Deuteronomio
Lección 3, Capítulos 1 y 2
La última vez que nos reunimos, yo establecí un principio para el contexto general de Deuteronomio que voy a recordarles de tiempo en tiempo: el mismo es que Deuteronomio debe ser visto más como un sermón de Moisés que como un oráculo directo de la boca del Señor.
El sermón de Moisés es muy parecido a la mayor parte de la Biblia (y muy parecido al Nuevo Testamento) por medio del cual lo que habla Moisés es divinamente inspirado sin embargo la inspiración divina es un trabajo co-operativo entre el hombre y Dios, mientras que los oráculos de Dios son comunicaciones directas (generalmente en la forma de instrucciones) de Dios al hombre.
Por lo tanto, aun cuando las palabras que Moisés habló son completamente confiables y verdaderas, también debemos verlas desde un punto de vista un poco diferente que en los primeros 4 libros de la Torá, por el que nosotros tuvimos tanto del lenguaje en la forma de, “y el Señor dijo” así y así. Creo que sería justo decir que un principio importante al considerar la palabra de Dios es que el peso llevado por los oráculos directos de Dios (es decir, la instrucción que siguió “y el Señor dijo”) son mayores que las palabras personales o pensamientos de cualquier hombre (ya sea ese hombre Moisés, el rey David, o el apóstol Pablo) quien, esencialmente estaría dando un sermón, si no estuviera repitiendo meramente las palabras de Dios.
En este punto en Deuteronomio capítulo 1, nosotros hemos escuchado como Moisés comenzó a contar la historia del viaje por el desierto de Israel; y se nos informa que la fecha de este sermón es de 39 años y 11 meses desde el día en que Faraón liberó a Israel de su control.
El versículo 19 comienza con el recordatorio de Moisés al pueblo de Israel (esta es la segunda generación del Éxodo) de por qué fue que habían estado vagando como beduinos en las regiones desérticas de las penínsulas árabes y del Sinaí, en lugar de estar permanentemente establecidos. Y explica que alrededor de unos 38 años atrás cuando Israel llegó a Cades-Barnea (en el extremo sur de la tierra de Canaán), Moisés mandó que el pueblo fuera y comenzara a conquistar a los cananeos, pero los líderes se opusieron y le pidieron a Moisés que enviara algunos espías para evaluar la tierra y les trajeran un reporte de lo que habían encontrado. Ten en cuenta que esta es nueva información. En el recuento de Números 13 de la conquista de Canaán no hay mención de Moisés diciéndole al pueblo que comience la guerra Santa para Canaán. De hecho, en muchas maneras, el recuento de Números hace de Moisés uno obediente si no cómplice de la decisión de NO entrar a la Tierra Prometida y tomarla.
Por lo que aquí nosotros encontramos que la razón por la que los exploradores fueron enviados, es porque la gente (queriendo decir los líderes y los ancianos que eran representantes de la gente) exigió que en lugar de sencillamente avanzar sin reserva (como debieron haber hecho) una docena de los hombres fueron enviados primero a comprobar las cosas.
Ahora, les diré que he leído algunos comentarios que hace que parezca que Moisés está como adornando la historia de los espías (tal vez reescribiendo la historia un poco) para poner sus propias acciones en una manera más favorable. Y que Moisés esencialmente decía “no es mi culpa y traté de hacer lo correcto”, sino que sucumbí a la voluntad del pueblo al dudar. Yo sospecho que hay algo de verdad en esto, ya que Moisés no era más que un hombre apacible, reacio a su papel actual, y no un líder contundente. Y no creo que haya ninguna inexactitud en lo que Moisés está diciendo aquí; es sólo que como hombres nosotros tendemos a recordar las partes de los acontecimientos que son más favorables para nosotros y tendemos a torcer lo que estábamos pensando en el momento de lo que realmente sucedió.
Yo no tengo duda alguna de que Moisés exhortó al pueblo a no tener temor y a marchar hacia Canaán; pero también él se encontró en un dilema cuando los líderes en los que él dependía insistieron en tener cautela. El liderazgo es una cosa complicada; la gente tiene que creer en lo que tú estás haciendo por un lado, pero, por otro lado, ¿de qué vale el liderazgo si uno, solo se encuentra a la cabeza del grupo y sencillamente lo conduce a lo que sea y donde quiera que quiera ir? Este fue el dilema de Moisés y uno con el que muchos de nosotros podemos identificarnos.
Quiero que se den cuenta de algo en el versículo 20 que no es particularmente único en la Torá, sino que es un excelente ejemplo de un principio que por lo general pasa por desapercibido. Allí dice, “Habéis llegado a la región montañosa de los amorreos que el Señor nuestro Dios va a darnos. El principio se resume en el verbo de la palabra “dar”.
El lenguaje hebreo bíblico no utiliza los tiempos pasados, presentes y futuros como lo hace el español (aunque el hebreo hablado moderno ha adoptado el uso de tales tiempos). Es decir, en español algo sucedió antes (pasado), o está sucediendo ahora (presente), o sucederá más tarde (futuro). Más bien, la lengua hebrea bíblica utiliza lo que se denomina tiempos perfectos e imperfectos. El perfecto es aproximadamente equivalente al pasado y al presente y el imperfecto es aproximadamente equivalente al futuro; pero esa aproximación es BIEN próxima. Aquí está el problema y voy a tomar sólo un momento para generalizar; nuestros tiempos modernos pasados, presentes y futuros se tratan de sobre CUÁNDO una acción se está llevando a cabo. La misma hace que el contexto de la declaración establecida en TIEMPO (¿ocurrió en el pasado, está sucediendo ahora, va a suceder en un momento posterior?). Eso no es lo que está sucediendo en el hebreo bíblico. Y recalqué el término hebreo bíblico porque (de nuevo) el hebreo moderno SI usa tiempos pasados, presentes y futuros.
En el hebreo bíblico los tiempos de las escrituras denotan el estado de la acción. ¿Acaso la acción está completa o la acción está en curso? La idea de CUANDO en el tiempo de cuando una acción está ocurriendo es inferido por el contexto de la declaración en general, no directamente por los tiempos verbales.
Por lo que en la declaración del verso 20 que dice que el Señor “está dando” el país de las colinas de los amorreos a Israel, la idea es que este es un proceso continuo. El “dar” de la tierra ya ha comenzado, pero aún no se ha completado. Algunas traducciones de la Biblia dicen, “nos darán”, otras dicen, “nos da”; otras todavía dicen, “está a punto de darnos”.
El problema es que estas traducciones están estableciendo el acontecimiento de la entrega de la tierra de Canaán a los hebreos con el tiempo; y estas versiones quieren decir que está sucediendo ahora (presente), o va a suceder más tarde, pero pronto (futuro). Esto es incorrecto y vemos este mismo problema repetido a través de la Biblia. Aquí en Deuteronomio lo que se expresa es que los hebreos están simplemente en algún lugar dentro de un largo proceso de posesión de la tierra de Canaán y exactamente donde a lo largo de la línea de tiempo el proceso actualmente es, no está implícito. Este problema con el malentendido de los tiempos hebreos ha creado todo tipo de cuestiones para tratar de entender las profecías (las profecías, por nuestra definición, son casi siempre futuras a nuestra manera de pensar).
Debido a que el pasado, el presente y el futuro están tan incrustados en nuestro lenguaje occidental, yo generalmente trato de explicar las profecías bíblicas diciendo que ocurrieron en el pasado (como el regreso del exilio de los hebreos), pero muchas de estas mismas profecías también volverán a suceder en el futuro. Pero técnicamente no es un asunto de pasado o de futuro: es que hay un proceso profético y el mismo está en curso y algún día será llevado a su plenitud completa.
Moisés relata que los 12 espías regresaron con algunas muestras de los frutos de la tierra de Canaán junto con el informe de que “es una buena tierra….”. Pero, la gente se negó a subir y tomar la tierra como el Señor Dios le había mandado hacer porque otra parte del informe era que la tarea sería difícil y peligrosa. Los habitantes eran grandes, eran numerosos, y había muchas ciudades amuralladas. La gente respondió: “Jehová debe aborrecernos” por lo que se negaron a ir y tomar posesión de la tierra.
Permítanme recordarle que el término “el pueblo” es casi siempre una referencia al liderazgo. Esta era una sociedad TRIBAL, la gente no votó; aun así el liderazgo se pensó como representativo de la gente. Si el liderazgo de la tribu de Judá decidiera algo, en la Biblia diría que “el pueblo de Judá” decidió así y así. Esto es importante de entender porque lo que está sucediendo aquí es que Moisés está culpando al Consejo de liderazgo por esta acción de rebelión que resultó tan costosa en términos de vida y tiempo.
Moisés dice que hizo todo lo posible para convencer al Consejo de liderazgo de dejar de lado sus miedos y en lugar confiar y obedecer a Dios; les recordó que la nube de fuego que siguieron de día y de noche era prueba de que Jehová estaba con ellos y que ya Él había ido delante de ellos y asegurado la victoria. Pero a pesar de la evidencia extraordinariamente poderosa del amor de Dios por su pueblo y su capacidad de hacer lo que Él dice que hará, el liderazgo rehusó cambiar de opinión. Y como resultado, el Señor declaró que ninguna de esta generación malvada entraría en la tierra que él había apartado para Su pueblo. La generación malvada fue definida anteriormente como hombres mayores de 20 años o más en el momento de este incidente.
Cada vez que recuerdo este incidente de los 12 espías no puedo evitar tener un poco de miedo y agitación vibrar a través de mi cuerpo. Aquí había una sociedad en la cual (particularmente en este momento en la jornada) los líderes tribales decidieron autocráticamente qué ocurriría.
La población en general no tenía más remedio que seguir o empacar y marcharse; sin embargo, los líderes también sabían que sus decisiones tenían que ser generalmente populares y aceptables o ellos no sobrevivirían como líderes mucho tiempo. Sin embargo, el Señor mantuvo a la población en general responsable de las acciones y decisiones y la rebelión de su liderazgo (aunque él asignó MÁS responsabilidad a los líderes). Cuánto más debe Jehová responsabilizar a cada uno de nosotros por las decisiones de nuestro liderazgo en una nación democrática en la que elegimos directamente a los que nos dirigen, y tenemos un proceso para eliminar a aquellos que nos dirigen mal. Por más que quisiéramos nosotros no podemos separarnos completamente de nuestro liderazgo del gobierno secular O de nuestro liderazgo en la iglesia o sinagoga. Y tampoco el liderazgo puede separarse de las acciones de aquellos que ellos gobiernan. Moisés no entra en la tierra prometida; y declara en numerosas ocasiones que fue a causa de la gente a la que se le prohibió. En otras palabras, como líder en última instancia fue responsable de las acciones del pueblo. Moisés NO entró en la Tierra Prometida; y él declara en numerosas ocasiones que fue por causa de la gente que a él se le prohibió entrar. En otras palabras, como líder él fue ultimadamente responsable de las acciones del pueblo.
Nuestra salvación en Yeshua es ciertamente en una base individual; pero nuestros destinos terrenales son a menudo atados juntos como grupo. Y el principio que vemos en la Biblia es que después de la primera gran división del Señor de los seres humanos entre hebreos y gentiles, la siguiente división de personas delante de los ojos de Dios fue como naciones de la gente. Las Naciones tienen una responsabilidad corporativa delante de Jehová. Las naciones enteras serán juzgadas juntas como un solo grupo basado en las decisiones de su liderazgo y acciones generales del pueblo. El que varias personas se opongan a alguna acción rebelde o impía NO les exime de sufrir el juicio NACIONAL que el Señor (y en Apocalipsis indica que él lo hará) infligirá. Así que nos conviene luchar incansablemente en nuestras familias y comunidades para sostener el nombre del Señor y Sus mandamientos por el bien de nuestra nación.
Luego Moisés le dice a esta nueva generación de hebreos lo que eventualmente sucedió después de rehusar entrar en la Tierra Prometida; el liderazgo reconoció que estaban equivocados. El liderazgo dijo que ciertamente NO querían ser desviados de vuelta al Desierto y ciertamente no querían ser excluidos permanentemente de entrar en la Tierra Prometida. Y, en la superficie, esto ciertamente suena como corazones contritos llenos de arrepentimiento por su rebelión, cuando dicen, “…. ahora vamos a subir y luchar justo como Jehová nos mandó”. Entonces el Señor dice algo que debe sacudirnos a todos: “NO vayan y NO peleen, ya que NO estoy en medio de ustedes…”
Pero como estaban tan ansiosos por recuperar el mérito ante los ojos del Señor, y tanto más ansiosos por evitar el pronunciamiento de juicio sobre ellos, el pueblo nuevamente ignoró al Señor y trató de tomar la tierra prometida por su cuenta, sin Su liderazgo o permiso. Los resultados fueron predecibles y desastrosos. El no tomar la tierra cuando fue mandado fue rebelión; pero tomar la misma tierra (sólo horas y días después) cuando se le ordenó que No lo hicieran también rebelión. El tiempo le pertenece al Señor tanto como el acto.
Sigan esta secuencia porque este patrón no es nada diferente en el Nuevo Testamento, y ciertamente no es diferente en nuestra era moderna: 1) el Señor ordena a Israel que tome la Tierra Prometida. 2) el pueblo se asusta y titubea. 3) el pueblo decide que van a parar y evaluar si están de acuerdo con Dios en este asunto o no. 4) eligen diferir. 5) Dios llama a esta rebelión desacuerdo y pronuncia el juicio. 6) El pueblo, al oír el juicio, se arrepiente y dice: “OK, hemos cambiado de opinión; vamos a hacer lo que dices”. 7) Dios dice, no, ya el tiempo pasó y mi oferta es revocada. Mi juicio permanece y la puerta está cerrada para que entren.
¿Puedes ver a dónde voy con esto? Graben este principio de Dios en sus mentes y corazones ya que nuestras vidas dependen del mismo: no siempre es posible recuperar una oportunidad perdida por el fracaso de la fe. A los cristianos nos encanta decir: “bueno, si Dios cierra una puerta, abrirá una ventana”. Aunque eso ciertamente suena bonito yo digo no necesariamente es así. La filosofía de cerrar una puerta y abrir una ventana es con lo que estos israelitas contaban y el Señor dijo: “no”. Llega un tiempo en la vida de un incrédulo que la oferta de salvación es rescindida. No sé cuándo es exactamente; ciertamente en la muerte, pero en qué punto antes de la muerte nadie sabe.
Pero para el creyente podremos sentarnos al margen por un tiempo, seguir nuestros propios caminos durante un tiempo, que cuando las consecuencias de nuestra rebelión finalmente se vuelvan evidentes para uno, determinemos regresar y tratar de recuperar esas cosas que nuestra falta de fe nos hizo perder. Y considerablemente la mayoría de las veces esas oportunidades específicas se pierden permanentemente y nunca se recuperan (al menos no por nosotros). Probablemente miles de poemas y epitafios han sido escritos a lo largo de los siglos describiendo cómo el pasado no puede ser recuperado. Yo no estoy diciendo que Dios no reconoce nuestro arrepentimiento y nos permita tener gozo y tal vez en Su tiempo haya alguna otra oportunidad de servirle a Él. Pero quién entre nosotros que ha alcanzado una edad avanzada no mira hacia atrás y recuerda de alguna oportunidad perdida y se entristece hasta cierto grado u otro. Y la lloramos no porque nuestras vidas necesariamente estén arruinadas o sin esperanza (porque no lo son), sino porque como resultado hubo mucho dolor y sufrimiento innecesario (a menudo involucrando a personas inocentes). O tal vez veamos una gran bendición que hemos rechazado y que otros aprovecharon. Nuestras vidas podrían haber sido mucho más fructíferas para el Reino de Dios si tan sólo hubiéramos confiado y obedecido.
Israel pudo haber estado disfrutando del Descanso de Dios en la tierra de Dios en cuestión de meses después de haber salido de Egipto; en cambio, debido a la falta de fe sólo la descendencia de los que salieron de Egipto se les permitiría ese descanso. Y ninguna cantidad de arrepentimiento cambiaría esa realidad, ni siquiera para Moisés mismo.
Vamos a continuar con el capítulo 2.
LEER DEUTERONOMIO CAPÍTULO 2
Los resultados de la rebelión de la 1ra generación son objeto de las primeras palabras del capítulo 2. Ellos estaban literalmente obligados a marchar en dirección opuesta de la Tierra Prometida; ellos se dirigieron hacia el sur, hacia el Golfo de Aqaba. Qué viaje tan triste debió haber sido; profundamente derrotado por los amorreos, bajo la pena de muerte para todos los que tenían 20 años o más, y ahora relegados a vivir en un desierto sombrío por un período indeterminado de tiempo.
El capítulo 2 contrasta con el capítulo 1. La primera generación se rebeló pero ahora la 2nda generación está siendo obediente. La 1ra generación fue enviada hacia el sur, pero ahora a la 2nda generación se le ordena a marchar hacia el norte. La primera generación debió de haber entrado a la Tierra Prometida desde el suroeste, pero ahora a la segunda generación se le ordena entrar en la Tierra Prometida desde el sureste. A la primera generación se le dijo que se habían quedado en el Monte Horeb demasiado, pero ahora la 2nda generación se le dice que habían estado bordeando la Tierra Prometida lo suficiente. La primera generación sabía que morirían en el desierto, pero ahora la segunda generación sabía que vivirían en la Tierra Prometida.
Luego, obtenemos una serie de instrucciones sobre ciertas personas que el Señor quiere que Israel evite. Esta alusión no se trata de un temor dentro de Israel ni de una preocupación de que pudieran ser derrotados: más bien es que los territorios habitados por estas personas no debían ser parte de la Tierra Prometida, y la ascendencia de las personas involucradas (al menos las personas que actualmente ocupaban cada territorio) estaba relacionado con Abraham de alguna manera. Como mencioné en nuestra última lección, esta venida de la Guerra Santa no se trataba de conquistar el mundo, ni de ganar tanta riqueza y tesoro como fuese posible, ni fue un intento de forzar la adoración para Jehová (conversión) en los diversos habitantes. Esto solo era la toma de un pedazo específico de tierra que el Señor declara como Suyo (no de Israel); esto no iba a ser la creación de un imperio hebreo.
La primera nación con la que Israel debe evitar el conflicto es la de Edom. Edom es otro nombre para Esaú, el hermano gemelo de Jacob. Así que hubo un parentesco muy estrecho entre Esaú e Israel (Israel era sólo un nombre alterno para Jacob). Ahora el mandamiento del Señor para Israel es que “tenga cuidado” con Seir (otro nombre para la nación de Edom); el “tenga cuidado” no significa ser cauteloso o asustado. El Señor explica que los edomitas estarán muy alarmados y temerosos de Israel. Lo que NO se dice era algo muy conocido en tiempos de antigüedad; y era que cuando un pueblo al que TEMÍAS se acercaba demasiado, uno iba a la batalla para tratar de golpearlos y demostrar que tal vez un tratado sería mejor (un tratado que permitiera al actual rey permanecer en su puesto) en lugar de un intento de conquistarlos abiertamente. La idea es que Moisés y los líderes de Israel tenían que hacer todo lo posible para hacerle claro a Edom que ellos no tienen ninguna intención de tomar su territorio, ni siquiera de tomar comida o agua de ellos. Por lo tanto, Israel bordeó la tierra de Edom y continuó hacia el norte hacia el Arabá que estaba en la región de Moab.
Los moabitas, también, tenían un parentesco con Israel (aunque no tan cercano como el que tenían con los descendientes de Esaú). Los moabitas eran los descendientes de Lot, que era el sobrino de Abraham. Y por el bien del patriarca Abraham que amaba a Lot, el Señor había separado tierra para los descendientes de Lot y Jehová hace claro que esta tierra NO es para Israel. Por lo tanto, ellos deben evitar conflictos con Moab.
Comenzando en el versículo 10, tenemos algunas notas al calce muy interesantes que vale la pena detenernos unos momentos para examinarlas. Nos dicen que la gente llamada los Emitas habitó antes de Moab; y estos Emitas son contados como Refaítas. A veces olvidamos que unos siglos después del incidente de la Torre de Babel con Nimrod (el cual tuvo lugar alrededor de 300 años después del gran Diluvio), el mundo estaba lo suficientemente poblado que si un grupo de personas emigraba a una nueva tierra, lo más probable era que o tenían que tomar la tierra a sus dueños anteriores, o ellos tenían que establecerse allí y tal vez crecer en números que eventualmente dominaban esa área.
Cuando los descendientes de Lot se trasladaron a la zona de Moab (y otros de sus descendientes en el área de Amón), estos territorios ya estaban ocupados. Ellos no se mudaron a áreas no descubiertas o en áreas completamente despobladas. Las personas que vivían en Moab, primero, eran los Emitas y sólo más tarde los descendientes de Lot se convirtieron en los gobernantes de ese territorio.
Ahora bien, esta no es la primera vez que nos encontramos con el término Refaítas. Y aquí nos dicen que los Emitas debían ser contados como Refaítas. Bueno, los Refaítas son la versión post-diluvio de los Nefilim, una raza de gigantes malvados que existían antes del Gran Diluvio. Hay muy poco en la Biblia acerca de lo que eran estos Nefilim, ya que los versículos son un poco ambiguos. Algunos ven a los Nefilim como una mezcla de la línea de Set con la línea de Caín (Set es la línea de bien de Adán y Eva, siendo Caín la línea del mal de Adán y Eva). Otros dicen que los Nefilim eran un producto de ángeles caídos que tuvieron relaciones sexuales con mujeres humanas; y los hijos que eran productos de esta mezcla ilícita eran hombres poderosos, feroces, inusualmente grandes y hombres malvados.
Estos hombres, estos Nefilim, se casaron con otras mujeres y con el pasar del tiempo su dominación se esparció. Cómo su existencia tiene conexión con el diluvio es otro misterio. En otras palabras, si toda la humanidad excepto la familia de Noé fue aniquilada en el diluvio, ¿cómo el Refaítas reapareció DESPUÉS del diluvio? ¿Acaso los ángeles caídos se re-propagaron en los descendientes de Noé? Algo para pensar es que la MEMORIA del Nefilim hizo que cualquier persona inusualmente alta fuera etiquetada como Nefilim (y eventualmente el nombre evolucionó a Refaítas). Así que no es diferente a nosotros hoy ver a un jugador de baloncesto de 7 pies de altura y llamarlo un “gigante”. Realmente nosotros no queremos decir “gigante”, como en la mitología; sólo queremos decir que están bajo los límites exteriores de la altura humana.
Lo que se añade al misterio de los Refaítas es, los registros egipcios de alrededor de la época de Moisés que reportan el hallazgo de los nichos que contenían los restos humanos de hombres que tenían más de 9 pies de altura.
Los egipcios no tenían una leyenda “gigante” de la que sepamos, así que es difícil asignar mitología a esto y sus registros. Además, DONDE ellos encontraron estos restos fue en el antiguo Reino de Og, que se dice que proviene del Refaítas. Yo no tengo una respuesta para todo esto, pero es fascinante, ¿verdad? Y esto no puede ser tan fácilmente clasificado como un cuento de hadas.
El versículo 12 explica que el área que Edom (aquí llamada Seir) y sus descendientes ocuparon, fueron previamente poblados por un pueblo llamado los Horeos; pero en algún momento los descendientes de Esaú los desposeyeron. ¡Y no pasemos por alto que la RAZÓN por la que los descendientes de Esaú fueron CAPACES de desposeer a los Horeos es porque el Señor le dio esa tierra a Esaú como herencia! Así que en realidad hay un precedente para que Jehová asigne tierras a las naciones de las personas (no hebreos), NO sólo a Israel, y el Señor insistiendo en que debido a que él hizo una asignación divina de territorio a ciertas personas, la misma debía permanecer así. Vamos a meter eso en nuestros bancos de memoria a medida que avancemos en nuestro estudio y nos demos cuenta que el Señor es el Señor de todos, no sólo de Israel.
El versículo 14 confirma que el tiempo de la gran rebelión del liderazgo de Israel (el incidente de los 12 espías) hasta el momento en que Israel cruzó la frontera para entrar a Moab fue de 38 años. Y fue durante estos 38 años que la primera generación del éxodo se extinguió (que era un pre requisito para que sus hijos entraran a la Tierra Prometida).
Después de pasar por Moab, Israel se enfrentaría a Amón. Y la misma instrucción se da con respecto a Amón en cuanto a Moab y Edom; no los hostigues porque Amón representa a los descendientes de Abraham por medio de Lot. Y nos dicen que vivir entre los amonitas son algunos Refaítas (algunos de estos gigantes malvados), el conocimiento de lo que estoy seguro hizo más fácil para Israel simplemente evitar pelear con esta gente. Y se nos dice que viviendo entre los amorreos están algunos Refaítas (algunos de estos gigantes malvados), el cual con solo tener conocimiento de esto se le hizo más fácil a Israel evitar pelear con esas personas.
El versículo 20 nos dice que las personas que los amonitas desplazaron fueron llamadas Zomzomeos. Esta palabra es interesante: en una traducción dinámica significa, “la gente cuyo discurso suena como un zumbido (de abejas)”. Eso es bastante espeluznante en la superficie, pero sólo significa que su manera de hablar (al oído hebreo) era extraño y debe haber sido una vocalización más bien aguda.
Luego se menciona esta gente que se llaman los Aveos; un pueblo que primero ocupó un área que actualmente llamamos Gaza (un área que eventualmente sería ocupada por los filisteos).
Después de toda esta genealogía e historia (que me parece fascinante), se le da una orden a Israel de “¡ATAQUE!” Que empiece la Guerra Santa de la toma de Canaán. Las primeras palabras del versículo 24 son esencialmente un grito de guerra: “¡arriba!” o “¡Levántate!” Unas palabras después dice, “Comienza la posesión”.
Hasta ahora en Deuteronomio hemos leído sobre las diversas personas a las que Israel no debe ir a la guerra; Ahora tenemos una lista de las personas que DEBEN luchar en contra y, por supuesto, comienza con los amorreos. ¿Por qué digo, “por supuesto”? Porque el capítulo 2 es un contraste del capítulo 1; y el capítulo 1 termina con el pueblo de Israel iniciando una Guerra Santa no autorizada (una guerra no-Santa) con estos amorreos y siendo profundamente golpeados. Ahora en el capítulo 2, la llamada es atacar a los amorreos en una verdadera Guerra Santa y por lo tanto la victoria no sólo está asegurada, pero desde un punto de vista espiritual la guerra ha terminado.
Nosotros terminaremos con el capítulo 2 la semana que viene.