Month: כ״א באדר א׳ ה׳תשע״ט (February 2019)

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Deuteronomio Lección 4 Capítulos 2, 3, y 4

Deuteronomio

Lección 4 Capítulos 2, 3, y 4

Continuamos esta semana en Deuteronomio capítulo 2. Y comenzaremos con la instrucción del versículo 24 que instruye a Israel a comenzar la ocupación de la tierra de Canaán; o puesto de otra manera para tirar la primera descarga a la Guerra Santa de Jehová. Volvamos a leer desde el versículo 24 hasta el final del capítulo 2.

VOLVAMOS A LEER DEUTERONOMIO CAPÍTULO 2:24 – hasta el final

El comienzo de la guerra es interesante ya que refleja en gran medida lo que sucedió con Faraón en Egipto. Al rey de Hesbón se le ofreció la paz. Todo lo que tenía que hacer era dejar que Israel marchara por su tierra para ir en camino hacia Canaán. Hesbón estaba en el lado ESTE del río Jordán y como tal NO era parte de la tierra reservada para Israel. Por lo tanto, por voluntad general de Dios no había necesidad de conquistar a estas personas. Sin embargo el rey Sehón rechazó la oferta de paz y atacó a Israel. El resultado fue la aniquilación de los amorreos.

El versículo 30 explica que el Señor endureció la voluntad del rey Sehón; y esto fue igual a como el Señor había hecho con el Faraón del éxodo. El efecto de endurecer la voluntad de Sehón es que Dios ha marcado a Sehón para destrucción (el dado ha sido echado). El NT deja claro que en algún momento (generalmente antes de la muerte) una persona que insiste en resistir la provisión de Dios para redención (a discreción de Dios) será permanentemente dejada en su estado malvado; el Señor ya no estará detrás de esa persona. Ya sea que el Señor endurezca el corazón, o sencillamente abandone a la persona a la perdición eterna, esto es sólo una cuestión de semántica porque ya no hay esperanza.

Ahora permítanme comenzar esta semana con otro de los grandes principios bíblicos que provienen de estos versículos. Y ese principio es que aun cuando podemos hablar del “libre albedrío” que el Señor ha dado a los hombres, ese libre albedrío tiene límites.

Antes de abundar en esto, permítanme también señalar otro medio para mostrarles la diferencia entre la verdadera Guerra Santa Bíblica y la yihad de los musulmanes (discutimos esto a profundidad la semana pasada), y que los juicios de Dios contra Faraón y Egipto son en realidad un tipo de Guerra Santa. Fue una guerra iniciada POR el Señor, no iniciada por los hombres en el nombre del Señor. Fue una guerra que el Señor luchó como un guerrero (hablando figurativamente), y el resultado fue determinado no por generales y soldados humanos sino por las acciones del Señor.

Y, a pesar de que el Señor ordenó que los “soldados de Israel” (por así decirlo) fueran a despojar a Egipto de todo el oro y la plata, la inmensa mayor parte de ese oro y plata se utilizaría para construir el Tabernáculo del Desierto y todos los instrumentos rituales necesarios. Así que la ley de Herem (el cual es un ocupante central de la Guerra Santa) jugó un papel (repasa la lección de las últimas semanas si no recuerdas la ley de Herem), por la cual en general los despojos de la guerra fueron al Señor mismo y no debían ser para el beneficio material personal para del pueblo.

Ahora, en cuanto a nuestro Principio Bíblico, concerniente a los límites del libre

albedrío de la humanidad. Nos gustaría decir que Dios nunca interfiere con el libre albedrío de los hombres; bueno, creo que eso es un poco simplista. De hecho nos dicen en varias ocasiones que Jehová endureció el corazón del Faraón, y aquí en Deuteronomio que el Señor endureció el corazón del rey Sehón. En términos hebreos de antigüedad debemos entender que el significado del término “corazón” es completamente diferente al significado que le hemos asignado hoy en día.

El corazón en tiempos de antigüedad (INCLUYENDO a los tiempos del Nuevo Testamento) no tenía nada que ver con ser un lugar donde el espíritu habitaba o donde residía nuestra voluntad. El corazón tampoco era un lugar de donde venía la emoción. Se creía que el corazón era el asiento del intelecto, consciente e inconsciente. Sólo piense en la palabra “cerebro”; los ancestros pensaron en el corazón casi precisamente de la misma manera que hoy pensamos del cerebro. El cerebro es el lugar de nuestra mente. Es donde viven nuestros instintos. Es donde hacemos decisiones bien pensadas y es también de donde provienen nuestras reacciones de reflejo.

Fue solo el imperio romano subsiguiente Helenista (mucho después de la época de Jesús y de Pablo) quien comenzó a transformar la concepción del corazón en un lugar de amor y de la emoción eróticas. Anteriormente en casi todas las sociedades, al hígado y los riñones se les refería como los asientos de emociones positivas y negativas. Fueron sólo estos helenistas posteriores quienes transformaron el concepto de amor de una forma de acción misericordiosa y benévola, a una emoción. No te estoy dando una opinión; Esto es un hecho literario e histórico bien documentado que la iglesia ha optado por ignorar durante siglos.

Por lo tanto si quieres dejar de estar confundido sobre lo que CUALQUIER parte de la Biblia está diciendo cuando se refiere al corazón, simplemente sustitúyelo por la palabra “mente”.

Ahora, en lo que respecta al libre albedrío; el libre albedrío es la versión humana de la soberanía de Dios. El libre albedrío es el monto total de soberanía sobre nuestras propias vidas que el Señor ha entregado a los hombres; La soberanía divina de Dios está sobre todas las cosas y, por lo tanto, el libre albedrío de los hombres siempre está sujeto (e inferior) a Su voluntad.

Una de las lecciones principales que se pueden extraer de la experiencia de Jonás es que el terreno del libre albedrío del hombre no es realmente lo que parece; hay límites que el Señor ha puesto en marcha. Por ejemplo, fue la voluntad de Jonás huir de la presencia de Jehová. Pero el descubrió que Dios está presente en todas partes y que no hay escapatoria. Negar la soberanía de Jehová, incluso hasta Su existencia, no es un remedio.

Hay fuerzas conscientes e inconscientes que abundan dentro de los hombres que son frustrantemente misteriosas; Pablo escribe acerca sobre estas fuerzas de esta manera: “…… Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo la ley de que el mal está presente en mí.

22 Porque en el hombre interior me deleito con la ley de Dios, 23 pero veo otra ley en los miembros de mi cuerpo que hace guerra contra la ley de mi mente, y me hace prisionero de la ley del pecado que está en mis miembros”. (Romanos 7)

Pablo está hablando, al menos en parte, de nuestro libre albedrío y de cómo parece tan susceptible a la influencia de otras fuerzas. Y de hecho eso es lo que vemos cuando leemos que el Señor endurece las voluntades de los hombres EN CONTRA del Señor, con el propósito de exigir la justicia del Señor y los propósitos del Señor usando a estos mismos hombres.

El Faraón del éxodo no era estúpido. Después de casi toda la destrucción de Egipto y la invencibilidad evidente del Dios de los hebreos, él AUN trató de hacer batalla con el Señor y la misma resultó en la aniquilación del ejército de Faraón y en la pérdida del estatus de clase mundial para Egipto y para el Faraón. El rey Sehón de Hesbón sabía muy bien que su ejército no era rival para Israel. Olvídate de cualquier elemento espiritual; El ejército israelí superó a Sehón probablemente cien a uno. El rey Sehón sabía muy bien que era un suicidio enfrentarse a Israel; sin embargo, en alguna combinación inescrutable de Jehová indagando en la mente inconsciente del rey, combinada con el propio orgullo obstinado del rey, el rey hizo exactamente lo que Jehová determinó que Él quería que hiciera.

Los griegos reconocieron muy bien este fenómeno y escribieron extensamente sobre esto en su literatura Clásica. El tema era que de alguna manera la historia se desplegaba de una manera que parece tan llena de serendipia (descubrimiento afortunado, valioso e inesperado) cuando estaba ocurriendo, pero en retrospectiva hay un destino obviamente predeterminado que se está tomando lugar. Pero, ¿pre-determinado por quién? ¿A qué conclusión pre-ordenada se dirige la historia? Y al final, la historia no es más que Dios que trabajando dentro de la vida de los hombres, y de alguna manera en sintonía con la elaboración de la voluntad de los hombres. Y, todo está trabajando hacia un fin que Él fijó hace eones (periodo de tiempo indefinido) de piedra atrás. Así que a pesar de las declaraciones floreadas y las filosofías que nos hacen cosquilla en los oídos y las doctrinas religiosas que los hombres han creado sobre cómo funciona el libre albedrío, nuestras voluntades propias no son enteramente libres ni tampoco son bien entendida.

Vamos a movernos al capítulo 3.

LEER DEUTERONOMIO CAPÍTULO 3

El primer 1/3 más o menos de Deuteronomio 3 es básicamente una repetición de los recuentos de números 21 de la victoria sobre Og y lo que sucedió inmediatamente después.

Permítanme recordarle la razón de lo que parece ser sencillamente una repetición de los acontecimientos: en este momento Moisés está hablando con la nueva generación de hebreos, la segunda generación del éxodo.

La generación anterior, la primera generación del éxodo (todos los cuales habían sido testigos oculares de las 10 plagas y habían celebrado la primera Pascua y caminado por la abertura en el mar rojo) ahora estaba muerta y se había ido como un pre-requisito para que Israel se le permitiera entrar y poseer la tierra prometida. La mayoría de la generación a la que Moisés se está dirigiendo en Deuteronomio está recibiendo una lección de historia, ya que habían nacido después de la mayoría de los grandes acontecimientos de los que hablaba O eran niños pequeños cuando estas cosas ocurrieron y realmente no comprendían la importancia de todo lo que había sucedido.

Esta es la razón por la que aun cuando las historias de Éxodo, Levítico y Números son esencialmente las mismas que las que se están siendo re-contadas en Deuteronomio, algunos de los detalles, el punto de énfasis, y la presentación es un poco diferente porque las circunstancias son ahora diferentes. Uno no se dirige a las personas que están en medio de un evento actual de la misma manera que uno cuenta esas mismas historias a una generación más tarde como una historia pasada.

Y Moisés dice que Israel había marchado hacia el norte, se encuentra con el Rey Og de Basán y lo derrota. Basán era un área del Trans-Jordania al ESTE del Río Jordán y ligeramente al norte y noreste de lo que eventualmente se llamaría Galilea. Esta zona era muy fértil, contenía agostadero y estaba bien boscosa. Había 60 pueblos en Basán (sin duda un número redondeado), todas de las cuales eran ciudades amuralladas o pueblos fortificados, junto con un número no revelado (pero más grande) de pequeñas aldeas sin protección, todos los cuales fueron tomados a la fuerza por Israel. Una ciudad amurallada indicaba la presencia de un número considerable de personas y un alto grado de urbanización; para que hubiese varias de estas comunidades amuralladas significaba la existencia de un gobierno robusto y una buena planificación. Para su era esto no era un territorio primitivo o desorganizado de tribus como las tribus de los Beduinos; las ciudades de Basán tenían rejas y bisagras metálicas, caminos, ejércitos permanentes y leyes bien definidas y un gobierno sofisticado.

Comenzando en el versículo 8 se obtiene un resumen de todo el territorio (en el lado este del río Jordán) incautado por Israel, y comienza tan lejos como el norte del Monte Hermón (y esa zona es todavía conocida por el mismo nombre hasta el día de hoy, así que sabemos exactamente dónde está). Date cuenta que Deuteronomio dice que el Monte Hermón TAMBIÉN fue llamado Hermon, Sirion (en la lengua Sidoniana), y Senir por los amorreos. Yo he afirmado en numerosas ocasiones que tenemos que observar cuidadosamente en la Biblia porque a medida que pasamos a través de las páginas de la historia vamos a ver el mismo lugar llamado por un sinnúmero de nombres diferentes debido a) cambios de nombre actuales, y b) el nombre se registra a menudo de acuerdo a cómo fue llamado por los varios idiomas diferentes.

El área conquistada mencionada en el versículo 10 como “meseta” significa la meseta moabita que eventualmente se convirtió en el territorio de Rubén, y fue allí donde nació el homónimo del libro de Ruth.

Ahora recordemos nuestra discusión de la semana pasada sobre una clasificación de personas llamadas Repfaítas, donde se nos dice que el Rey Og era en realidad el último del remanente de los Refaítas (al menos en su región).

Los Refaítas eran la versión del Nefilin post-diluvio, una raza maléfica y generalmente de hombres grandes. ¡De hecho, el versículo 11 habla de una cama de hierro del Rey Og (que reside en lo que se conoce como el actual Aman, Jordania) que es 13-14 pies de largo y 6 pies de ancho! Y claro que, una buena cama es siempre más grande de lo que una persona necesita, pero esto solo indica lo alto que era el Rey Og. Tenemos registros egipcios completamente independientes de esa misma época que TAMBIÉN hacen mención de la enorme cama de este rey, y el asombroso hallazgo de varios restos esqueléticos de hombres en la región de Basán quienes median unos 9 pies de altura.

Luego Moisés recuerda cómo él accedió a dar gran parte del área del Reino de Sehón a la tribu Israelita de Gad, y otras partes de la misma a un grupo de clanes que representaban aproximadamente 1/2 de la población de la tribu de Manasés (ellos habían determinado que NO querían entrar a la tierra de Canaán prefiriendo en cambio los agostadores enormes de Sehón porque ellos tenían enormes manadas de cabras y ovejas como su economía principal).

Como modo de explicación adicional, esta misma sección dice que el distrito conocido como Argob fue asignado a Jair hijo de Manasés, y el distrito conocido como Galaad fue asignado a otro hijo de Manasés llamado Maquir. En este momento tanto Jair como Maquir NO eran hombres específicos, los mismos eran los clanes que eran los descendientes de estos 2 hombres. Jair y Maquir eran los dos clanes dominantes de Manasés que decidieron preferir a Trans-Jordánia en vez de la tierra de Canaán. Los otros clanes de Manasés decidieron cruzar el Jordán junto con las otras tribus de Israel. Este es probablemente un buen momento para mencionar que el término “hijo” (como en Jair hijo de Manasés) en hebreo es Ben. Así que en hebreo el significado es que esta tierra fue dada a Ya’ir Ben Manasés (hijo de Jair de Manasés). En este contexto, la palabra hijo no siempre se utiliza de la manera que típicamente pensamos del mismo. En la Biblia el término “Ben” (hijo) a menudo se refiere a un nieto o puede generalmente referirse a cualquier miembro masculino de cierto clan. Sólo ocasionalmente la palabra hijo se puede referir a un hijo varón como Salomón hijo de David.

A modo de descripción adicional de la tierra que fue conquistada por Israel, el versículo 17 dice que tomaron la región comenzando en Cineret y continuando hasta el Mar Muerto. Para aquellos de ustedes que han hecho peregrinación a Israel, tal vez reconozcan el nombre “Cineret”. Es un nombre alterno (y mucho más antiguo) para el Mar de Galilea, todavía en uso hasta el día de hoy.

Luego Moisés le recuerda a la gente que la condición para permitirle a Rubén, Gad, y a los 2 clanes de Manasés los derechos a estos territorios conquistados en Trans-Jordania, era que enviaran un gran contingente de sus tropas especiales con las otras tribus israelita para ayudar a conquistar la Tierra Prometida. Sus mujeres, niños y ganado podían permanecer atrás (junto con un ejército considerable para la defensa de la patria), pero estas tropas especiales no podían volver hasta que el trabajo de capturar a Canaán fuese terminado.

Muchos años más tarde encontramos esto registrado en el libro de Josué: LBLA Josué 22:1 Entonces Josué llamó a los rubenitas, a los gaditas y a la media tribu de Manasés, y les dijo: Habéis guardado todo lo que Moisés, siervo del Señor, os mandó, y habéis escuchado mi voz en todo lo que os mandé. Hasta el día de hoy no habéis abandonado a vuestros hermanos durante este largo tiempo, sino que habéis cuidado de guardar el mandamiento del Señor vuestro Dios. Y ahora, el Señor vuestro Dios ha dado descanso a vuestros hermanos, como El les había dicho; volved, pues, e id a vuestras tiendas, a la tierra de vuestra posesión que Moisés, siervo del Señor, os dio al otro lado del Jordán.

Así que, ciertamente, estas tribus cumplieron con su obligación y Josué eventualmente les permitió regresar a sus hogares en la orilla oriental del Río Jordán.

Permítanme señalar un principio que está un poco oculto en este asunto de las 2 1/2 tribus que envían tropas a sus hermanos: en toda consideración Israel debía actuar como grupo o congregación. Ellos debían trabajar juntos por una causa común, bajo el liderazgo de Jehová. Este principio de Dios es central para todos aquellos que piensan de sí mismo como pueblo de Dios ya sea que se refiera a los israelitas físicos o a aquellos llamados la iglesia que han sido unidos espiritualmente a Israel.

En los versículos 23-26 comienza una súplica apasionada por Moisés a Dios para cambiar su mente en la dura decisión que se había hecho algún tiempo atrás. Recordemos que el Señor había juzgado a Moisés de manera similar a como él había juzgado la primera generación del éxodo; a ellos NO se les permitiría entrar en la Tierra Prometida. A Moisés se le había dado al menos la oportunidad de poder dirigir a Israel a la conquista de la región del Trans-Jordanía y también se le permitió ver la Tierra Prometida desde lejos.

Aquí, Moisés UNA VEZ MÁS dice que fue debido al pueblo de Israel (queriendo decir el liderazgo en general) que él pecó de tal manera que se le prohibió entrar a la Tierra de Canaán. Su argumento es que Israel provocó a que él se comportarse de manera precipitada. Pero este argumento cayó en oídos sordos: el Señor dice, “¡suficiente! ¡Nunca más me hables de este asunto! (palabras muy poderosas y definitivas de la irritación divina del Señor con Moisés por tratar de persuadirlo para que altere su justa decisión en el asunto de la rebelión de Moisés). La justicia de la situación es que al igual que los que pecaron en el desierto fueron condenados a morir en el Desierto, así mismo tuvo que ser para Moisés. A Moisés no se le pudo dar una exoneración especial, aun cuando se le había asignado una posición de alto rango POR DIOS como su mediador terrenal para Israel, Moisés seguía siendo un hombre imperfecto que pecó como otros hombres. Ni siquiera el mediador de Dios podía ser salvo del castigo que se declaró hace tanto tiempo atrás, durante el tiempo de Adán y Eva; todos los hombres experimentarían su castigo.

Ciertamente hay paralelos entre Moisés él Mediador y Yeshua Él Mediador en este aspecto, pero también hay diferencias. Yeshua era un hombre (aunque Él era también Dios) y por lo tanto la muerte para Jesús era tan inevitable como lo era para Moisés.

Sin embargo, la afirmación de que Moisés murió “a causa de la gente” NO significaba que Moisés murió EN LUGAR DE la gente, o por su bien; Moisés NO era un sustituto de la expiación como lo era Yeshua. NI tampoco Yeshua murió como resultado de ser un hombre pecador o imperfecto, como fue con Moisés. Moisés murió porque, como todos los hombres, pecó; Jesucristo murió porque, a diferencia de cualquier otro hombre, Él estaba sin pecado.

No debemos pasar por alto el principio de Dios expresado en la relación entre el líder y aquellos que son dirigidos; porque ellos (y nosotros) estamos inextricablemente unidos. Es primordial en la economía de Dios que un líder siempre haga lo que está bien ante los ojos del Señor, independientemente de lo que otros hombres PUEDAN querer que se haga. Las consecuencias de estar firmes con el Señor son legendarias; la recompensa por la lealtad inquebrantable a Jehová es a menudo el martirio de una forma u otra. Es muy rara la vez que los líderes elegidos por Dios sean admirados por el mundo. De hecho, si un hombre es aplaudido y admirado por el mundo, es inevitable que él sea una persona no dirigida por Dios. El lema de una persona que decide aceptar la oferta de Jehová para ser un líder de su rebaño es: “Haz lo que es justo y Santo, y que suceda lo que tenga que suceder”; más fácil decirlo que hacerlo como Moisés (y todos los líderes en servicio a Dios) pronto se darán cuenta. Sin embargo, según es expresado aquí en Deuteronomio, los requisitos del Señor para Sus líderes no son negociables, al igual que lo son el castigo por el pecado y la rebelión.

Así que este capítulo termina de una manera agridulce con Moisés diciendo, “la razón por la que no puedo dirigirlos hacía la tierra prometida es por mis fracasos personales. Soy un pecador y la muerte es mi recompensa”. Por lo tanto, dice Moisés, Josué es ahora tu líder designado (designado por Dios) y él es quien debe repartir la Tierra de Canaán entre las tribus.

Por cierto: a Josué no se le dio toda la autoridad de Moisés, sino que más bien él se convirtió en la cabeza del ejército israelí. Josué NO se convirtió en un Mediador sustituto de Moisés, ni tampoco él debía ser un líder a quien el sumo sacerdote debía estar en deuda. Israel no tendría otro Mediador en el orden de Moisés por casi 1300 años, y ese Mediador no sería otro que Dios Mismo en la forma de Yeshua de Nazaret.

Comencemos ahora, con el capítulo 4.

Me gustaría establecer el tono de Deuteronomio 4 antes de que nosotros lo leamos. Por lo tanto, me gustaría dirigirme a ustedes con esta pregunta: si supieran con certeza que su tiempo en la tierra está llegando a su fin en cuestión de días o semanas, ¿qué es lo que les gustaría decirle a los que han amado, educado, y cuidado? ¿Qué te ha enseñado la vida que es tan valioso que en el tiempo limitado que te queda, deseas desesperadamente dar a conocer aquellos que van a continuar después de tu muerte para que lo tengan en su corazón, y con suerte lo lleven a cabo? Ese es el contexto de Deuteronomio 4. Moisés está, literalmente, suplicándole a la generación que le sucederá que continúen con la buena obra que el Señor ha comenzado; pero que no hagan los mismos errores que él y sus padres hicieron.

Leamos juntos los versículos de apertura del capítulo 4 de Deuteronomio.

LEER DEUTERONOMIO 4:1 – 4

Moisés comienza exhortando al pueblo a obedecer las Leyes de Dios y luego explica POR QUÉ deben obedecer las leyes de Dios. Y curiosamente la explicación de Moisés gira en torno a una lección de historia. Moisés dice que las experiencias recientes de la historia de Israel que validan y establecen en contexto las razones y los propósitos para que el Señor dicte estas reglas y mandamientos por las que Israel debe vivir. En otras palabras, las leyes de Moisés no son abstractas, las mismas no son idealistas e inalcanzables, y no fueron establecidas en un vacío. Las leyes fueron, por supuesto, dadas en términos culturales de esa época, en un idioma específico (hebreo), en un momento particular de la historia, y luego la aplicación de estas leyes se demostró en una serie de contextos y circunstancias. De hecho, algunas de las leyes ni siquiera debían observarse hasta que entraran en Canaán porque esas leyes en particular giraban en torno a la agricultura (algo en lo que los israelitas no podían participar mientras vivían en tiendas de campaña en el Desierto).

En el versículo 1, Moisés dice que ellos deben obedecer todas las leyes dadas en el Monte Sinaí, “para que puedan vivir…” Moisés dice que la vida misma (al menos para el pueblo de Dios) depende de la obediencia al Señor, y la obediencia fue demostrada por el cumplimiento de sus mandamientos. Israel (en general) tomó el consejo de Moisés tan literalmente como lo dijo. En Proverbios 19:16 encontramos al rey Salomón decir: “ El que guarda el mandamiento guarda su alma, más el que menosprecia sus caminos morirá.” Los hebreos creyeron firmemente que caminar en los caminos del Señor no sólo trajo Shalom (bienestar en todos los aspectos), sino que esto extendía su vida al máximo periodo de vigencia; por el contrario la rebelión trajo calamidad y una muerte física antes de lo normal. Moisés está suplicando a Israel que sea obediente POR SU PROPIO BIEN.

En un contexto histórico hubo varios casos registrados durante la jornada por el desierto cuando la rebelión trajo la muerte al pueblo de Dios bajo la mano de Dios. De hecho, cuando consideramos que sólo habían pasado 38 años desde la negativa de Israel a entrar en la Tierra Prometida (cuando Dios decretó que ningún hombre de edad responsable se le permitiría vivir lo suficiente para entrar en Canaán); y que la edad de la rendición de cuentas comenzó a los 20 años de edad, eso significa que nadie mayor de 58 o 59 años de edad estaba viviendo ahora entre los israelitas cuando comenzaron su conquista. La rebelión trajo muerte instantánea para algunos, la muerte prolongada para otros, y una muerte normal para la mayor parte de la población. Los hebreos de esa era típicamente vivían bien hasta los 70 años. Les digo que Moisés no estaba haciendo una declaración súper espiritualizada sobre solamente el valor Celestial de ser obediente a Jehová; él le estaba recordando a la gente que su propia historia reciente les mostró la evidencia de que la obediencia a Jehová es vida y la rebelión es muerte. Así que escoge la obediencia.

También quisiera señalar una minúscula palabra o frase en el primer verso; y dependiendo de su traducción dirá, “escucha”, o “presta atención”, u “observa”.

La palabra hebrea que se está traduciendo es Shema. Aquellos de ustedes que han estudiado por un tiempo las raíces hebreas deben reconocer esa palabra, ya que incluso se ha convertido en un nombre Tradicional para un mandamiento en Deuteronomio 6. También se conoce como “escucha O Israel”.

Este es el punto: en nuestro español moderno nosotros hacemos poca distinción entre las palabras “escucha” y “presta atención”. Nosotros pensamos que prestar atención es sólo una forma antigua y muy formal de decir escucha en español. Esto no es verdad. Shema es una instrucción para HACER algo. Es un llamado a la acción. Así que en nuestro vocabulario moderno “escuchar y obedecer” u “observar” capta mejor el sentido de la palabra Shemá o su equivalente en español presta atención. En la época medieval prestar atención específicamente significaba actuar en lo que te están diciendo.

Así como he explicado en lecciones anteriores, cuando nuestras Biblias dicen “creer en Dios”, nosotros debemos tachar mentalmente la palabra “creer” e insertar en su lugar “confiar” con el fin de alinear el sentido bíblico de la misma con el vocabulario del siglo XXI, así mismo es cuando nos topamos con las palabras “escucha “o “presta atención” nosotros deberíamos tachar mentalmente esas palabras y reemplazarlas con” escuchar y obedecer “u “observar”. Eso es porque al igual que “creer” se ha convertido en una palabra bastante débil la cual indica una aceptación intelectual pasiva de algo, así mismo “escuchar y prestar atención” han llegado a ser palabras que sólo significan que nuestros oídos percibieron algunos sonidos y nosotros los comprendemos intelectualmente. Esto no es en absoluto, o nunca fue, el sentido de la palabra Shema. La misma significa que escuchamos y Hacemos. Nosotros debemos ACTUAR sobre lo que nosotros escuchamos.

Por lo tanto, permítanme recitar el Shema para ustedes con el sentido en que siempre fue su significado (y el sentido en que los hebreos lo entendieron) y vamos a ver si el cambio de que una pequeña palabra de escuchar a obedecer nos pone de repente nos da una nueva luz:

LBLA Deuteronomio 6:4 “¡OBEDECE, O Israel! el Señor es nuestro Dios, el Señor uno es. Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu fuerza.

Además permítanme recordarles dos cosas: donde está la palabra Señor, en hebreo es en realidad YHWH. Y donde se usa la palabra corazón, no se pensaba del corazón (en esa época) como el lugar donde residen nuestras emociones. Más bien el corazón era el equivalente de cerebro. El corazón era el lugar donde residía nuestro intelecto. En nuestro vocabulario moderno debemos cruzar la palabra corazón cada vez que lo vemos en la Biblia (AT o NT) e insertar la palabra mente.

Déjenme leer este principio básico de Dios llamado el Shema para ustedes una vez más, y luego concluiremos. Y recuerden, Yeshua dice que el Shema es el principio de Dios MÁS fundamental de todos ellos; las 10 Palabras (10 Mandamientos) se basan en el Shema, al igual que todas las leyes 613. Por lo que es importante que nosotros obtengamos el sentido más verdadero posible de lo que Dios nos está comunicando. LBLA Deuteronomio 6:4 “¡OBEDECE, O Israel! Jehová es nuestro Dios, Jehová uno es. Amarás a Jehová tú Dios con toda tu mente, con toda tu alma y con toda tu fuerza.

Esto lo pone en una perspectiva un poco diferente, ¿verdad? ¿Ve usted la fuerza y la pasión de esta afirmación y la capacidad de hacer de esa afirmación? Este es un decreto real que no debe ser ignorado. El requisito es que nosotros entendamos quién es Dios intelectualmente y ENTONCES dejemos que caiga sobre nuestras almas también, y entonces actuemos sobre este entendimiento con cada fibra de nuestro ser físico y espiritual. ESCUCHAR o PRESTAR ATENCION son palabras bíblicas poderosas, no pasivas. Y nosotros encontraremos esas mismas palabras, con el mismo significado e intención, también en el Nuevo Testamento.

Continuaremos con el sermón elocuente y apasionado de Moisés la próxima semana.

Deuteronomio Lección 3 Capítulos 1 y 2

Deuteronomio

Lección 3, Capítulos 1 y 2

La última vez que nos reunimos, yo establecí un principio para el contexto general de Deuteronomio que voy a recordarles de tiempo en tiempo: el mismo es que Deuteronomio debe ser visto más como un sermón de Moisés que como un oráculo directo de la boca del Señor.

El sermón de Moisés es muy parecido a la mayor parte de la Biblia (y muy parecido al Nuevo Testamento) por medio del cual lo que habla Moisés es divinamente inspirado sin embargo la inspiración divina es un trabajo co-operativo entre el hombre y Dios, mientras que los oráculos de Dios son comunicaciones directas (generalmente en la forma de instrucciones) de Dios al hombre.

Por lo tanto, aun cuando las palabras que Moisés habló son completamente confiables y verdaderas, también debemos verlas desde un punto de vista un poco diferente que en los primeros 4 libros de la Torá, por el que nosotros tuvimos tanto del lenguaje en la forma de, “y el Señor dijo” así y así. Creo que sería justo decir que un principio importante al considerar la palabra de Dios es que el peso llevado por los oráculos directos de Dios (es decir, la instrucción que siguió “y el Señor dijo”) son mayores que las palabras personales o pensamientos de cualquier hombre (ya sea ese hombre Moisés, el rey David, o el apóstol Pablo) quien, esencialmente estaría dando un sermón, si no estuviera repitiendo meramente las palabras de Dios.

En este punto en Deuteronomio capítulo 1, nosotros hemos escuchado como Moisés comenzó a contar la historia del viaje por el desierto de Israel; y se nos informa que la fecha de este sermón es de 39 años y 11 meses desde el día en que Faraón liberó a Israel de su control.

El versículo 19 comienza con el recordatorio de Moisés al pueblo de Israel (esta es la segunda generación del Éxodo) de por qué fue que habían estado vagando como beduinos en las regiones desérticas de las penínsulas árabes y del Sinaí, en lugar de estar permanentemente establecidos. Y explica que alrededor de unos 38 años atrás cuando Israel llegó a Cades-Barnea (en el extremo sur de la tierra de Canaán), Moisés mandó que el pueblo fuera y comenzara a conquistar a los cananeos, pero los líderes se opusieron y le pidieron a Moisés que enviara algunos espías para evaluar la tierra y les trajeran un reporte de lo que habían encontrado. Ten en cuenta que esta es nueva información. En el recuento de Números 13 de la conquista de Canaán no hay mención de Moisés diciéndole al pueblo que comience la guerra Santa para Canaán. De hecho, en muchas maneras, el recuento de Números hace de Moisés uno obediente si no cómplice de la decisión de NO entrar a la Tierra Prometida y tomarla.

Por lo que aquí nosotros encontramos que la razón por la que los exploradores fueron enviados, es porque la gente (queriendo decir los líderes y los ancianos que eran representantes de la gente) exigió que en lugar de sencillamente avanzar sin reserva (como debieron haber hecho) una docena de los hombres fueron enviados primero a comprobar las cosas.

Ahora, les diré que he leído algunos comentarios que hace que parezca que Moisés está como adornando la historia de los espías (tal vez reescribiendo la historia un poco) para poner sus propias acciones en una manera más favorable. Y que Moisés esencialmente decía “no es mi culpa y traté de hacer lo correcto”, sino que sucumbí a la voluntad del pueblo al dudar. Yo sospecho que hay algo de verdad en esto, ya que Moisés no era más que un hombre apacible, reacio a su papel actual, y no un líder contundente. Y no creo que haya ninguna inexactitud en lo que Moisés está diciendo aquí; es sólo que como hombres nosotros tendemos a recordar las partes de los acontecimientos que son más favorables para nosotros y tendemos a torcer lo que estábamos pensando en el momento de lo que realmente sucedió.

Yo no tengo duda alguna de que Moisés exhortó al pueblo a no tener temor y a marchar hacia Canaán; pero también él se encontró en un dilema cuando los líderes en los que él dependía insistieron en tener cautela. El liderazgo es una cosa complicada; la gente tiene que creer en lo que tú estás haciendo por un lado, pero, por otro lado, ¿de qué vale el liderazgo si uno, solo se encuentra a la cabeza del grupo y sencillamente lo conduce a lo que sea y donde quiera que quiera ir? Este fue el dilema de Moisés y uno con el que muchos de nosotros podemos identificarnos.

Quiero que se den cuenta de algo en el versículo 20 que no es particularmente único en la Torá, sino que es un excelente ejemplo de un principio que por lo general pasa por desapercibido. Allí dice, “Habéis llegado a la región montañosa de los amorreos que el Señor nuestro Dios va a darnos. El principio se resume en el verbo de la palabra “dar”.

El lenguaje hebreo bíblico no utiliza los tiempos pasados, presentes y futuros como lo hace el español (aunque el hebreo hablado moderno ha adoptado el uso de tales tiempos). Es decir, en español algo sucedió antes (pasado), o está sucediendo ahora (presente), o sucederá más tarde (futuro). Más bien, la lengua hebrea bíblica utiliza lo que se denomina tiempos perfectos e imperfectos. El perfecto es aproximadamente equivalente al pasado y al presente y el imperfecto es aproximadamente equivalente al futuro; pero esa aproximación es BIEN próxima. Aquí está el problema y voy a tomar sólo un momento para generalizar; nuestros tiempos modernos pasados, presentes y futuros se tratan de sobre CUÁNDO una acción se está llevando a cabo. La misma hace que el contexto de la declaración establecida en TIEMPO (¿ocurrió en el pasado, está sucediendo ahora, va a suceder en un momento posterior?). Eso no es lo que está sucediendo en el hebreo bíblico. Y recalqué el término hebreo bíblico porque (de nuevo) el hebreo moderno SI usa tiempos pasados, presentes y futuros.

En el hebreo bíblico los tiempos de las escrituras denotan el estado de la acción. ¿Acaso la acción está completa o la acción está en curso? La idea de CUANDO en el tiempo de cuando una acción está ocurriendo es inferido por el contexto de la declaración en general, no directamente por los tiempos verbales.

Por lo que en la declaración del verso 20 que dice que el Señor “está dando” el país de las colinas de los amorreos a Israel, la idea es que este es un proceso continuo. El “dar” de la tierra ya ha comenzado, pero aún no se ha completado. Algunas traducciones de la Biblia dicen, “nos darán”, otras dicen, “nos da”; otras todavía dicen, “está a punto de darnos”.

El problema es que estas traducciones están estableciendo el acontecimiento de la entrega de la tierra de Canaán a los hebreos con el tiempo; y estas versiones quieren decir que está sucediendo ahora (presente), o va a suceder más tarde, pero pronto (futuro). Esto es incorrecto y vemos este mismo problema repetido a través de la Biblia. Aquí en Deuteronomio lo que se expresa es que los hebreos están simplemente en algún lugar dentro de un largo proceso de posesión de la tierra de Canaán y exactamente donde a lo largo de la línea de tiempo el proceso actualmente es, no está implícito. Este problema con el malentendido de los tiempos hebreos ha creado todo tipo de cuestiones para tratar de entender las profecías (las profecías, por nuestra definición, son casi siempre futuras a nuestra manera de pensar).

Debido a que el pasado, el presente y el futuro están tan incrustados en nuestro lenguaje occidental, yo generalmente trato de explicar las profecías bíblicas diciendo que ocurrieron en el pasado (como el regreso del exilio de los hebreos), pero muchas de estas mismas profecías también volverán a suceder en el futuro. Pero técnicamente no es un asunto de pasado o de futuro: es que hay un proceso profético y el mismo está en curso y algún día será llevado a su plenitud completa.

Moisés relata que los 12 espías regresaron con algunas muestras de los frutos de la tierra de Canaán junto con el informe de que “es una buena tierra….”. Pero, la gente se negó a subir y tomar la tierra como el Señor Dios le había mandado hacer porque otra parte del informe era que la tarea sería difícil y peligrosa. Los habitantes eran grandes, eran numerosos, y había muchas ciudades amuralladas. La gente respondió: “Jehová debe aborrecernos” por lo que se negaron a ir y tomar posesión de la tierra.

Permítanme recordarle que el término “el pueblo” es casi siempre una referencia al liderazgo. Esta era una sociedad TRIBAL, la gente no votó; aun así el liderazgo se pensó como representativo de la gente. Si el liderazgo de la tribu de Judá decidiera algo, en la Biblia diría que “el pueblo de Judá” decidió así y así. Esto es importante de entender porque lo que está sucediendo aquí es que Moisés está culpando al Consejo de liderazgo por esta acción de rebelión que resultó tan costosa en términos de vida y tiempo.

Moisés dice que hizo todo lo posible para convencer al Consejo de liderazgo de dejar de lado sus miedos y en lugar confiar y obedecer a Dios; les recordó que la nube de fuego que siguieron de día y de noche era prueba de que Jehová estaba con ellos y que ya Él había ido delante de ellos y asegurado la victoria. Pero a pesar de la evidencia extraordinariamente poderosa del amor de Dios por su pueblo y su capacidad de hacer lo que Él dice que hará, el liderazgo rehusó cambiar de opinión. Y como resultado, el Señor declaró que ninguna de esta generación malvada entraría en la tierra que él había apartado para Su pueblo. La generación malvada fue definida anteriormente como hombres mayores de 20 años o más en el momento de este incidente.

Cada vez que recuerdo este incidente de los 12 espías no puedo evitar tener un poco de miedo y agitación vibrar a través de mi cuerpo. Aquí había una sociedad en la cual (particularmente en este momento en la jornada) los líderes tribales decidieron autocráticamente qué ocurriría.

La población en general no tenía más remedio que seguir o empacar y marcharse; sin embargo, los líderes también sabían que sus decisiones tenían que ser generalmente populares y aceptables o ellos no sobrevivirían como líderes mucho tiempo. Sin embargo, el Señor mantuvo a la población en general responsable de las acciones y decisiones y la rebelión de su liderazgo (aunque él asignó MÁS responsabilidad a los líderes). Cuánto más debe Jehová responsabilizar a cada uno de nosotros por las decisiones de nuestro liderazgo en una nación democrática en la que elegimos directamente a los que nos dirigen, y tenemos un proceso para eliminar a aquellos que nos dirigen mal. Por más que quisiéramos nosotros no podemos separarnos completamente de nuestro liderazgo del gobierno secular O de nuestro liderazgo en la iglesia o sinagoga. Y tampoco el liderazgo puede separarse de las acciones de aquellos que ellos gobiernan. Moisés no entra en la tierra prometida; y declara en numerosas ocasiones que fue a causa de la gente a la que se le prohibió. En otras palabras, como líder en última instancia fue responsable de las acciones del pueblo. Moisés NO entró en la Tierra Prometida; y él declara en numerosas ocasiones que fue por causa de la gente que a él se le prohibió entrar. En otras palabras, como líder él fue ultimadamente responsable de las acciones del pueblo.

Nuestra salvación en Yeshua es ciertamente en una base individual; pero nuestros destinos terrenales son a menudo atados juntos como grupo. Y el principio que vemos en la Biblia es que después de la primera gran división del Señor de los seres humanos entre hebreos y gentiles, la siguiente división de personas delante de los ojos de Dios fue como naciones de la gente. Las Naciones tienen una responsabilidad corporativa delante de Jehová. Las naciones enteras serán juzgadas juntas como un solo grupo basado en las decisiones de su liderazgo y acciones generales del pueblo. El que varias personas se opongan a alguna acción rebelde o impía NO les exime de sufrir el juicio NACIONAL que el Señor (y en Apocalipsis indica que él lo hará) infligirá. Así que nos conviene luchar incansablemente en nuestras familias y comunidades para sostener el nombre del Señor y Sus mandamientos por el bien de nuestra nación.

Luego Moisés le dice a esta nueva generación de hebreos lo que eventualmente sucedió después de rehusar entrar en la Tierra Prometida; el liderazgo reconoció que estaban equivocados. El liderazgo dijo que ciertamente NO querían ser desviados de vuelta al Desierto y ciertamente no querían ser excluidos permanentemente de entrar en la Tierra Prometida. Y, en la superficie, esto ciertamente suena como corazones contritos llenos de arrepentimiento por su rebelión, cuando dicen, “…. ahora vamos a subir y luchar justo como Jehová nos mandó”. Entonces el Señor dice algo que debe sacudirnos a todos: “NO vayan y NO peleen, ya que NO estoy en medio de ustedes…”

Pero como estaban tan ansiosos por recuperar el mérito ante los ojos del Señor, y tanto más ansiosos por evitar el pronunciamiento de juicio sobre ellos, el pueblo nuevamente ignoró al Señor y trató de tomar la tierra prometida por su cuenta, sin Su liderazgo o permiso. Los resultados fueron predecibles y desastrosos. El no tomar la tierra cuando fue mandado fue rebelión; pero tomar la misma tierra (sólo horas y días después) cuando se le ordenó que No lo hicieran también rebelión. El tiempo le pertenece al Señor tanto como el acto.

Sigan esta secuencia porque este patrón no es nada diferente en el Nuevo Testamento, y ciertamente no es diferente en nuestra era moderna: 1) el Señor ordena a Israel que tome la Tierra Prometida. 2) el pueblo se asusta y titubea. 3) el pueblo decide que van a parar y evaluar si están de acuerdo con Dios en este asunto o no. 4) eligen diferir. 5) Dios llama a esta rebelión desacuerdo y pronuncia el juicio. 6) El pueblo, al oír el juicio, se arrepiente y dice: “OK, hemos cambiado de opinión; vamos a hacer lo que dices”. 7) Dios dice, no, ya el tiempo pasó y mi oferta es revocada. Mi juicio permanece y la puerta está cerrada para que entren.

¿Puedes ver a dónde voy con esto? Graben este principio de Dios en sus mentes y corazones ya que nuestras vidas dependen del mismo: no siempre es posible recuperar una oportunidad perdida por el fracaso de la fe. A los cristianos nos encanta decir: “bueno, si Dios cierra una puerta, abrirá una ventana”. Aunque eso ciertamente suena bonito yo digo no necesariamente es así. La filosofía de cerrar una puerta y abrir una ventana es con lo que estos israelitas contaban y el Señor dijo: “no”. Llega un tiempo en la vida de un incrédulo que la oferta de salvación es rescindida. No sé cuándo es exactamente; ciertamente en la muerte, pero en qué punto antes de la muerte nadie sabe.

Pero para el creyente podremos sentarnos al margen por un tiempo, seguir nuestros propios caminos durante un tiempo, que cuando las consecuencias de nuestra rebelión finalmente se vuelvan evidentes para uno, determinemos regresar y tratar de recuperar esas cosas que nuestra falta de fe nos hizo perder. Y considerablemente la mayoría de las veces esas oportunidades específicas se pierden permanentemente y nunca se recuperan (al menos no por nosotros). Probablemente miles de poemas y epitafios han sido escritos a lo largo de los siglos describiendo cómo el pasado no puede ser recuperado. Yo no estoy diciendo que Dios no reconoce nuestro arrepentimiento y nos permita tener gozo y tal vez en Su tiempo haya alguna otra oportunidad de servirle a Él. Pero quién entre nosotros que ha alcanzado una edad avanzada no mira hacia atrás y recuerda de alguna oportunidad perdida y se entristece hasta cierto grado u otro. Y la lloramos no porque nuestras vidas necesariamente estén arruinadas o sin esperanza (porque no lo son), sino porque como resultado hubo mucho dolor y sufrimiento innecesario (a menudo involucrando a personas inocentes). O tal vez veamos una gran bendición que hemos rechazado y que otros aprovecharon. Nuestras vidas podrían haber sido mucho más fructíferas para el Reino de Dios si tan sólo hubiéramos confiado y obedecido.

Israel pudo haber estado disfrutando del Descanso de Dios en la tierra de Dios en cuestión de meses después de haber salido de Egipto; en cambio, debido a la falta de fe sólo la descendencia de los que salieron de Egipto se les permitiría ese descanso. Y ninguna cantidad de arrepentimiento cambiaría esa realidad, ni siquiera para Moisés mismo.

Vamos a continuar con el capítulo 2.

LEER DEUTERONOMIO CAPÍTULO 2

Los resultados de la rebelión de la 1ra generación son objeto de las primeras palabras del capítulo 2. Ellos estaban literalmente obligados a marchar en dirección opuesta de la Tierra Prometida; ellos se dirigieron hacia el sur, hacia el Golfo de Aqaba. Qué viaje tan triste debió haber sido; profundamente derrotado por los amorreos, bajo la pena de muerte para todos los que tenían 20 años o más, y ahora relegados a vivir en un desierto sombrío por un período indeterminado de tiempo.

El capítulo 2 contrasta con el capítulo 1. La primera generación se rebeló pero ahora la 2nda generación está siendo obediente. La 1ra generación fue enviada hacia el sur, pero ahora a la 2nda generación se le ordena a marchar hacia el norte. La primera generación debió de haber entrado a la Tierra Prometida desde el suroeste, pero ahora a la segunda generación se le ordena entrar en la Tierra Prometida desde el sureste. A la primera generación se le dijo que se habían quedado en el Monte Horeb demasiado, pero ahora la 2nda generación se le dice que habían estado bordeando la Tierra Prometida lo suficiente. La primera generación sabía que morirían en el desierto, pero ahora la segunda generación sabía que vivirían en la Tierra Prometida.

Luego, obtenemos una serie de instrucciones sobre ciertas personas que el Señor quiere que Israel evite. Esta alusión no se trata de un temor dentro de Israel ni de una preocupación de que pudieran ser derrotados: más bien es que los territorios habitados por estas personas no debían ser parte de la Tierra Prometida, y la ascendencia de las personas involucradas (al menos las personas que actualmente ocupaban cada territorio) estaba relacionado con Abraham de alguna manera. Como mencioné en nuestra última lección, esta venida de la Guerra Santa no se trataba de conquistar el mundo, ni de ganar tanta riqueza y tesoro como fuese posible, ni fue un intento de forzar la adoración para Jehová (conversión) en los diversos habitantes. Esto solo era la toma de un pedazo específico de tierra que el Señor declara como Suyo (no de Israel); esto no iba a ser la creación de un imperio hebreo.

La primera nación con la que Israel debe evitar el conflicto es la de Edom. Edom es otro nombre para Esaú, el hermano gemelo de Jacob. Así que hubo un parentesco muy estrecho entre Esaú e Israel (Israel era sólo un nombre alterno para Jacob). Ahora el mandamiento del Señor para Israel es que “tenga cuidado” con Seir (otro nombre para la nación de Edom); el “tenga cuidado” no significa ser cauteloso o asustado. El Señor explica que los edomitas estarán muy alarmados y temerosos de Israel. Lo que NO se dice era algo muy conocido en tiempos de antigüedad; y era que cuando un pueblo al que TEMÍAS se acercaba demasiado, uno iba a la batalla para tratar de golpearlos y demostrar que tal vez un tratado sería mejor (un tratado que permitiera al actual rey permanecer en su puesto) en lugar de un intento de conquistarlos abiertamente. La idea es que Moisés y los líderes de Israel tenían que hacer todo lo posible para hacerle claro a Edom que ellos no tienen ninguna intención de tomar su territorio, ni siquiera de tomar comida o agua de ellos. Por lo tanto, Israel bordeó la tierra de Edom y continuó hacia el norte hacia el Arabá que estaba en la región de Moab.

Los moabitas, también, tenían un parentesco con Israel (aunque no tan cercano como el que tenían con los descendientes de Esaú). Los moabitas eran los descendientes de Lot, que era el sobrino de Abraham. Y por el bien del patriarca Abraham que amaba a Lot, el Señor había separado tierra para los descendientes de Lot y Jehová hace claro que esta tierra NO es para Israel. Por lo tanto, ellos deben evitar conflictos con Moab.

Comenzando en el versículo 10, tenemos algunas notas al calce muy interesantes que vale la pena detenernos unos momentos para examinarlas. Nos dicen que la gente llamada los Emitas habitó antes de Moab; y estos Emitas son contados como Refaítas. A veces olvidamos que unos siglos después del incidente de la Torre de Babel con Nimrod (el cual tuvo lugar alrededor de 300 años después del gran Diluvio), el mundo estaba lo suficientemente poblado que si un grupo de personas emigraba a una nueva tierra, lo más probable era que o tenían que tomar la tierra a sus dueños anteriores, o ellos tenían que establecerse allí y tal vez crecer en números que eventualmente dominaban esa área.

Cuando los descendientes de Lot se trasladaron a la zona de Moab (y otros de sus descendientes en el área de Amón), estos territorios ya estaban ocupados. Ellos no se mudaron a áreas no descubiertas o en áreas completamente despobladas. Las personas que vivían en Moab, primero, eran los Emitas y sólo más tarde los descendientes de Lot se convirtieron en los gobernantes de ese territorio.

Ahora bien, esta no es la primera vez que nos encontramos con el término Refaítas. Y aquí nos dicen que los Emitas debían ser contados como Refaítas. Bueno, los Refaítas son la versión post-diluvio de los Nefilim, una raza de gigantes malvados que existían antes del Gran Diluvio. Hay muy poco en la Biblia acerca de lo que eran estos Nefilim, ya que los versículos son un poco ambiguos. Algunos ven a los Nefilim como una mezcla de la línea de Set con la línea de Caín (Set es la línea de bien de Adán y Eva, siendo Caín la línea del mal de Adán y Eva). Otros dicen que los Nefilim eran un producto de ángeles caídos que tuvieron relaciones sexuales con mujeres humanas; y los hijos que eran productos de esta mezcla ilícita eran hombres poderosos, feroces, inusualmente grandes y hombres malvados.

Estos hombres, estos Nefilim, se casaron con otras mujeres y con el pasar del tiempo su dominación se esparció. Cómo su existencia tiene conexión con el diluvio es otro misterio. En otras palabras, si toda la humanidad excepto la familia de Noé fue aniquilada en el diluvio, ¿cómo el Refaítas reapareció DESPUÉS del diluvio? ¿Acaso los ángeles caídos se re-propagaron en los descendientes de Noé? Algo para pensar es que la MEMORIA del Nefilim hizo que cualquier persona inusualmente alta fuera etiquetada como Nefilim (y eventualmente el nombre evolucionó a Refaítas). Así que no es diferente a nosotros hoy ver a un jugador de baloncesto de 7 pies de altura y llamarlo un “gigante”. Realmente nosotros no queremos decir “gigante”, como en la mitología; sólo queremos decir que están bajo los límites exteriores de la altura humana.

Lo que se añade al misterio de los Refaítas es, los registros egipcios de alrededor de la época de Moisés que reportan el hallazgo de los nichos que contenían los restos humanos de hombres que tenían más de 9 pies de altura.

Los egipcios no tenían una leyenda “gigante” de la que sepamos, así que es difícil asignar mitología a esto y sus registros. Además, DONDE ellos encontraron estos restos fue en el antiguo Reino de Og, que se dice que proviene del Refaítas. Yo no tengo una respuesta para todo esto, pero es fascinante, ¿verdad? Y esto no puede ser tan fácilmente clasificado como un cuento de hadas.

El versículo 12 explica que el área que Edom (aquí llamada Seir) y sus descendientes ocuparon, fueron previamente poblados por un pueblo llamado los Horeos; pero en algún momento los descendientes de Esaú los desposeyeron. ¡Y no pasemos por alto que la RAZÓN por la que los descendientes de Esaú fueron CAPACES de desposeer a los Horeos es porque el Señor le dio esa tierra a Esaú como herencia! Así que en realidad hay un precedente para que Jehová asigne tierras a las naciones de las personas (no hebreos), NO sólo a Israel, y el Señor insistiendo en que debido a que él hizo una asignación divina de territorio a ciertas personas, la misma debía permanecer así. Vamos a meter eso en nuestros bancos de memoria a medida que avancemos en nuestro estudio y nos demos cuenta que el Señor es el Señor de todos, no sólo de Israel.

El versículo 14 confirma que el tiempo de la gran rebelión del liderazgo de Israel (el incidente de los 12 espías) hasta el momento en que Israel cruzó la frontera para entrar a Moab fue de 38 años. Y fue durante estos 38 años que la primera generación del éxodo se extinguió (que era un pre requisito para que sus hijos entraran a la Tierra Prometida).

Después de pasar por Moab, Israel se enfrentaría a Amón. Y la misma instrucción se da con respecto a Amón en cuanto a Moab y Edom; no los hostigues porque Amón representa a los descendientes de Abraham por medio de Lot. Y nos dicen que vivir entre los amonitas son algunos Refaítas (algunos de estos gigantes malvados), el conocimiento de lo que estoy seguro hizo más fácil para Israel simplemente evitar pelear con esta gente. Y se nos dice que viviendo entre los amorreos están algunos Refaítas (algunos de estos gigantes malvados), el cual con solo tener conocimiento de esto se le hizo más fácil a Israel evitar pelear con esas personas.

El versículo 20 nos dice que las personas que los amonitas desplazaron fueron llamadas Zomzomeos. Esta palabra es interesante: en una traducción dinámica significa, “la gente cuyo discurso suena como un zumbido (de abejas)”. Eso es bastante espeluznante en la superficie, pero sólo significa que su manera de hablar (al oído hebreo) era extraño y debe haber sido una vocalización más bien aguda.

Luego se menciona esta gente que se llaman los Aveos; un pueblo que primero ocupó un área que actualmente llamamos Gaza (un área que eventualmente sería ocupada por los filisteos).

Después de toda esta genealogía e historia (que me parece fascinante), se le da una orden a Israel de “¡ATAQUE!” Que empiece la Guerra Santa de la toma de Canaán. Las primeras palabras del versículo 24 son esencialmente un grito de guerra: “¡arriba!” o “¡Levántate!” Unas palabras después dice, “Comienza la posesión”.

Hasta ahora en Deuteronomio hemos leído sobre las diversas personas a las que Israel no debe ir a la guerra; Ahora tenemos una lista de las personas que DEBEN luchar en contra y, por supuesto, comienza con los amorreos. ¿Por qué digo, “por supuesto”? Porque el capítulo 2 es un contraste del capítulo 1; y el capítulo 1 termina con el pueblo de Israel iniciando una Guerra Santa no autorizada (una guerra no-Santa) con estos amorreos y siendo profundamente golpeados. Ahora en el capítulo 2, la llamada es atacar a los amorreos en una verdadera Guerra Santa y por lo tanto la victoria no sólo está asegurada, pero desde un punto de vista espiritual la guerra ha terminado.

Nosotros terminaremos con el capítulo 2 la semana que viene.

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