porque nunca hubo un acuerdo-para negociar. Esa es la situación con Israel hasta el capítulo 10 de Deuteronomio; el contrato (el Pacto Mosaico) con todos sus términos (las bendiciones y las maldiciones) ha sido presentado a Israel por Dios a través de Moisés, y ahora está de Israel el entrar o no entrar en el contrato que se le propuso. Si deciden “no” entrar, entonces tampoco no hay ningún castigo inherente del que nosotros estemos al tanto, pero tampoco hay una sanción inherente que estemos al tanto.

De vuelta a la analogía de la casa: Si decides aceptar los términos de ese contrato de casa y firmar los papeles (indicando una aceptación libre de sus términos), entonces todo cambia. Si usted cumple con los términos entonces tú obtienes el disfrute y la seguridad de esa casa que le proporcionará seguridad y refugio; pero si usted viola los términos del contrato entonces tú pierdes la casa y a menudo hay sanciones rígidas. Eso es lo que Israel está haciendo en el capítulo 11; ellos HAN aceptado los términos del Pacto Mosaico, ellos han entrado en el contrato con Dios, por lo que ahora lo que se está contemplando es lo que los resultados serán para seguir a través del acuerdo, al igual que los castigos por violar sus términos.

En los versículos 2 – 7, Moisés explica que él no está pidiéndole a Israel que tome la mera fe de las experiencias de otra generación, pero que muchos de ellos mismos han presenciado personalmente lo que él está trayendo a la mente de su historia. Ciertamente muchos hebreos que ahora están alrededor de lo 60 años han visto incluso lo que sucedió en Egipto porque habrían tenido alrededor de 20 años cuando salieron de Egipto; y esto es porque (en términos generales) aunque toda la 1ª generación del éxodo tuvo que morir antes de que Dios les permitiera entrar en la Tierra Prometida, los afectados tenían 20 años o más en el momento de la Pascua de Egipto;

era ese grupo de edad (20 años o más) el que se consideraba la edad de responsabilidad personal. Así que como se puede imaginar todo lo que sucedió en Egipto y luego en los 40 años de vagar en el desierto estaba bastante vívido y real en la mente de aquellos que estaban en los 50 años. No todos los que estaban de pie ante Moisés experimentaron personalmente todo lo que Moisés estaba hablando; la mayoría de los que estaban vivos en este momento nacieron durante esta jornada ardua. Sin embargo, un gran número de hebreos experimentaron al menos parte, por lo que no tenían ninguna razón para dudar de Moisés o para negar lo que habían visto personalmente.

Por lo tanto, Moisés dice en el versículo 8, si quieres experimentar las bendiciones de lo que el Señor tiene para ti en Canaán, entonces obedece los mandamientos de Dios. La conclusión: el que hayas nacido como hebreo no es lo suficiente para que seas bendecido por las cosas buenas de la tierra; más bien, tu también debes ser obediente al Pacto que acabas de aceptar. La obediencia era la clave de todo lo que estaba delante de Israel.

Los proximos versículos parecen directo, pero hay algunas ideas interesantes que usted podría apreciar que añaden a su impacto. La tierra de Egipto y la tierra de Canaán se comparan y contrastan, y Moisés dice que Canaán no es como Egipto, porque en Egipto tuvieron que trabajar para conseguir agua en sus campos. Pero en Canaán Dios roseará los campos con agua para ellos.

Egipto era una tierra relativamente llana, pero Canaán es generalmente montañoso con valles. Egipto era como cualquier otra tierra en el planeta tierra en la que se convirtió en lo que sus habitantes hicieron de ella; pero Canaán, dice el Señor en el versículo 12, Él cuida y atiende.

Permítanme compartir algo con ustedes que puede ser un poco difícil de entender; en el versículo 10 la CJB (la Biblia Judía Completa) dice que “allí (Egipto) tu sembrarás tu semilla y tendrás que usar tus pies para operar su sistema de riego…” Esta traducción en inglés (español para propósitos de esta traducción) es bastante estándar y la misma es lo que se llama una traducción dinámica y es probablemente una buena, porque lo que se describe aquí es el sistema de riego artificial que era tan vital para la agricultura de Egipto; un sistema de canales, embalses y cauces fue construido para regar los campos utilizando el agua del Nilo (esencialmente la única fuente sustancial de agua de Egipto).

Los pies humanos se utilizaron en varios tipos diferentes de operaciones para hacer que el sistema de riego funcionara. Ellos utilizaron en algunos casos una especie de rueda de agua, que era generalmente propulsado por humanos. También emplearon un Shaduf que era esencialmente un cubo en una cuerda con un extremo atado a una palanca. Una persona dejaba que el cubo se sumergiera en un depósito de agua y luego usando el apalancamiento levantaba el cubo lleno y lo volcaba en un canal de riego. Había un montón de trabajo involucrado aquí porque se estima que durante la temporada de crecimiento de aproximadamente 100 días en Egipto, 1000 toneladas de agua era necesaria POR ACRE para asegurar un cultivo adecuado.

El sistema que Egipto trazó fue asombroso; utilizaron decenas de miles de shadufs, y cientos de ruedas de agua, y también otros métodos ingeniosos para obtener agua en esos canales y para los campos afuera. Ahora no confunda este proceso con el desbordamiento natural del Nilo durante la temporada de inundación que no era tanto el agua para la tierra, sino que también proporcionaba los nutrientes necesarios contenidos en el limo para fertilizar los campos antes de que fuesen plantados.

También entiende que Egipto fue en su mayor parte un desierto; prácticamente no se produjeron lluvias en lo absoluto. Las aguas del Nilo provenían de las profundidades de otra zona de África, contracorriente, de la nieve acumulada en las montañas que se derretía. Egipto simplemente se beneficiaba del flujo del río. Por lo tanto, con todo esto como trasfondo es fácil imaginar lo orgulloso que se sintió Egipto de haber desarrollado esta elaborada infraestructura de riego y cómo se sentían dependientes sólo de sus propios esfuerzos para cultivar sus cultivos.

Esa situación sería invertida en Canaán. En Canaán el Señor dice que no necesitarán sistemas de riego impulsados por humanos. En cambio, él traería lluvia del cielo sobre sus cosechas. Y por esto todo lo que tenían que hacer era esperar y ser obedientes y mantener sus corazones (sus mentes) firmemente fijados sobre Él. Las lluvias serían suficientes para proporcionar grano a la gente, uvas de las vides, frutas de los árboles y pasto para los rebaños. Y no tendrían que trabajar para tenerlo.

Sin embargo, Moisés les advierte, no caer presa de sus propias inclinaciones humanas dando los elogios por las lluvias y los buenos cultivos y la facilidad con la que le ocurren a uno de los dioses cananitas. Y, por supuesto, eso es exactamente lo que los israelitas eventualmente harían. Pero la tentación de dirigir erróneamente su gratitud habría sido grande porque ellos iban a vivir entre un pueblo que hace mucho tiempo atrás había limpiado la tierra y añadido fertilizantes y hecho vallas de piedra para cercar a los animales y mantenerlos fuera de los cultivos. Era una tarea difícil NO ofrecer sacrificios a los dioses de estos pueblos, aunque sólo intentaban ser tolerantes para mantener la paz. Y Dios dice que SI sucumbe a este mal ENTONCES Él apagará la lluvia y el suelo se volverá duro e Israel sufrirá y tal vez no sobrevivirá.

Por lo tanto, le aconseja a Moisés en los versículos 18-21, emplear los varios recordatorios visuales ordenados por Dios para permanecer fiel a Jehová. Y entre estos recordatorios se encuentran la Tefilina, la mezuzá, la presencia del Sacerdocio y el Tabernáculo, y la constante enseñanza de las leyes de Dios a los niños. Y si Israel hace esto, entonces poseerán la tierra para siempre.

El paso uno para que Israel posea la tierra es que Canaán sea vaciado de sus residentes actuales; y el Señor dice que si Israel demuestra amor hacia Dios en forma de obediencia, entonces el Señor mismo expulsará a esos cananeos y permitirá que Israel tenga éxito. Por lo tanto, la promesa de victoria sobre Canaán está totalmente condicionada a que Israel cumpla con los términos del Pacto Mosaico (esos términos contenidos es lo que generalmente llamamos La Ley).

El alcance de las posesiones que Israel recibiría ahora se esboza en el versículo 24 y sólo durante el tiempo del rey David, Israel poseyó alguna vez algo cercano a esta amplia gama de territorios. En esencia, este es el ideal celestial para la masa de tierra reservada para posesión de Israel; pero como el acuerdo era condicional y los hebreos empezaron a romper los términos del Pacto casi inmediatamente después de cruzar el río Jordán, el castigo (la maldición) fue que Dios no expulsó a todos los pueblos que ocuparon Canaán y por lo tanto Israel nunca obtuvo todo lo que se les había reservado a ellos.

Así que antes de entrar al capítulo 12 (que comienza a enumerar las leyes y reglas individuales y lo que significan) del versículo 26 al final de este capítulo habla del momento de la decisión para Israel. Ahora la decisión de ACEPTAR el Pacto es inevitable; lo que se entiende aquí por maldición y bendición es que el pacto que han aceptado contiene tanto y así Israel debe decidir cumplir con lo que han acordado o experimentar la severidad de Dios. Y lo primero que Dios le ordena a Israel es que no se inclinen hacia los dioses de los cananeos.

Sin embargo, en los versículos 29-30 se discute una agenda diferente. La misma es que una vez que entren a la tierra (con Josué en la delantera) van a tener una ceremonia que reafirma el Pacto Mosaico al que ellos habían acordado alrededor de un año después de salir de Egipto. Ahora en Deuteronomio capítulo 27 este tema es tomado con más detalle y de hecho en el libro de Josué 8:35 encontramos que la ceremonia de reafirmación realmente ocurre.

¿Por qué era necesaria esta renovación (o reafirmación)? Es interesante que esta será la 3ª vez que el Pacto de Moisés ha sido ratificado. La primera vez fue en el Monte Sinaí, la segunda es lo que acabamos de hacer en el último par de capítulos de Deuteronomio en la tierra de Moab, y la 3ª vez será después de que Israel haya entrado a la Tierra Prometida. Al menos una teoría sobre esta serie de reafirmaciones es que la misma era costumbre en la mayoría de los pactos y tratados de esa época. Cuando el líder con el que se hizo el pacto muere, el nuevo líder tiene que volver a validar el Pacto y esto se logra con una ceremonia. Moisés murió después del 2º acuerdo para afirmar el Pacto y así con Josué como el nuevo líder de Israel se requería la 3ª afirmación (al menos a los ojos de estos pueblos de Oriente Medio de esa época).

Pero (nuevamente, ante los ojos del pueblo) probablemente también tenía que ver con dejar atrás la autoridad espiritual de un territorio y entrar en la esfera espiritual de la influencia de otro. Es decir, cuando Israel abandonó el Monte Sinaí (la morada de Jehová) y entró en Moab (donde se pensaba que otro Dios gobernaba), era costumbre reafirmar un tratado con la autoridad espiritual sobre esa tierra. Recordemos como hemos discutido en numerosas ocasiones que los antiguos pensaban que varios dioses controlaban varias parcelas de tierra. Así que como era una necesidad básica de todos los tratados en los que se hacía un voto, y un voto por definición significaba invocar el nombre de un dios, y el nombre del dios invocado tenía que ser aquel que estaba a cargo del territorio donde se hizo el tratado.

Si uno estaba en Egipto, entonces se invocaba al dios de Egipto; pero si uno estaba en Moab, un dios diferente tenía que ser invocado. Al reafirmar el Pacto Mosaico en la tierra de Moab, el nombre de la autoridad de Jehová estaba siendo pegado a ese territorio. Al reafirmar el Pacto una vez más en Canaán, la autoridad de Jehová se extendía a ese territorio.

También es interesante que el lugar donde esta ceremonia de reafirmación del pacto iba a eventualmente llevarse acabo estaba definida; Monte Gerizim y Monte Ebal. El camino a Siquem corta entre ellos con Gerizim al sur de la carretera y Ebal al norte. Ahora lo interesante es que en el Monte Gerizim es donde se proclaman las bendiciones de la Torá; pero en el monte Ebal se proclaman las maldiciones de la Torá. Lo creas o no, hay lógica y patrón detrás de esta elección.

Recordemos nuestro estudio del significado espiritual de la dirección Este. También recordemos en nuestro estudio de la manera tal en la que se ordenó el campamento de Israel y ciertos grupos que se les asigno ubicaciones permanentes de acampada de acuerdo con las 4 direcciones principales de la brújula. El este siempre es preeminente. Así que cuando uno se enfrenta al este, ¿qué dirección es a su derecha? Sur. Cuando miras al este Monte Gerizim estaba a la derecha, el sur. Dado que el lado derecho es el más poderoso y el más majestuoso, entonces el Monte Gerizim recibió el privilegio de tener las bendiciones del Pacto leídas de ella. Cuando uno mira al este, entonces a la izquierda está el norte; y al norte estaba el monte Ebal. La izquierda no es necesariamente una dirección maldita, no es tan buena o poderosa como la derecha. Así que las maldiciones de la ley fueron pronunciadas desde el monte Ebal que estaba al lado izquierdo, el norte.

Por cierto: estas dos montañas, el mismo lugar donde se reafirmó el Pacto de Moisés, ahora radica en lo que el mundo llama “territorio disputado”: la llamada Cisjordania.

La próxima semana comenzaremos el capítulo 12 de Deuteronomio.

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