Deuteronomio
Lección 23 – Capítulo 17 y 18
Nosotros estábamos discutiendo la sección de Deuteronomio 17 que trataba con las limitaciones de Dios en las autoridades civiles y religiosas de Israel. Y uno de los principios principales es que en la economía de Dios NO hay separación de iglesia y estado (por así decirlo). No voy a discutir la decisión de Estados Unidos de seguir esa ruta, excepto para decir que esto está en el fondo por lo que nos va mal como nación. Básicamente, nuestro gobierno ha decidido que los caminos de Dios están bien para lo que sucede dentro de las paredes de una sinagoga o una iglesia, pero no deben tener ninguna relación en ningún otro lugar de nuestras vidas, comunidades, escuelas o gobierno. Me pregunto: ¿hemos llegado a un punto en el que nos sintamos cómodos con esa filosofía y la aceptamos pasivamente? ¿Acaso nosotros vivimos nuestras vidas efectivamente como si Dios hiciera una distinción entre lo que pensamos y hacemos mientras estamos en servicio religioso versus lo que nosotros pensamos y hacemos en todas las demás facetas de nuestra existencia, aun cuando al ser confrontado a la misma lo neguemos? Aquí, en Deuteronomio, el Señor deja claro que los líderes de Israel (de todo tipo, sin excepciones) deben obedecerle, ante todo. Los líderes deben (por encima de todo) adherirse a las leyes y mandamientos del Señor para que las cosas vayan bien con ellos, las personas que gobiernan y la sociedad israelí en general.
Volvamos a leer una parte de Deuteronomio 17.
Volvamos a Leer DEUTERONOMIO 17: 8 – hasta el final
El primer grupo de líderes gubernamentales que discutimos se llama Shofetim, Jueces. Por lo general eran ancianos tribales y el propósito de su selección era comportarse como un tribunal inferior manejando asuntos dentro de su propia tribu sobre cosas que sucedían dentro de su propio territorio tribal. También se estableció una corte superior, que iba a consistir principalmente de levitas. Por lo tanto, el lugar donde se reunieron estas cortes superiores estaba en las 48 ciudades levíticas repartidas por toda la Tierra.
Estos tribunales superiores NO eran tribunales de apelación; eran tribunales diseñados para manejar asuntos que eran demasiado difíciles o demasiado complejos o fuera del alcance de los tribunales inferiores. Dado que los levitas (y que parte de los levitas que eran sacerdotes) eran los expertos de Israel en las Leyes de Moisés, es lógico que si los laicos (los Ancianos) no pudieran llegar a un acuerdo sobre un caso, el mismo se referiría a aquellos que eran reconocidos como los expertos legales. La ordenanza de Dios que establece esta estructura legal también establece que dado que esta corte superior (compuesta principalmente por levitas) es un tribunal federal (por así decir) entonces maneja asuntos desde o entre miembros de varias tribus; por lo tanto, sus resoluciones NO debían ser cuestionadas. Y que cualquiera que se negara a llevar a cabo sus resoluciones iba a ser ejecutado.
Aquí hay una clave para entender el papel de los jueces: los típicos (los que formaron los tribunales inferiores) SOLAMENTE trataron asuntos relacionados con su propia tribu. Y mientras tenemos esta imagen mental de un juez sentado detrás de un banco, gobernando sobre cuestiones legales, de hecho, muchos de los jueces de Israel llegaron a asumir papeles completamente diferentes a los atribuidos (o posiblemente incluso previstos) aquí.
Sansón, por ejemplo, él de la fuerza sobrehumana, actuó como protector de su pueblo y como instrumento de la ira de Dios sobre los filisteos. Ciertamente él no se sentó como árbitro de asuntos legales entre su tribu de Dan.
La siguiente clase de líderes gubernamentales que Moisés discutió fue Reyes. Sería casi 300 años DESPUÉS de la época de Moisés antes de que Israel tuviera a su primer rey, Saúl. Así que las instrucciones sobre los límites en torno a lo que un rey israelita debe ser y lo que podía y no podía hacer, se veían bien en el futuro. Y nosotros debemos captar lo que esto es, es tanto el conocimiento del futuro como una concesión por parte de Dios. Es decir, Él sabía de antemano que Israel eventualmente querría ser más parecido a sus vecinos que ser visto como apartado y único, por lo que Él hizo provisión para que Israel tuviera un rey terrenal porque los hebreos lo iban a exigir (con el tiempo). Esto no es en absoluto diferente de las circunstancias que Pablo estaba tratando en sus pensamientos sobre el divorcio; no es que Dios ordene el divorcio, es que en Su conocimiento previo y gracia sabe que el hombre caído seguirá esta ruta, por lo que establece procedimientos y límites para lidiar con el mismo. Dios no está estableciendo de ninguna manera los parámetros de los reinados porque Él acepta la filosofía gobernante de un hombre gobernando a Su pueblo como rey; Él lo está haciendo porque con el tiempo Israel VA, por su propia locura, insistir en que un rey sea nombrado sobre ellos (y de hecho eso es exactamente lo que finalmente sucedió).
Deuteronomio 17 versículos 16 y 17 hablan de las limitaciones que Dios pone a los futuros reyes de Israel en 3 contextos diferentes. Es decir, se cubren 3 esferas de influencia diferentes que todo rey influye: militar, política y económica. Y la primera orden judicial es que el Rey no debe acumular demasiados caballos. Y como los caballos más finos y bien entrenados provenían de Egipto, Israel se vería tentado a reconstruir lazos con su antiguo maestro esclavo para poder conseguir estos animales.
También hay un sentido más profundo de instrucción contenido en esta amonestación; la misma es que el liderazgo de Israel, los redimidos de Dios no deben crear una relación de conveniencia o beneficio personal con un enemigo de Dios. Hoy en día esta amonestación de Dios no sólo es ignorada por Israel y la Iglesia, sino que se considera algo malo el no buscar tales relaciones. Hay muchas razones lógicas por las que esta práctica de los adoradores de Jehová de mezclarse e incluso crear una alianza con los enemigos de Dios es peligroso, pero la única razón que realmente debe llevarnos a obedecer esto es que Dios lo ha prohibido. Cuando la Iglesia se hace amiga del Islam en nombre del amor y la paz, eso es una violación directa de este mandamiento. Cuando Israel comercia con sus enemigos e incluso les da concesiones políticas, esto es una violación directa de este mandato.
No es que la Iglesia deba ir por ahí matando musulmanes o incluso necesariamente rechazándolos; es que cualquier relación que se establezca debe ser todo acerca de evangelizar a las personas que adoran a un dios falso y nunca acerca de la tolerancia o el apaciguamiento o el beneficio personal o legitimar lo que es abominable para Jehová. No es que Israel debe encontrar razones para empeorar o pelear con sus vecinos; es que cualquier relación que Israel tenga con sus vecinos no es para que Israel trate de ser más como ellos, o renunciar a cualquier parte de su relación única con Dios y la tierra de Dios en aras de la paz geopolítica, o esencialmente renunciar a su estatus de apartado, separado, para unirse a la liga mundial de naciones y participar de su riqueza.
Además, hay un interesante comentario secundario de que Israel no debe recurrir a Egipto para más caballos porque, “tu no debes volver por ese camino de nuevo”. ¿Cómo se llama esa vieja canción, Tu No Podras Volver de Nuevo por ese Camino? Mucha exégesis interesantes han venido de este pasaje, y su intención es algo que no todos están de acuerdo. Pero tenga en cuenta que esto es una advertencia para cualquier futuro rey israelita; y al menos es que Israel no debe acudir a sus antiguos amos en busca de ayuda o sustento. Israel no necesariamente debe estar en guerra con Egipto, pero tampoco deben ser aliados de Egipto, ni depender de Egipto para objetos que el Rey considera importantes para él. Creo que la sabiduría de esto, y su punto, probablemente se expresa mejor como un yugo desigual o una mezcla ilícita. ¿Qué tiene que ver el pueblo de Dios con Egipto? La respuesta de Dios: nada.
Es irónico que en el siglo XXI las mismas personas (islam) con las que el mundo occidental está en guerra sean las mismas de las que nos hemos hecho dependientes de un elemento clave de nuestra economía y de nuestras fuerzas armadas. Nosotros hemos hecho un pacto con el diablo por así decirlo, y aunque ha tomado un tiempo la deuda ha llegado a vencerse. Lo que comenzó como un debate occidental sobre el petróleo en lo que se refiere a la guerra contra el Islam, ahora se ha convertido en un debate sobre si es mejor o no apaciguarlos que seguir aferrándose a nuestros valores tradicionales judeo-cristianos. Recientemente, el nuevo acercamiento de este problema aparentemente intratable, está eliminando esencialmente la religión como una cuestión por completo al reformar el mundo como una sociedad humanista secular universal que exige la tolerancia de todos los dioses y no sostiene ninguno. Me temo que todo lo que veo, y que la Biblia profetiza, es que ese apaciguamiento y rendición está bien en marcha. Y es esto lo que conduce al Armagedón; aunque el mundo está haciendo todo lo humanamente posible para prevenirlo.
De esto se trata principalmente ese versículo de “no volver por ese camino”. Porque si los Reyes de Israel, alguna vez comienzan a mirar a las mismas personas que los ven como esclavos escapados para amistad y como una fuente de herramienta militar estratégica o beneficios económicos, el precio será comprometer o incluso abandonar los principios de Dios para poder lograrlo. Y, por supuesto, eso es exactamente lo que el Occidente e incluso una gran parte de la Iglesia está haciendo mientras hablamos.
En la época de Moisés, los caballos tenían un propósito principal: halar las carrozas. Y las carrozas se utilizaron para dos cosas: como limosinas para el rey y su corte, pero más importante como armamento clave para la guerra antigua. Cuantos más carros tenía un rey en su arsenal, más formidable era en la batalla. A los reyes de Israel se les instruyó que confiaran en Jehová, no en armamento militar. Su poder debía ser su fe en el Dios de Israel, no en armamento avanzado. Aun así, Dios NO habla en contra de que Israel esté bien armado y que tenga un ejército sustancial. Más bien es que sus esperanzas de victoria son el Señor y, por lo tanto, la obediencia a Él es la clave para su supervivencia. Y la fuente de su poder y su capacidad para sobrevivir, ciertamente no deberían provenir de un pueblo (Egipto) que podría desconectar esa fuente de energía en cualquier momento. Además, como siempre ha sido, los reyes que han probado ese gran poder son celosos de mantenerlo y por lo tanto a menudo usan sus fuerzas armadas en contra de su propio pueblo con el fin de mantener ese poder. Jehová no quiere que los reyes de Israel sean tan fuertes y arrogantes como para ser insensibles a la voluntad de la población civil.
El mandato de que los reyes de Israel no deben tener muchas esposas, se centra en una unidad social única de Oriente Medio llamada harén. Los occidentales tienden a pensar en un harén como simplemente un palacio de placer lleno de mujeres hermosas para su uso por el rey y su corte. Eso está lejos de la realidad. El poder político en la era bíblica vino tanto de la formación de alianzas fuertes como de ejercer el poder militar. Y esas alianzas casi siempre implicaban el matrimonio entre las familias de los reyes que estaban involucrados. Nosotros perdemos de menos el punto en la infame historia de Salomón y el enorme número de esposas y concubinas en su harén, porque la idea que parece prevalecer entre la iglesia, es que Salomón era en cierto nivel un maníaco sexual auto-indulgente; más bien la historia bíblica estaba destinada a presumir del inmenso número de alianzas que había creado en toda la región…y cuan erróneo esto era.
Los harems no eran grandes palacios llenos sólo de mujeres; era donde también residían los hijos de estas mujeres. Para un rey deshonrar o mostrar falta de respeto a una de las esposas entre su harén, equivalía a un incidente internacional e incluso podría llevar a cabo una guerra con la familia que representaba su esposa. Así que la advertencia que viene de que el “corazón de un Rey podría desviarse” si tuviera un gran harén, significa que este rey estaría tentado a estar más concentrado en mantener a sus esposas, y las alianzas que representan satisfechas, que prestando atención al pueblo de Dios y a los mandamientos de Dios. Permítanme recordarles también que el uso de la palabra “corazón” se refería a la mente del rey… su intelecto, lo que le interesaba y lo que sentía que era importante…no sus emociones o que su amor y afecto hacia su harén anularían su sentido común.
Y finalmente es una advertencia para que el rey no vaya por ahí acumulando una fortuna personal sobre las espaldas de sus súbditos. ¿Y cómo haría eso un rey? Al poner fuertes impuestos sobre su pueblo y confiscar la riqueza de esas naciones más pequeñas y ciudades-estado, que él ha conquistado y tiene bajo su control. Si bien todo eso era un procedimiento operativo estándar para los reyes de Canaán, el rey israelita sólo debía reunir riquezas para el bien de su nación con el fin de financiar un ejército adecuado, para cuidar de los más necesitados de la sociedad, y para proyectos nacionales de construcción como carreteras que realmente beneficiaba a la gente a nivel corporativo. La realidad bíblica es que la historia del hijo de David, el rey Salomón, es narrada de una manera destinada a resaltar que violó todas estas disposiciones de la ley: abstenerse de un ejército demasiado grande, evitar tener muchas esposas y las alianzas que representaban, y no almacenar para sí mismo la riqueza. Incluso con Israel teniendo un rey, la ley que estamos leyendo en Deuteronomio fue diseñada para retener a Dios como el rey supremo de Israel, y el rey humano simplemente el representante de Dios en la tierra logrando la voluntad del Padre (aunque mucho más imperfecta que si Israel no hubiera insistido en tener un rey humano).
Es difícil en un corto período de tiempo explicar por qué la definición de Dios de un rey terrenal como ordenado en Deuteronomio, es tan opuesta a la definición de un rey de la humanidad. Pero basta con decir que los reyes terrenales típicamente creaban las leyes para su pueblo y, como normalmente se eximían de sus propias leyes. Como las Leyes de Israel provenían del Dios Todopoderoso, entonces los reyes de Israel debían estar tanto bajo las leyes de Jehová como cualquier otro ciudadano hebreo.
Desde el versículo 18 hasta el final tenemos una de las instrucciones más interesantes que me trae un nudo a mi garganta cada vez que lo leo. Tras su selección, el PRIMER deber del nuevo rey es tomar prestados los pergaminos originales de la Torá de los sacerdotes de Israel y luego escribir una copia de ese documento para Sí mismo. El Rey NO debe hacer que un escriba haga una copia para él, él debe tomar el tiempo que sea necesario para escribirlo palabra por palabra y luego mantenerlo cerca de su lado como ese instrumento que gobierna su vida y como ley de la tierra para gobernar a las personas que lo ven como líder.
Hay solo una narración detallada de la coronación de un rey israelita en la Biblia, y es del muy joven, Joás, en 2 Reyes 11. Joás tenía sólo 7 años cuando se convirtió en el rey del reino del sur de Judá.
Vale la pena tomar unos minutos para leer esto por una serie de razones. Abre tu Biblia en 2 Reyes 11 y leeremos del versículo 1 al versículo 16.
LEER 2 REYES 11:1 – 16
Primero nosotros vemos que los hebreos habían llegado a ser como sus vecinos paganos en lo que respecta a los atributos del rey y él llegó al poder. Nosotros vemos reserva, vemos una lucha de poder, vemos una agenda personal y vemos la muerte de los rivales.
En segundo lugar, vemos que como siempre sucedió cuando un rey llegó al poder, en lugar de que el rey sirviera al pueblo, el rey rápidamente llegó hacer del pueblo sus siervos. ¿Qué sabiduría, fortaleza y liderazgo podría ofrecer un niño de 7 años? Ninguna. Eran sus padres y aquellos que querían manipular a este chico para poder personal propio y ganar por que en realidad tenían el control.
¡Tercero, tenga en cuenta que el ejército estaba bajo el control de la familia gobernante y que el trabajo del ejército #1 era mantener al rey y a su familia a salvo del pueblo!
Cuarto, también observen la mención bastante fugaz en el versículo 12 de dar al rey una copia del testimonio (es decir, la Ley, la Torá). Se suponía que esto no iba a suceder como un mero simbolismo como parte de una ceremonia de coronación, sino más bien como algo que el rey iba a hacer en serio después de que fue puesto en el poder. ¿Qué iba a hacer un niño de 7 años con los Pergaminos de la Torá? Él no tenía capacidad para copiarlos y mucho menos llevar a cabo la justicia que contenían. Esto fue sólo una ceremonia y un gesto vacio que no tenía ningún significado real; en ese momento era algo que hacían como tradición y probablemente ni siquiera recordaban por qué.
Sin embargo, más tarde leeremos que a medida que este rey crecía, aparentemente SI tomó en serio la Torá y se volvió hacia ella para sabiduría. Por otro lado, el todavía gobernaba bastante como un típico rey de Oriente Medio; incluso regaló algunos de los tesoros sagrados del Templo para hacer las paces con un rey asirio y más tarde fue asesinado por sus propios siervos.
Yo puedo decirles como alguien que escribe cada lección que he enseñado, que el acto de escribir completamente algo tiene un componente misterioso que permite recordarlo mejor y contemplarlo más profundamente.
En aquellos días antes de los nuevos métodos de enseñanza progresiva que han hecho de la lectura, la escritura y las matemáticas secundarias para el aprendizaje de agendas sociales humanas seculares como la tolerancia, la diversidad y la sexualidad de cualquier cosa, se utilizaba la escritura repetitiva para facilitar la memoria y la retención. Funciona; y aquí en Deuteronomio el Señor ordena al Rey de Israel que emplee memoria muscular, si quiere, con el propósito de internalizar profundamente y nunca olvidar los mandamientos del Señor sobre el Rey y las leyes que debe hacer cumplir a aquellos a quienes sirve. Muy pocos de estos reyes de Israel prestaron atención a estas leyes.
Vamos a continuar con el capítulo 18.
LEER DEUTERONOMIO CAPÍTULO 18 completo
En el capítulo anterior se esbozaban los límites generales y limitaciones para 2 de las 4 clases de líderes gubernamentales de Israel: Jueces y Reyes. Este capítulo ahora hace lo mismo para las 2 clases restantes, sacerdotes y profetas.
El versículo 1 comienza con el asunto de los sacerdotes y reitera que el grupo oficial de sacerdotes de Israel proviene SOLAMENTE de la tribu de Leví. Cabe destacar que, desde el éxodo y el establecimiento del sacerdocio, la frase “los sacerdotes levíticos” a menudo se incluye cuando se plantean asuntos concernientes al clero de Israel. La razón es tan simple por un lado como complejo por el otro. Es simple porque si bien Dios ha declarado que sólo UNA tribu (Leví) debe proporcionar a los siervos autorizados de Dios, y sólo UN clan dentro de esa tribu (Aarón) debe proporcionar a los sacerdotes, esto no fue algo que las otras tribus de Israel encontraron fácil de aceptar. Era la norma para la mayoría de las otras culturas del Medio Oriente de esa época que el rey eligiera al Sumo sacerdote y luego el Sumo Sacerdote generalmente elegiría a los sacerdotes menores. Un nuevo rey generalmente significaba un nuevo lote de sacerdotes. De qué familias procedían estos sacerdotes, jugaba un papel en su selección, pero era mucho más una cuestión de influencia política (y por lo tanto económica) en lugar de algún derecho de herencia establecida desde hace mucho tiempo a su posición.
Recuerde; hasta que se dió la Ley en el Monte Sinaí no HABÍA sacerdocio oficial para los hebreos y ciertamente no se había nombrado ninguna tribu sacerdotal. Más bien los primogénitos de cada familia, de cada tribu, tendían a comportarse como una especie de sacerdote familiar. Esta fue un estatus especial en la que el primogénito de cada familia que lo poseía se deleitaba. Así que cuando Moisés les dijo a las 12 tribus que Dios había ordenado que este sistema de “primogénito” llegara a su fin, para ser reemplazado por miembros de la tribu de Leví, esto fue recibido naturalmente con resistencia. Como hemos hablado de la tendencia de la humanidad a estar en una búsqueda interminable de tecnicismos sin importar a qué fe o religión se adhiera, las tribus de Israel hicieron todo lo posible para perforar las leyes sobre quién podía ser sacerdote. Por lo tanto, encontraremos la frase “Sacerdotes Levíticos” utilizada repetidamente para dejar muy claro que SOLO los levitas formaron el clero para Israel.
Otro recordatorio está contenido en el primer versículo: el mismo es que mientras que los levitas fueron bendecidos con el estatus de santidad más alto que todos los demás (necesario para ser siervos y sacerdotes de Dios) también pagaron un alto precio por esa elección.
No se les dieron tierras tribales hereditarias en Israel, al igual que las otras 12 tribus. Al mirar un mapa de los días de Josué y durante varios cientos de años después, encontraremos distritos bastante bien definidos que fueron asignados como las posesiones de tierra “por siempre” para cada tribu; pero en ninguna parte hay un territorio para Leví. En cambio, a los levitas se les asignaron 48 ciudades repartidas entre los 12 distritos tribales junto con unos pocas acres de agostadero justo fuera de las murallas de esas ciudades.
Es este entendimiento del estatus de los levitas como de la falta de tierra, lo que Israel debe responder por medio de su deber corporativo de apoyar económicamente a la tribu de Levi a cambio de las obligaciones del levita al santuario central, los tribunales locales, y como maestros de la Ley.
El enfoque de los versículos 3-5 es abordar el sustento de los sacerdotes y levitas y se nos dice que este sustento debe venir principalmente de los primeros sacrificios que ofrecen los miembros de las otras 12 tribus (es decir, los sacrificios de animales primogénitos y las primicias del campo y los cultivos de árboles). Como cubrimos hace mucho tiempo en Levítico había muchas clasificaciones específicas de sacrificios, cada una con un protocolo y un propósito diferentes. Por lo tanto, en el versículo 1 se nos dice que un grupo de sacrificios (normalmente representados en inglés como “ofrendas de fuego” o algo similar) debe ser la fuente de ofrendas de sacrificio de las cuales los sacerdotes y levitas deben guardar una porción para sí mismos. El término hebreo para “ofrenda de fuego” es ishsheh; y NO es lo mismo que ese término común “ofrenda de holocausto”, que en hebreo es ‘olah. Ishsheh representa una serie de sacrificios que se designan como aquellos que mientras una porción se quema en el Altar, la otra porción más grande se puede utilizar para alimento para el clero; mientras que el ‘Olah indica una clase de sacrificio en la que el animal ENTERO es quemado y NINGUNA de la carne puede ser utilizad por ninguna persona. Permítanme ser claro acerca de algo porque alguien me preguntó al respecto la semana pasada y fue una buena pregunta; ¿era toda la carne del animal sacrificado colocado en el fuego del altar y luego parte de la misma removida para comida cuando se cocinó? La respuesta es no; lo que iba a ser retenido para el clero y el adorador, no fue puesto en el fuego del Altar. Esto no era como un bar-b-que en el patio trasero donde la carne se cocinaba en una parrilla comunitaria y luego todo el mundo tomó una costilla o una hamburguesa. Ese altar no era un lugar donde la carne se cocinaba; más bien la carne iba a ser destruida, quemada por completo hasta que sólo eran cenizas.
Tres partes específicas de los diversos animales de sacrificio (cuando se usa como ofrendas de fuego) debían ser reservadas como alimento para los sacerdotes y levitas: el hombro (es decir, la parte superior de la pierna derecha que va del hombro a la rodilla), y esa parte del estómago que en ocasiones se llama el “cuarto estómago”. También el clero debe recibir el carrillo y la lengua. Ahora para la mayoría de los modernos los últimos dos artículos se consideran como carne de desecho, pero eso NO era el caso en esta era. Eran porciones de carne buenas y deseadas y no sólo en la cultura hebrea.
En el versículo 4 se nos dice que además de estas porciones de carne ciertos productos agrícolas debían ir a los sacerdotes.
Nosotros hemos hablado en varias ocasiones sobre ofrendas de primicias; bueno, se entendía que TODAS las primicias iban a ir al clero levita como su porción. Y además de grano y fruta, esto incluía aceite de oliva y vino, e incluso lana de los bordes de las ovejas entre una lista bastante larga de otros artículos.
A partir del versículo 6 obtenemos esta declaración críptica de que un levita puede ir desde cualquier asentamiento dentro de la tierra de Israel “al lugar que el Señor ha elegido”, y si ese levita desea puede servir allí. Esto es todo lo que se está haciendo: la mayoría de los levitas vivían en pequeños pueblos y ciudades en áreas remotas de los diversos territorios tribales israelitas. Fue en una de estas 48 ciudades levitas que vivieron y sirvieron. Muchos levitas, sin embargo, deseaban servir en el impresionante santuario central, la sede del poder religioso, y no sólo en algún pueblo local y tratar con asuntos cotidianos mundanos. Por lo tanto, el Señor deja claro que a todos los levitas se les debe dar la oportunidad de participar en el Tabernáculo si así lo desean. Y más tarde veremos un interesante sistema de “cursos” ideado por el cual los levitas se organizan en grupos de varias áreas y se les da su turno (como una unidad) para oficiar y servir en el Templo en una rotación establecida. Y como dice en el versículo 8, ellos compartirán por igual de las ofrendas y los sacrificios; nadie debe ser excluido o para obtener más que otro.
Luego, en el capítulo 18 se analiza el importante oficio del Profeta. Y es interesante que lo que se ha establecido como limitaciones y advertencias para que jueces y reyes no abusen de su poder, y luego la instrucción para Israel de hacer provisiones para sacerdotes y levitas, ahora se dirige al deber del pueblo de prestar mucha atención a los Profetas. Y en este caso es que TODO Israel debe escuchar a estos Profetas: Jueces, Reyes, Sacerdotes y ciudadanos en general. Los profetas representaban una oficina oficial dentro de Israel. Estas personas no fueron auto-designadas per se. Mientras que los sacerdotes debían observar y enseñar y en algunos casos juzgar la Palabra de Dios escrita (la Ley, la Torá), los Profetas eran más parecidos a Moisés (o tal vez más similares a Samuel). Los Profetas eran aquellos que tenían una línea legítima de comunicación directamente con Dios.
Puesto que los Profetas son mensajeros de Dios para Israel y a los líderes de Israel, entonces Israel debe, por supuesto, obedecer las palabras de los Profetas porque son palabras de Dios.
Comenzando en el versículo 9, un par de escenarios son presentados para Israel: el primero es como la actitud de Israel debe ser hacia las “prácticas abominables de las naciones”; es decir, prácticas paganas con respecto a comunicarse con los dioses. Lo que los paganos solían hacer al intentar comunicarse con el mundo de los espíritus era averiguar sobre el futuro. No estoy seguro de que haya una tentación mayor entre los hombres que encontrar alguna manera, de cualquier manera, de averiguar lo que el futuro tiene que podría afectarles directamente. Nostradamus, Edgar Casey, y tantos otros psíquicos y adivinos están muy considerados en todas partes del mundo porque parece que todo el mundo tiene razones para querer saber lo que está por venir. Dios ha autorizado exactamente una manera para que sepamos sobre el futuro: y la misma es Él. Si no es por parte de Él, no debemos buscarla. Además, dice que la forma en que nos permite saber qué parte del futuro considera que desea que sepamos es por medio de Sus profetas y/o Su Palabra.
Los versículos 10 y 11 enumeran toda una serie de medios no autorizados para intentar de ver el futuro y van desde ofrecer un sacrificio infantil a un dios a cambio de un favor de información, a la divinidad, la brujería e incluso tratar de hablar con los espíritus de los muertos. Ahora bien, si bien esto no pretende ser una lista exhaustiva de todos los medios posibles para tratar de saber sobre el futuro, la misma cubre los métodos más comunes y conocidos. Y lo que se enumera incluye cosas como leer las entrañas de los animales, hablar con fantasmas, mirar patrones de aceite o sangre goteada en cuencos de agua, magia, etc.
Y el Señor dice que cualquiera que haga estas cosas es abominable para el Señor. Seamos claros: ¿conoces esas lindas líneas psíquica anunciadas en la televisión? ¿Cartas de tarot que podemos comprar en Barnes y Nobles? ¿Lectores de palma junto a los tatuajes? Podríamos bromear sobre ellos, pero esa gente se toma en serio lo que hace. Y Dios también habla en serio. Todo lo que puedo decirles es que para que el pueblo de Dios se acerque incluso a tratar con personas que hacen tales cosas (incluso como una alondra) nos pone en una confrontación directa con Jehová. No es una buena idea. Y el Señor dice que ESTA es la razón por la que está echando a los cananeos de su tierra y dándosela a Israel. Por lo tanto, Israel no debe hacer lo que los cananeos han estado haciendo al tratar de adivinar el futuro.
Más bien dice el Señor en el versículo 15: Levantará un Profeta para Israel para este propósito; que cuando sea la voluntad de Dios que Israel sepa cosas sobre el futuro, Dios ungirá a un Profeta para decirles. Y en esa cita queda muy claro que cuando un Profeta habla, Israel debe obedecer.
Pero también dice en el versículo 20 que, si un profeta habla algo que Dios no le dijo que dijera, o que hable en nombre de dioses falsos, entonces ese Profeta debe ser ejecutado. Aquí se está hablando de un Profeta HEBREO.
Así que el primer asunto se refiere a los profetas paganos, pero ahora el tema son los profetas israelitas. Y la pregunta se convierte en una pegajosa que ha atormentado el judaísmo y el cristianismo para siempre: ¿cómo podemos descifrar un falso profeta de un verdadero profeta de Jehová, cuando ambos dicen ser creyentes leales del Dios de Israel y ambos afirman que su palabra es directamente de Dios y por lo tanto confiable? La respuesta sencilla está en el versículo 22: cuando un profeta dice que está hablando una palabra del Señor y no sucede, entonces esa persona es un falso profeta y no debe ser escuchada. Sin embargo, a veces la profecía que se habla debe ocurrir en un futuro lejano, ¿cómo sabrá la gente que lo escucha a quién creer?
Esto abre una lata de gusanos, así como una aversión mía y la misma se refiere a aquellos que tienen el hábito de decirle a los demás: “Tengo una palabra del Señor para ti”. En otras palabras, se han declarado Profetas. Si tu estas tentado a ponerte en esa posición (o están convencidos de que el Señor realmente los ha ungido como Profeta), entonces les pido que piensen largo y tendido en lo que estamos leyendo aquí en Deuteronomio 18. Dios no deja espacio para nada; si realmente tienes un mensaje de Él es infalible y debe suceder exactamente como se da. Si no sucede entonces no fue de Él, fue de otra fuente, y el Profeta que habló es falso. Un Profeta puede decir la verdad 10 veces y tener razón, pero si se descuida y dice algo 1 vez que NO es de Dios, las consecuencias de entregar un mensaje falso pueden ser bastante graves, siendo la pérdida de credibilidad entre sus compañeros la menor de ella.
Incluso los profetas más grandes de Dios (los que tienen libros de la Biblia que llevan su nombre) se preocupaban constantemente por decirle a la gente lo que creían que Dios les había dicho. A menudo tenían dudas acerca de si estaban correctos; se preguntaban si lo que realmente había entrado en sus mentes era de hecho de origen divino. ¿O era su imaginación trabajando horas extras, o incluso peor? Los profetas más grandes de Dios sabían que ser elegidos como Su Profeta no significaba que ellos fueran incapaces de equivocarse, sólo significaba que DIOS era incapaz de estar equivocado. Por lo tanto, todos los Profetas de Dios eran, por definición, Profetas “renuentes” en todos los sentidos, en el sentido de que no buscaban ser Profetas cuando Dios los llamó y ni siquiera estaban seguros de que querían el trabajo cuando el Señor les dio el mensaje. Por lo general, estaban llenos de dudas acerca de si realmente entregar el mensaje del Señor al pueblo. Parte de la razón de esta inseguridad fue que los Profetas eran a menudo golpeados, encarcelados y martirizados, y al menos tenían vidas muy difíciles y a menudo aisladas. Esto se debe a que los mensajes de Dios no eran generalmente los que el pueblo particularmente quería oír; ya sabes el viejo dicho sobre cómo la gente parece que siempre quiere matar al mensajero de noticias no deseadas.
También había otra faceta a este dilema: los profetas entendían la soberanía de Dios hasta el punto que generalmente nosotros no entendemos. Sabían muy bien que Dios podía enviarlos con un mensaje de que, si el pueblo no dejaba de hacer lo siguiente y se arrepentían, Dios los iba a destruir. Los Profetas también entendieron que era Dios quien determinaría si el pueblo cumplía; el Señor no consideraba los puntos de vista de los seres humanos que simplemente se detenían y observaban. Así como la historia de Jonás en Nínive, Jonás estaba preocupado de que el pueblo de Nínive realmente pudiera escuchar el ultimátum de Dios, arrepentirse en sus corazones (invisiblemente a los seres humanos, pero exactamente lo que Dios estaba buscando) y evitar la profecía de la destrucción que Jonás pronunció sobre ellos. El resultado sería que Dios anularía Su decisión de aniquilar la ciudad y retendría Su ira. Desde el punto de vista de Jonás, la profecía de destrucción que predicó entonces podía no ocurrir y eso lo habría convertido en un falso profeta a los ojos del pueblo; y lo menos que podía pasar era que su propio pueblo ya no lo escucharía, y lo peor que podía pasar era que podía ser ejecutado por ser un falso profeta. Estaba tan preocupado por esta perspectiva que huyó y trató de esconderse de Jehová; Dios tuvo que recuperarlo y amenazarlo para que entregara el mensaje al pueblo de Nínive. Toda esta ansiedad y problemas a los que se enfrentó Jonás era un procedimiento operativo completamente estándar para los Profetas de Dios en la Biblia, y es mi afirmación que tal patrón nunca cambia.
Así que tenemos que entender: si bien ser Profeta es una cosa grande y honorable, la misma está llena de peligro y dificultad. No es algo que deba buscarse. Decirle a alguien lo que crees que es una palabra del Señor no es algo trivial, y los Profetas de la Biblia son el ejemplo más grande de eso.
La próxima semana comenzaremos Deuteronomio 19.