14th of Kislev, 5785 | י״ד בְּכִסְלֵו תשפ״ה

QR Code
Download App
iOS & Android
Home » Números Lección 35 Capítulos 34 y 35

Números Lección 35 Capítulos 34 y 35

Números

Lección 35 Capítulos 34 y 35

La última vez nosotros acabábamos de concluir Números 33 y esto fue una versión corta de la ruta del Éxodo que enumera 42 estaciones donde eventos de gran significado tomaron lugar durante la jornada de los Israelitas en el Desierto; una jornada que faltaba solo unas semanas para concluir.

Nosotros discutimos como el Señor le dió a Moisés unas instrucciones difíciles de como ellos iban a invadir y tomar posesión de Canaán: ellos debían sacar a todos los habitantes de cada esquina en la tierra. Los únicos Cananeos que se les permitiría quedarse eran aquellos que renunciaran a cualquier afiliación de tribu que tuvieran, y se unieran a Israel. Esto quería decir que ellos también tenían que completamente renunciar a sus dioses y rituales y obedecer la Torá. Naturalmente, no hubo muchos que escogieron hacer esto. Aquellos que pelearon en contra de Israel y rehusaron irse de su tierra debían ser matados.

Además el Señor le dijo a Moisés que si Israel fallaba en hacer esto no solo las personas que permanecieran en la tierra serían una constante espina en el lado de Israel, sino que el Señor iba a tratar con Israel de la misma manera que Él tenía como intención de tratar con estos paganos.

El capítulo 33 termina con la instrucción que la distribución de territorio entre las tribus de Israel debía comenzar inmediatamente y que debía ser hecho incorporando 2 métodos: lotes y proporcionalidad. Es decir, que los lotes serían emitidos para determinar la región general de Canaán que cada tribu recibiría, pero el TAMAÑO del territorio de cada tribu sería proporcional a la población de esa tribu.

Bueno aun cuando ha sido un camino largo estudiando el libro de Números, el libro está llegando rápidamente a su fin con algunas leyes sobre las fronteras del territorio que el Señor está dando a Israel y algunas otras leyes sobre cómo la tierra va ser protegida y gobernada.

Comenzando con el estudio de la semana pasada (capítulo 33) y progresando hasta el final del libro de Números, todo el tema tiene que ver con la posesión de la Tierra Prometida. Es difícil para nosotros en el siglo 21 imaginarnos e internalizar cuan monumental fue el evento de la ocupación de la tierra de Canaán por los hebreos. Si nosotros pensamos de los momentos más grandes de la Biblia nosotros probablemente enumeraríamos la Creación, el Gran Diluvio, la separación del Mar Rojo y el Éxodo, y la venida de Jesucristo en el tope de nuestra lista.

Pero sin duda alguna la materialización del pacto de 600 años atrás de Abraham (que a los descendientes de Abraham se les darían una tierra propia para poseer por siempre) pertenece en esa lista y justo cerca del tope. Al igual que los creyentes esperan con esperanza por el regreso de nuestro Mesías Yeshua y el establecimiento de SU reino, así también Israel esperaba por su herencia de tierra basada en el pacto que fue dado a ellos por el Señor. Y esto fue porque desde el tiempo de Abraham hasta este momento en la Torá los hebreos siempre habían sido un pueblo sin patria.

Desde el momento que el Señor le dijo Abraham que fuera y dejara a su tierra nativa (Mesopotamia), y que se desasociara de su país y su familia (queriendo decir que los abandonara) Abraham y todos esos hebreos que saldrían de sus entrañas iban, por siglos, a ser nada, solo residentes extranjeros, forasteros, dondequiera que fuese que vivieran.

Abraham, Isaac, luego Jacob, aun cuando ellos deambularon en varias partes de Canaán, vivieron allí con esos Cananeos que eran propietarios y controlaban la tierra. Cuando ellos residían en Egipto ellos estaban a la merced del Faraón. José, quien llegó a ser el gran visir de Egipto, no consideraba a Egipto su hogar, por lo que ordenó que su cuerpo fuera momificado y llevado a la Tierra de Canaán en ese día maravilloso cuando Israel salió de Egipto hacia una jornada a una tierra que SERÍA suya.  

Creyentes, en adición a que todo esto es cierto y real y sucediendo de verdad, esto es también un patrón y un retrato de nosotros y nuestra condición. La Torá, con el tema central siendo la creación de Israel como un pueblo y luego como una nación, es un patrón de lo que el cuerpo de creyentes experimentaría en un tiempo futuro a Moisés; un tiempo cuando el Señor crearía otro pacto con el propósito de refinar solo quien estaría incluido (y en qué términos) entre ese pueblo Suyo que había sido separado.

Cuando Abraham aceptó a Jehová como su dios (conociéndolo solo como El Shaddai, Dios de la Montaña); y dejando todo lo del pasado atrás, Abraham se le presentó un pacto por y con Jehová, una promesa escrita en concreto. Al aceptar el pacto Abraham llegó a estar asegurado dentro de las bendiciones de ese pacto. Cuando nosotros aceptamos a Yeshua como nuestro dios y Salvador nosotros dejamos el pasado atrás al nosotros aceptar la realidad del Pacto como es garantizado por Su sangre. Y al aceptar este pacto renovado nosotros somos asegurados dentro de sus tantas bendiciones.

Aunque después que Abraham aceptó ese pacto (la provisión principal siendo un lugar garantizado para vivir por siempre que sería suyo, un lugar donde sus descendientes pertenecían, un hogar permanente) pasaría mucho tiempo antes de que ese hogar fuera realizado. Por el momento sus descendientes serían extranjeros en tierra extranjera. Como podemos ver claramente de este patrón, los creyentes, aun cuando ya nosotros estamos viviendo bajo los términos del Nuevo Pacto, nosotros todavía no hemos alcanzado el resultado final: un lugar permanente para vivir, un lugar donde nosotros realmente pertenecemos, un lugar separado solo para nosotros. Y este lugar es el Reino de Dios.

Yo he sido un creyente casi mi vida entera. Pero probablemente ha sido solo los últimos 10-15 años donde yo he comenzado a sentir los efectos de lo que yo soy: un extranjero viviendo en una tierra extranjera; y yo permaneceré en esa condición hasta que el Señor decida que es tiempo para mí irme a mi hogar. Verdaderamente, yo había estado bastante cómodo en el mundo. Yo me llevaba bien con el mundo y prosperé en el mundo, aun cuando yo estaba espiritualmente separado del mundo por Dios, debido a mi aceptación de SU hijo. Aunque el Señor nos ha dicho enfáticamente que nosotros no pertenecemos aquí; que en nuestra nueva condición nosotros podemos estar EN el mundo pero no somos parte de EL mundo.

Israel estaba EN Egipto por un tiempo bien largo; pero ellos nunca fueron DE Egipto. Y con el tiempo ellos llegaron a estar más intensamente consientes que ellos eran solo estacas redondas tratando de ocupar un roto cuadrado. Tambien los EGIPCIOS llegaron a estar más intensamente consientes que estos hebreos no eran parte de Egipto; que ellos eran raros, ellos eran diferentes; ellos solo servían un propósito útil como esclavos. Los egipcios disfrutaban lo que estos hebreos aportaban al juego, pero a la misma vez los Egipcios llegaron a odiarlos pero no siempre hubo odio; a principio los hebreos fueron bienvenidos. Los egipcios hasta aprendieron de los hebreos, adoptaron algunas de sus formas y Egipto prosperó. Aunque lentamente, década tras década, la diferencia y el ser separado de los hebreos comenzó a irritar a los egipcios. Con el tiempo esa irritabilidad se convirtió en amargura. Finalmente durante la vida de Moisés esa amargura se desbordó en un odio violento y no había elección para la sobrevivencia de Israel que no fuera sacarlos de Egipto y ponerlos en el reino que el Señor había preparado para ellos.

Mientras más viejo yo me pongo más yo siento esto. Yo casi ni reconozco mi país. Algunas noches me es difícil quedarme dormido, pensando en todo esto y la clase de mundo en la que mis nietos van a enfrentar. Yo sé lo que es correcto e incorrecto porque el Señor me lo ha enseñado; pero la mayoría del mundo alrededor mío dice que no HAY bien o mal, dicen que es simple una elección cultural. Yo sé que hay solo UN Dios, el Dios de la Biblia, y SU nombre es YHWH porque yo le conozco personalmente a Él; pero el mundo dice que SI hay un dios Él tiene muchos nombres incluyendo Buda, Hindi, y Alá para nombrar unos pocos.

Yo ya no me siento cómodo aquí. Yo me siento como un niño que fue adoptado justo después de nacer y un día se da cuenta que no se parece en nada a sus padres o hermanos y hermanas, y añora saber quién verdaderamente él es. Yo sé que yo no pertenezco aquí; y las personas alrededor mío que no conocen a Yeshua tampoco están muy cómodas conmigo, y ellos cuestionan si yo soy uno de ellos o si yo pertenezco aquí, con ellos.

Pero al igual que Abraham yo también he sido puesto bajo un pacto; a mí se me ha prometido un lugar donde las cosas finalmente van a operar de la manera que se supone, un lugar donde el gobierno estará sobre los hombros de nuestro Mesías, un lugar donde yo pertenesco. Al igual que Israel yo he sido redimido y yo no pertenezco más a mi cruel amo; yo he comenzado mi Éxodo, yo he recibido la Palabra de Dios y yo estoy en una jornada a través del desierto hacia un destino final; pero yo todavía estoy esperando en un patrón de espera, todavía no he llegado allí.

Nosotros hoy sentados precisamente donde Moisés e Israel estaban en este momento en el libro de Números. La promesa de los pactos de Dios para nosotros está ahí mismo delante, y nosotros podemos realmente verla, nosotros hasta podemos olerla; y pronto, muy pronto, nosotros vamos a poder tomar posesión de la misma.

Aunque esta vida que vivimos, y nuestro tiempo que deambulamos en el desierto, no debe ser un tiempo ocioso.

Nuestro trabajo es aprender los caminos del Señor y practicarlos, porque una vez estemos en nuestro destino nosotros vamos a estar viviendo esos caminos más completamente y eternamente en la presencia de Yeshua como jamás hemos imaginado.

Por lo que aquí, en Números el pueblo de Israel puede ver su destino a la distancia, y saben que a solo días, horas, antes de que sea suya, Dios le da unas instrucciones sobre como ellos deben vivir en la tierra.

Vamos a leer algunas de esas instrucciones en Números capítulo 34.

LEER NÚMEROS CAPÍTULO 34 completo

Los primeros 12 versos son sencillamente las fronteras de la Tierra Prometida. Muchos de los puntos no son conocidos hoy en día, pero muchos son. Ciertamente la parte del este (el Río Jordán), y la parte más occidental (el Mar Mediterráneo) son fácil de identificar. Hasta la parte de norte es bastante correcta; pero la frontera del sur es un poco menos.

Mira este mapa, porque es la manera más fácil de entender estas fronteras.

Ahora, hay registros egipcios de aproximadamente este mismo periodo (siglo 14 AC) que son virtualmente idénticos en describir las fronteras de la tierra de Canaán según lo leemos en Números; el cual quiere decir que nosotros ahora podemos saber que estas son correctas. En otras palabras, lo que el Señor describe aquí en Números 34 eran las fronteras de territorios generalmente reconocidas de la Tierra de Canaán en aquellos días que llevan a Israel a ocupar esa tierra. Jehová no volvió a definir las fronteras de la tierra de Canaán; ni tampoco Él añadió ni quito.

Pero, en lo que respecta a la frontera del sur, identificada en el verso 5 como la nahlah Mishrayim (en ocasiones traducida en semi-español como el Wadi de Egipto), esta es probablemente una de las mayores controversias. Yo no creo que esta frontera del sur es el Rio Nilo. Primero, en ningún sitio nosotros encontramos el uso del término hebreo nahlah Mishrayim que indique el Nilo. Segundo, el término, nahlah, significa corriente, curso del agua. La misma no quiere decir necesariamente un Wadi en el desierto el cual es el lecho de un rio seco excepto cuando una tormenta lo llena de repente; porque también se puede referir a un riachuelo o una pequeña corriente de agua que es a veces un hilo de agua, un riachuelo estacional, y ocasionalmente un torrente temporero. Tercero, estos registros egipcios sobre las fronteras de Canaán, son muy explícitos y casi idénticos a los registros aquí en Números, si uno coge el nahlah Mishrayim para que signifique el Nilo, eso afirmaría que Canaán en un momento incluyó la Península del Sinaí completa. Y se extendió hasta el Continente Africano, tomando mucha de la tierra que siempre ha sido adjudicada a Egipto. Cuarto, como estos registros egipcios son de alrededor del mismo periodo como el Éxodo, sí Canaán incluía la Península de Sinaí (o hasta el este de la orilla del Nilo, si el Nilo es esa frontera en el sur), entonces eso quiere decir que la Península del Sinaí era parte de la Tierra Prometida. Por lo que, hubiese sido una jornada corta….tal vez unos cuantos días……fuera de Egipto hacia Canaán y la jornada hubiera terminado prácticamente antes de que comenzara, ¿verdad?

Por consiguiente, puedes ver como nada de esto hace mucho sentido. Ahora, hay desacuerdos mucho más serios y razonables sobre donde exactamente estaba el nahlah Mishrayim, pero el mismo NO pudo haberse extendido hacia el Sinaí, el cual siempre fue conocido como territorio egipcio.

Ahora, la próxima cosa que las personas pueden confundir cuando discuten la frontera de la Tierra Prometida es cuando uno mira esto en Números, y luego va y lo lee en Ezequiel. La división de tierra en Ezequiel 47 es de alguna manera diferente a lo que leemos en Números, pero en ningún lugar tan extremo como ha sido enseñado y que yo en un momento creía.

Vamos a volver a Ezequiel 47 y leamos los versos 13-23, y luego vamos a movernos a Ezequiel 48 y leamos desde el verso 1 hasta el 14.

LEER EZEQUIEL 47:13 – 23 y 48:1 – 14

Ahora, si tú miras este mapa vas a ver que la distribución de tierra es un poco diferente. La misma es de alguna manera más grande, a los Levitas les ES dado territorio (pero a ellos no se les da nada en la distribución de Números), y ellos son juntados como tótem con las líneas de las fronteras esencialmente comenzando en el oeste en el Mediterráneo y extendiéndose un poco más al este, especialmente en el norte.

Nosotros discutimos en unas lecciones anteriores sobre como vemos unas transformaciones interesantes en cierto momento en el libro de Ezequiel; como por ejemplo la re-institución de la adoración de sacrificios al reconstruir el Templo, pero también un cambio en los procedimientos de ritos que parecen reducir el papel y la importancia del sacerdocio a uno de ceremonia religiosa sobre unas ceremonias conmemorativas (en vez de eficaz). En otras palabras, al igual que nosotros celebramos la Pascua o Día de Resurrección, o hasta la Comunión, estas prácticas no son un tipo de ritual que afecta alguna clase de respuesta ordenada por Dios. Nosotros no tenemos nuestros pecados perdonados como resultado de esas ceremonias, nosotros no entramos en una mejor posición con Dios, nosotros no somos purificados, etc. Más bien estas ceremonias Mesiánicas o cristianas son sencillamente conmemoraciones gozosas de gratitud para nuestro Señor en rememoración de las grandes cosas que Él ha hecho. Por lo que va ser en Ezequiel, pero en un tiempo donde aún MÁS obras de Yeshua van a ser cumplidas.  

Es mi posición que la razón por las diferencias entre estas visiones que nosotros leemos en Ezequiel versus lo que leemos en la Torá es que Ezequiel está hablando del periodo del Reino del Milenio, también llamado el reinado de 1000 años del Mesías Yeshua, Jesucristo, que inmediatamente le sigue al evento de Armagedón. Ya que Él va estar literalmente y físicamente morando y gobernando desde Jerusalén, y por un periodo de tiempo el mal y la rebelión no van a existir en el planeta Tierra, hay mucho que va ser necesariamente diferente. Una cosa es que el número de creyentes que van estar vociferando vivir y alrededor de Jesús el Rey (aun cuando vamos a poder escoger vivir en cualquier lugar en el planeta) va ser mucho más que la distribución que Números jamás pudiera acomodar.

Yo les puedo decir que cuando ese día llegue ciertamente yo planeo vivir allí; por lo que, nosotros vemos esta enorme cantidad de tierra siendo separada para este propósito en Ezequiel. Aunque lo principal que sucede en la descripción de Ezequiel sobre la tierra del Reino contrario a la descripción de Moisés en Números, es que la tierra en el lado ESTE del Jordán (más o menos la tierra que Moisés permitió que Rubén, Gad, y la ½ de la tribu de Manasés se estableciera) es incluida.

En cualquier caso, uno negativo a todo esto es que Israel, en su historia entera, NUNCA ha controlado o tan siquiera habitado todo el territorio que Dios le dio a ellos en Números, mucho menos lo que es descrito en Ezequiel. Pero, es clave captar que aun cuando lo hayan ocupado o no, el Señor todavía lo reserva exclusivamente para Israel.

Ahora lo que es pertinente y tan interesante para nosotros en el 2009 es que las fronteras de la Tierra Prometida de Números 34 incluyen virtualmente todo lo que hoy en día es Siria y Líbano. ¿Acaso no nos sorprende que Siria y Líbano están en constante guerra con Israel? El gobierno de la renacida tierra de Israel nunca ha reclamado a Siria o Líbano, pero todas las partes están al tanto de lo que la Torá dice sobre esto. Los musulmanes saben mejor que la mayoría de los cristianos y judíos lo que la Torá dice sobre a quién le pertenece esta tierra, el cual es por esto que ellos están dispuestos a pelear hasta la muerte como representantes de Satanás. Más importante aún es que tanto Jehová y Satanás saben la anotación; los pueblos de Siria y Líbano están viviendo en tierra que fue prometida a Abraham y los descendientes Israelitas. El hecho que los gobiernos terrenales y las instituciones (hasta la iglesia) niegan esto no quiere decir nada en el cielo.  

Aunque tampoco podemos negar que la tierra descrita a Moisés, y más tarde a Ezequiel, es un poco diferente de lo que fue descrita a Abraham. Mira este mapa. Lo que tenemos que entender sobre lo que fue dado Abraham es que es mucho más general en naturaleza que lo que fue dado a Moisés. Además como las tribus se movieron con el tiempo y naciones se levantaron, imperios vinieron y se fueron, fronteras cambiaron, y grupos de personas crecieron o disminuyeron o desaparecieron totalmente, hubo mucho cambio en nombres de lugares y lugares de tribus para el tiempo de Moisés, y más tarde Ezequiel.

Comenzando en el verso 13 nosotros tenemos un resumen de algunos hechos: por ejemplo la Tierra Prometida debe ser dividida entre las 10 tribus, no 12 como originalmente fue puesto. Realmente, fue 9 tribus más 1/2 de la tribu de Manasés quienes debían recibir porciones. La razón, claro que, es que las tribus de Rubén, Gad, y la ½ de la tribu de Manasés eligieron quedarse AFUERA de la Tierra Prometida, por lo que entregaron los derechos de vivir en Canaán.

El capítulo termina con una larga lista de tribus de Israel, y quien, en el momento en la historia, era el principe…..jefe de tribu….de cada una de esas tribus. Por lo tanto, estos 10 hombres se les darían la distribución de tierra para la tribu que ellos controlaban, y luego quedaba de ellos subdividir su territorio entre los varios clanes y familias dentro de su tribu como ellos lo vieran pertinente.

Vamos a continuar con el capítulo 35.

LEER NÚMEROS CAPÍTULO 35 completo

Aquí el asunto de alojamiento para la tribu de Levi es abordado, comenzando con un recordatorio que a) Moisés estaba distribuyendo la tierra, y b) Israel estaba en el lado este del Rio Jordán en lo que era la tierra de Moab cuando esta distribución tomó lugar.

Y, en el verso 2, nosotros vemos que (según debía haber 48 ciudades puestas a un lado para los Levitas) cada tribu debía decidir cuales ciudades ellos les darían a los Levitas como terreno permanente. En adición a la ciudad propia, había una cantidad de tierra contingente a cada ciudad para usar como agostadero para los animales de los Levitas.

No seamos ingenuos sobre a lo que se le dió a los Levitas; las mismas no fueron ciudades amuralladas o numerosas. Y las mismas eran, generalmente hablando, no eran ciudades que los Israelitas iban a construir desde cero. Más bien, estas 48 ciudades serían de entre los cientos, si no miles, de pequeñas aldeas y pueblos que el ejército Israelita iba a capturar de las diferentes tribus Cananeas durante la conquista. La mayoría de estas “ciudades” iban a construir de un puñado de edificios.

Tenemos también que entender que al igual que el Año del Jubileo (una parte esencial de las leyes con respecto a la prohibición en contra de transferir permanentemente la tierra a otro que el dueño original), una celebración que registros indican que ni UNA vez ocurrió, los Levitas nunca llegaron a tener las 48 ciudades completas. A ellos se les pudo haber asignado las 48 ciudades; pero era crítico para la habilidad de los Levitas de habitar esas ciudades que cada tribu consistentemente cuidaría por esos Levitas que debían vivir en la ciudad Levita asignada y en su territorio, y en muchos casos esto sencillamente no sucedió.

El libro de Josué habla de varias de estas ciudades Levitas por nombre, pero solo las más grandes. Yo no tengo duda alguna que algunas tribus escogieron darle a los Levitas aldeas quemadas e inhabitables (unas que eran de poco valor para la tribu); por lo que los Levitas sencillamente nunca se mudaron y en vez se concentraron en las ciudades más sustanciales que les habían dado, especialmente las pocas que tenían murallas. Después de todo, ellos (al igual que todos los otros Israelitas) tenían que protegerse de los interminables ataques de bandas de saqueadores de bandidos y ocasionalmente los ejércitos de los reyes que tenían como intención expandir su territorio. Las tribus extrañas no hacían distinción entre Israel y los Levitas y los Sacerdotes; todo era juego justo.

El verso 6 habla de las famosas “ciudades de refugio”; y debe de haber un total de 6 de estas. Interesantemente, 3 de ellos deben de estar en el lado este del Jordán (para las 2 1/2 tribus que vivían allí), y las otras 3 en el lado oeste del Jordán por las 9 tribus que Vivian en la Tierra Prometida. Y, se nos dice que como parte de la fórmula para decidir el territorio que cada tribu recibiría basado en el tamaño de la tribu, por lo que sería   que el tamaño de las ciudades dadas a los Levitas seria basado en la cantidad de territorio que cada tribu recibiría. Si la tribu tenía un territorio grande, entonces las ciudades que le iban a dar a los Levitas debían ser más grande.

Como este era el caso, se ordenó un ingeniosos método de decidir cuánto agostadero debía de ir con las 48 ciudades; la misma era que la medida longitudinal de 1000 cubos (alrededor de 500 yardas) debía ser EN ADICIÓN al largo del pueblo mismo. Por lo que, mientras más grande el pueblo más se le añadía a los 1000 cubos de agostadero que se le iba a dar a las ciudades Levitas.  

Ahora, las 6 ciudades de refugio (estas eran 6 de las 48 ciudades, no en adición a las 48) eran central al sistema de justicia de Jehová; pero aún más, las leyes al respecto de las mismas trataban con este principio teológico fundamental: Dios es tan santo que Él no puede estar en tierra que ha sido profanada con asesinato.

Cuando nosotros pensamos de nuevo en Levítico, nosotros vemos cuan clave la sangre es para todas las leyes de Dios. Pero, también se nos muestra que aun cuando la sangre es el medio eficaz para expiar pecados (solo la sangre podía traer expiación), el derramamiento impropio de sangre es una abominación para el Señor y por lo tanto profana. Uno de los ejemplos más claros de esto es el asunto de la sangre de la menstruación de la mujer, el cual es una cosa contaminada para la cual debe haber purificación. Sin emargo, la sangre de un animal debidamente sacrificado podría expiar por todos, excepto por algunos de los más abominables, (o como la biblia los llama los pecados de más alto rango).

Aquí, el asunto es el asesinar al ser humano; y si esta matanza es asesinato u homicidio. Por lo que, estos versos definen lo que asesinato es, contrario a lo que homicidio es; y cuál es el papel de las ciudades de refugio deben ser en cada caso.

La semana que vienen vamos a examinar esto y el papel del vengador de Sangre. Y, la próxima semana nosotros vamos a terminar nuestro estudio del libro de Números.